El Carnegie Hall de Nueva York, una de las salas de conciertos más respetadas por las salas de la gran manzana, celebró el pasado 10 de mayo un cumpleaños. Hablamos de un escenario en el que han mostrado su talento gente como Chaikovski, Rajmáninov, Maria Callas o Luciano Pavarotti, y más específicamente (en lo relativo al jazz, que es lo que nos compete), Ella Fitzgerald, Billie Holiday y Miles Davis, por citar solo algunos. Vamos, que a sus tablas solo suben músicos con pedigrí, leyendas, con lo que su apertura para un evento de estas características solo podía deberse a que el cumpleañero era uno de los grandes. Y así era, porque esa noche quien sopló las velas era el mismísimo Ron Carter.

Dos datos son suficientes para explicar a los neóficos la magnitud del afamado contrabajista: es difícil saber en cuántas grabaciones ha participado el veterano músico, de 85 años, a lo largo de su carrera, pero los más comedidos dicen que su nombre aparece, como solista o artista invitado, en más de 2.200 discos (y los hay que hablan incluso de 3.500). Por otro lado, de él se recordará siempre su valentía para lanzarse como líder de un proyecto musical en una época en la que los bajistas –salvo Charles Mingus y Oscar Pettiford– no solían montárselo por su cuenta. Hablamos de principios de los sesenta –cuando sale su primer álbum, Where? (1961), junto a Eric Dolphy y Mal Waldron–, y aquella demostración de fuerza y carisma le valió para formar parte de uno de los quintetos más talentosos de la historia del jazz: con Wayne Shorter, Tony Williams, Herbie Hancock y el propio Miles Davis.

Así pues, solo con estos dos datos es fácil entender la magnitud de la que es la primera confirmación de la cuadragésimo primera edición del Cartagena Jazz Festival, que tendrá lugar durante el próximo mes de noviembre y cuya programación completa se presentará a principios de octubre. De momento, solo se sabe que Ron Carter estará sobre las tablas del Nuevo Teatro Circo la noche del viernes 11 del penúltimo mes del año, y que las entradas solo saldrán a la venta una vez se desvele el cartel con el resto de artistas invitados, pero eso ya es suficiente como para que los aficionados se muestren ansiosos de que la música vuelta a sonar en la ciudad portuaria. Además, el concierto que dará en Cartagena se enmarca dentro de la gira de despedida del aclamado músico, con lo que se trata de una oportunidad única e irrepetible para ver en vivo a una leyenda como hay pocas en el género.

Las cifras de grabaciones son la mejor muestra de ello. De hecho, no solo es cuestión de tener en su currículum un número de discos casi irreal, sino que en 2015 –y mucho más ha registrado desde entonces– los premios Guinness le coronaron como el bajista de jazz con más participaciones de la historia. Además, no son álbumes cualquiera: míticas son ya sus interpretaciones para trabajos de Aretha Franklin, Roberta Flack y The Rascals finales de los sesenta, pero también su acompañamiento a las rimas del rapero Q-Tip y compañía en The Low end theory (1991), quizá el disco más aclamado de la banda de culto A Tribe Called Quest. Porque Carter siempre ha sido un músico de mente abierta, que ha incursionado en la música clásica como chelista, en el rock, el soul y el hip-hop (a recomendación de sus hijos).

Quizá por ello, Stanley Clarke, otro bajista legendario que el pasado mes de julio pasó por el Jazz San Javier, se refiere a Carter con estas palabras: «Ron es como el centro de un círculo concéntrico. Controla casi todo en las bandas donde participa, y en cada uno de sus discos el bajo se escucha claramente. Es la culminación de los grandes bajistas que lo precedieron, como Mingus, Pettiford y Paul Chambers. Hoy no hay bajista que no tenga influencia suya», reconoció este otro gigante del jazz.