Juan Francisco García Saorín tomó posesión en abril de 2019 del puesto de director del Villa, y, con él, se convirtió en el máximo responsable del Festival de Teatro de Molina. Hemos hablamos con él para conocer cómo lo afronta él y qué podemos esperar los espectadores de esta quincuagésimo tercera edición de uno de los proyectos más longevos de la cultural regional.

¿Todo listo?

Bueno... [Risas]. En un evento de este tipo siempre quedan detalles que pulir. Pero sí, ya estamos preparados para acoger esta nueva edición.

Teniendo en cuenta que realmente es la semana que viene cuando esta edición tomará velocidad –con una representación al día–, lo de mañana se presenta como un aperitivo. Pero qué aperitivo...

¡Desde luego! Es un aperitivo pero casi que sirve como comida única [Risas]. Programar este espectáculo [Que salga Aristófanes, de Els Joglars] ahora es una forma de trasladarle al público la idea de que este festival es una fiesta, una fiesta del teatro. ¿Cómo? Haciendo coincidir esta representación con las fiestas de Molina, que son este fin de semana. Eso sí, después hacemos una pequeña parada para no saturar la agenda cultural de los próximos días y, efectivamente, el martes retomamos para no parar ya hasta el domingo 2 de octubre.

¿Y qué supone traer a Els Joglars para la inauguración de esta quincuagésimo tercera edición del festival?

Para nosotros poder contar con ellos es algo muy especial. Para empezar, porque es una compañía que ha estado muy ligada siempre a este festival, habiendo participado en numerosas edición, y, por supuesto, porque hablamos de una de las grandes grandes del país. Pero, sobre todo, porque este año, coincidiendo con su sesenta aniversario, la Asociación de Amigos y Amigas del Teatro Villa ha decidido otorgarles el Premio a la Trayectoria que se entrega siempre en el marco del festival; de hecho, lo recogieron durante la presentación del cartel, en un acto que tuvo lugar el pasado julio. Además, sabemos que sus propuestas son siempre bien acogidas por nuestro público, que prácticamente ya ha agotado localidades.

Así que, si alguno de nuestros lectores tiene interés, que se dé prisa...

Sí. Pero bueno, nuestra prioridad no es recaudar, sino que la gente vea espectáculos de calidad y disfruten con ellos. Y con Els Joglars lo van a hacer, desde luego.

Lo mencionaba antes: Els Joglars están celebrando su sesenta aniversario, pero es que el festival de Molina no tiene muchos años menos que la veterana compañía catalana... ¿Da vértigo tener entre manos un evento de semejante tradición?

Podría, sí, pero depende de cómo lo mires. Para mí, por ejemplo, es un estímulo. Desde que soy su director, el Festival de Teatro de Molina me ha supuesto una fuente tremenda de aprendizaje, y nuestro objetivo siempre ha sido detectar lo que se ha hecho bien –que han sido muchas cosas– y darles continuidad. Porque, pese a llevar ya cincuenta y tres ediciones, queremos alargar la vida del festival, pero profundizando siempre en su personalidad, en las características que lo definen. Queremos ofrecer espectáculos de calidad, pero que sean diversos, de procedencia, texturas y estilos distintos; queremos arriesgar, queremos seguir buscando nuevos públicos.

¿Y cuál cree que es la clave para haber superado la cincuentena (cosa nada fácil en el mundo del espectáculo)?

Que es un festival de gran arraigo en toda la Región, pero, principalmente, en la sociedad molinense. Nuestros vecinos vendrán o no vendrán a las representaciones, pero todos sienten que éste es su festival. Esto hace que el Ayuntamiento –que es su principal financiador– entienda que es un proyecto imprescindible, necesario, y eso (el apoyo institucional) unido al respaldo del público nos han dado una fuerza y vitalidad como festival que, efectivamente, no es fácil de encontrar en el mundo del espectáculo. Además, creo que el Festival de Teatro de Molina cumple una función de faro o guía cultural en toda Murcia, porque por aquí pasan las mejores compañías, los mejores espectáculos, y es una forma de saber por dónde van los tiros, qué es lo que se cuece en las artes escénicas españolas.

Porque, como decía, no solo programan obras de gran repercusión mediática –como Que salga Aristófanes–, también pequeñas joyas escondidas.

Claro, de eso se trata. En este edición tenemos, por ejemplo, a Teatro Corsario, con un espectáculo de títeres para adultos muy interesante; bueno, y Las aves, de La Calòrica. Quizá no son las compañías más conocidas, pero, como dices, son «joyas» que merece la pena ver.

Otra de las claves, si me permite, es que desde la organización se está poniendo mucho empeño en garantizar el futuro del festival con proyectos como el campus de verano y el Premio Joven de Teatro.

Sí. Para nosotros es muy importante ir en la búsqueda de nuevos públicos, ya que entendemos que los jóvenes son los espectadores, no solo del futuro, también del presente. Queremos hace que, como me pasó a mí en su momento, se enamoren del teatro, que sientan cómo se les mete por las venas y las recorre el cuerpo como un veneno. Por eso preparamos una programación especial dirigida a ellos y que incluye espectáculos con que, ya sea por géneros, temáticas o tratamiento, se vean reflejados, se sientan apelados.

Juan Francisco, sé que me va a decir que todas las obras son geniales, pero... ¿se anima a recomendarle alguna (o algunas) a nuestros lectores?

[Ríe] El principio y el final de la programación son imprescindicbles, con Els Joglars y Atalaya TNT, que estrenarán aquí su particular versión de Esperando a Godot, de Becket. Pero, más allá de eso, hay un espectáculo que a mí me parece fabuloso y que ya te he mencionado antes: Las aves, de La Calòrica, una compañía que hoy quizá no sea muy conocida, pero que estoy seguro de que va a dar mucho que hablar. Bueno, y el de Teatro Corsario, Celestina infernal, también. Y no hemos hablado de la danza (con la Cía. Maduixa) ni del teatro de Calle... Y tampoco del teatro regional, que está muy presente en esta edición. Pero no desde una perspectiva chovinista, sino por la calidad de sus propuestas. Qué suerte tenemos de poder contar con una compañía como Grupo Puja!, con una creadora como Sophia Acosta, con proyectos como los de Enkibu Teatro y Onírica Mecánica, con obras como La perspectiva del suricato... Ojalá este festival se convierta para todos ellos en una plataforma desde que mostrarse.