A principios de los años 60, el galerista Leo Castelli aconsejó a Andy Warhol que diversificase su producción artística. El pintor, que comenzó su carrera realizando pequeños dibujos a lápiz, se había pasado a la serigrafía, sistema de impresión industrial que facilitaba la creación en serie de obras de mayor formato, y aquello amenazaba con saturar el mercado y arruinar su cotización.

En un primer momento, Warhol y sus asistentes se decantaron por el cine, no solo por sus posibilidades artísticas y narrativas, sino porque los procesos de preproducción, rodaje, revelado y montaje requerían más tiempo que la pintura. Sin embargo, Warhol quiso seguir experimentando otros lenguajes, y después de rodar películas como Sleep —en la que el poeta John Giorno dormía ante la cámara durante más de cinco horas—, Eat —que mostraba al pintor Robert Indiana mientras comía—, Blow Job —cuyo título no engañaba al espectador a la hora de mostrarle una felación, aunque no explícita— o Empire —ocho horas de un plano fijo a cámara lenta del Empire State Building—, decidió aplicar su particular filosofía para el arte y los negocios en el campo de la música.

Con ese objetivo, Warhol acogió bajo su protección a una por entonces desconocida banda neoyorquina llamada The Velvet Underground, para la que consiguió un contrato con MGM, financió la grabación de su primer disco y diseñó una de las portadas más icónicas de la música popular, aunque puso una condición: que aceptasen que algunos de los temas los interpretase Nico, modelo y actriz alemana a la que Warhol había conocido en 1965 en París, porque consideraba que aportaba personalidad al grupo.

En mayo de ese año el artista estadounidense se había desplazado a la capital francesa para presentar su exposición Flowers. Nico llevaba varios años residiendo en la ciudad, a la que había llegado huyendo de una complicada infancia marcada por el nazismo, la Segunda Guerra Mundial, la ausencia del padre alistado en la Wehrmacht, el paso por un orfanato del Reich e incluso una violación por parte de un soldado estadounidense después de que los aliados liberasen Berlín. Alta, espigada, con marcados pómulos y una profunda voz que se volvía hipnótica gracias a su particular forma de articular las palabras alargando las sílabas, en París Nico intentaba olvidar ese traumático pasado desarrollando una solvente carrera como modelo para revistas como Vogue Elle que, en último término, también le había abierto las puertas al mundo de la interpretación.

"He soñado contigo. Reconozco tu cara", le confesó Federico Fellini cuando coincidió con ella en uno de los viajes que la modelo realizó a Roma. "Tienes que ser una estrella de La Dolce Vita", le dijo el realizador, que cumplió su promesa y la incluyó en el elenco. Aunque su papel era breve, Nico destacó por encima de muchos de los demás actores del filme. Tanto es así que, para cuando Warhol y ella coincidieron en París, el pintor ya sabía de sobra quién era. Entre otras cosas, porque tenía fotografías de las escenas en las que aparecía ella, pegadas en uno de los álbumes en los que acumulaba recortes y recuerdos.

Aunque Nico ya se había codeado con estrellas como Chet Baker, Bob Dylan —con el que llegó a tener un romance— o Alain Delón —padre de su hijo Ari, por mucho que el actor francés siga sin querer reconocerlo—, la llegada de Nico a la Factory de Warhol la convirtió en una superestrella. Protagonizó uno de los famosos screen tests del pintor, frecuentó las fiestas que organizaba el artista, acudía a las inauguraciones de las galerías más prestigiosas y, junto a The Velvet Underground, grabó temas como I’ll be Your MirrorFemme Fatale y la canción favorita de Warhol, All Tomorrow’s Parties. Además, participó en la película Chelsea Girls. Tras abandonar The Factory, comenzó una carrera musical en solitario, se hizo adicta a los opiáceos y se afincó en Ibiza, isla en la que falleció en 1988 a consecuencia de un absurdo accidente de ciclomotor.

