Hay lugares que parecen predestinados a alguna misión. Con el caso de la calle Vara de Rey de Murcia, en el lugar en el que se encuentra actualmente el Cine Rex, ocupado desde hace más 108 años –con distintos nombres: Teatro Ortiz y Central Cinema anteriormente– en ofrecer sesiones de cine, ocurrió algo de esto. Esta antigua foto nos muestra el actual lugar del cine Rex, ocupado entonces por el cinematógrafo de los Hermanos García, tres hermanos empresarios que ofrecieron cine de forma itinerante en la capital desde unos meses después de que otros hermanos, los Lumière, ofrecieran la primera sesión de cine de la historia en París.

La foto debe ser, con casi total seguridad, de los años 1909-1910, fecha en la que los Hermanos García establecieron un cine en este lugar para ofrecer pequeñas películas que adquirían en París (películas que no solían durar más de dos o tres minutos) y que los murcianos veían con expectación y asombro. En esos años, el cinematógrafo se había convertido ya en el arte más popular, y ofrecía sesiones –‘secciones’ las llamaban los diarios de la época– por entre 15 y 30 céntimos de peseta.

En estos años, los barracones solían ser de madera y cubiertos con lona oscura, como el que se aprecia en la foto. Al carácter itinerante se unía su poca confortabilidad para un público, que solía abarrotar los aproximadamente 300 metros donde se hacinaba aquel público contentadizo y poco exigente.

Entre seis y doce películas de entre 30 segundos y dos minutos solían constituir la programación de estos cines, por lo que, aunque los asientos estaban constituidos por incómodos tablones de madera, lo poco extensas de las sesiones eran soportables para aquellos incipientes espectadores.

La Feria de Septiembre y las Fiestas de Primavera eran las fechas preferidas por estos empresarios para establecer su cine.

En esos momentos finales de la primera década del siglo XX, los barracones comenzaban a convivir con los cines construidos ex profeso para esta función, aunque al cine Rex aún le quedaban cuatro años para ser construido. Cuando lo hizo, sus primeros ocupantes, sobre todo aficionados al teatro, función a la que se destinó al principio, y muy poco después al cine, pudieron comprobar que aquellas modernas instalaciones, incluidas sus confortables butacas, distaban mucho de lo que habían conocido hasta entonces.

Pronto se convirtió en el lugar preferido para los murcianos aficionados al cine. Y lo siguió siendo durante décadas. Que no desaparezca ese patrimonio centenario para nuestros paisanos desde hace cinco generaciones.