OLVIDADA POR CASI TODOS

En 1996, The Velvet Underground entró en el Rock And Roll Hall of Fame, el máximo reconocimiento para un artista de rock estadounidense. En la ceremonia, presentada por Patti Smith, participaron John CaleLou ReedMoe Tucker y Sterling Morrison, miembros originales de la banda que, conscientes de la trascendencia del acto, dejaron a un lado sus rencillas personales. Sin embargo, y a pesar de ser también miembro de la primera formación de The Velvet Underground, el nombre de Nico no fue mencionado por los organizadores o sus antiguos compañeros.

Diez años más tarde, cuando un grupo de concejales de su ciudad natal, Colonia, propusieron dedicarle una plaza, la iniciativa fue rechazada porque la artista había sido adicta a las drogas, dolencia que, para los concejales coloneses, resultaba menos honrosa que ser esclavista, empresario explotador, gobernante sanguinario o perfiles semejantes. "Nico no fue valorada durante la mayor parte de su vida y, desde su muerte, ha sido olvidada y descartada. Por otra parte, es sencillo dar de lado a alguien que se atrevió a no vivir de acuerdo con la normalidad socialmente aceptada", comenta Jennifer Otter Bickerdike, doctora en Estudios Culturales especializada en rock, cuya biografía sobre Nico, You are Beautiful & You Are Alone, acaba de ser publicada en castellano por la editorial Contra.

Aunque en la actualidad pueda estar olvidada para las generaciones más jóvenes, durante varias décadas la figura de Nico fue objeto de varias biografías, las cuales adolecían de un rasgo que, desde su origen, ha marcado el devenir de la música rock y la construcción de su relato: estar escritas por hombres.

"La música popular del siglo XX ha sido un arte producido y contado principalmente por hombres. Por eso creo que era crucial que la historia de Nico fuera por fin contada por una mujer. De hecho, casi todas las reseñas y entrevistas escritas sobre ella están hechas a través de la lente del género masculino, lo que provoca que aparezca presentada de un modo en el que nunca serían presentados los hombres. Por ejemplo, a Nico todavía se la valora principalmente por su apariencia y se suele hacer referencia a la 'pérdida' de su 'una vez gran belleza'. La discriminación por edad no solo es real, sino que es más frecuente hoy que nunca y resulta especialmente cruel y despiadada si te atreves a ser mujer o te identificas como tal", explica Bickerdike, cuyo objetivo a la hora de escribir You are Beautiful & You Are Alone era diferenciarse de los anteriores trabajos sin que ello supusiera renunciar al rigor o la investigación veraz.

"Con tantos mitos en torno a Nico, era imperativo que mi biografía fuera lo más factual posible y diferenciara los hechos de la ficción. Ningún otro libro sobre ella ha hecho esto antes. Por ejemplo, en esos otros trabajos no está claro dónde y cuándo se celebraron las entrevistas o cómo se consiguieron originariamente las informaciones. Por eso para mí fue prioritario descubrir la verdad", explica la autora.

A pesar del machismo, de la indolencia de unos críticos que, en lugar de valorar la original y creativa propuesta musical de Nico en solitario, se empeñaban en reclamarle que repitiera una y otra vez lo que había hecho con The Velvet Underground, la artista alemana se convirtió en una avanzadilla para las mujeres que se dedicaron a la música en las décadas posteriores. "La influencia de Nico ha sido muy amplia. Era única. Hacía música porque tenía que hacerla, no porque quisiera ser una ‘marca’, tener ‘seguidores’ o ese tipo de cosas. Sin lugar a dudas, muchas de las mujeres más inspiradoras que vinieron después no hubieran podido desarrollar su trabajo si Nico no les hubiera abierto ese camino extraño y loco para que lo transitaran", afirma Otter Bickerdike que, conocedora de la trayectoria de la artista, está convencida de que esa influencia no fue en absoluto premeditada. "No creo que Nico tuviera un plan para su vida, más allá del de escapar del infierno de la Alemania nazi en la que nació".

Nico, la artista que cantó a las fiestas pero siempre estuvo sola.