La Opinión de Murcia

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¿Qué conservarías del patrimonio de la Región de Murcia? San Ginés de la Jara

San Ginés de la Jara

O portunamente me indica Javier Lorente que hoy, 25 de agosto, es la celebración de San Ginés de la Jara, elección que hizo para esta Cápsula, por lo que aprovechamos el día para hablar del ruinoso monasterio, las ermitas del Monte Miral, dependientes del mismo y en su misma ruinosa condición, y su triste historia reciente. A prudencial distancia de la costa sur del Mar Menor, pero lo suficientemente cerca de este para gozar de las bonanzas climáticas de la zona, en rico terreno que pertenece a la diputación cartagenera de El Beal, podemos ver la silueta del que fuera monasterio de referencia del Campo de Cartagena y muy antiguo lugar de peregrinación desde diferentes puntos. Con el repoblamiento cristiano, tras la Reconquista de estas tierras por Alfonso X, allá por el 1250 se establece un pequeño grupo de monjes agustinos en el paraje que, según cuentan, ya había sido con anterioridad sitio de culto en época visigoda, aunque no se ha podido confirmar fehacientemente, y más tarde rábita de los musulmanes, quienes durante un tiempo continuaron visitando el sitio, ya cristianizado, por devoción a San Ginés, al que emparentaban con su Gran Profeta Mahoma.

    He tenido que recurrir a un texto de D. Juan Torres Fontes para entender la leyenda o leyendas sobre San Ginés y su vinculación con La Jara, pues a lo largo del tiempo se entremezclan desconcertantemente varias historias entre los devotos. La primera, que ya circulaba en el siglo XII y que al parecer había dado lugar al culto visigodo a este santo en el lugar, cuenta que la cabeza de Ginés de Arlés, mártir galo decapitado hacia el año 303, fue traída milagrosamente por ángeles desde Francia a este paraje cartagenero. Más tarde se habla de un hombre santo, igualmente de nombre Ginés, de noble origen francés, que naufragó frente a la costa de Cabo de Palos hacia el año 800, salvándose milagrosamente y permaneciendo como eremita hasta su muerte en la zona de La Jara, concretamente en el Monte Miral. Ambas leyendas tienen profundo calado en el Reino de Murcia y fuera de sus fronteras, teniendo a San Ginés como protector de las labores del campo y especialmente de los cultivos de viñedos y santo muy milagrero, convirtiéndose en patrón del Campo de Cartagena desde 1677, con peregrinaciones y romería de gran popularidad.

     En 1260, la comunidad agustina se encuentra aquí bien asentada, pero apenas tres décadas después ,y por motivos desconocidos, abandonan el cenobio, sin querer desligarse de la propiedad de estas tierras, lo que provoca disputas entre esta orden y el Cabildo de Cartagena. Habrán de pasar casi dos centurias, en las que continuó como lugar sagrado, para que volvamos a encontrar activo y remozado el convento, esta vez con la orden franciscana. El culto a San Ginés, instaurado oficialmente por Paulo III en 1541, contaba ya con gran devoción en la zona, propiciando que numerosos ermitaños se instalaran en las inmediaciones, concretamente en una pequeña y árida elevación, el Monte Miral, donde todavía se pueden ver los restos de tres de las minúsculas ermitas, nueve fueron al parecer, anteriores o coetáneas de las obras más antiguas del monasterio, importantísimo legado histórico de nuestra Región hoy en gran peligro de desaparición. Durante los siglos XVI y XVII, con el patronato de los Vélez y bajo la actuación del Ministro Provincial de los Franciscanos de Murcia, Diego de Arce, el esplendor del monasterio es evidente; los escudos de la casa de los Vélez y de la orden franciscana se superponen sobre la puerta de acceso a la iglesia como testimonio de ello. Se realizan entonces las distintas obras que configuran su arquitectura definitiva, con algunas adiciones durante los primeros años del s. XVIII. Sobre la que fuera originalmente torre-fuerte y pequeña ermita se construye la casa monástica en torno a un recoleto claustro, la iglesia y su campanario, el cementerio y los hermosos huertos, rodeados de tapias. Parte de su patrimonio artístico, desaparecido, se atribuye al pintor manierista Miguel Barroso, autor de importantes obras en El Escorial.

    Así, entre el renacimiento, ejemplo que permanece en la fachada, y el barroco, la iglesia contenía un más que digno patrimonio entre pintura, imaginería, retablos y azulejería. La exclaustración de los franciscanos, en la desamortización de Mendizabal (1835), supone el inicio de su decadencia. Subastado como finca, pasa a manos de la familia Starico, quien lo transformará en vivienda de explotación agrícola. A principios del XX es adquirido por Manuel Burguete, pasando después por sucesivos propietarios que no han valorado la importancia de este conjunto, movidos por la especulación.

    Cuando en 1992 el monasterio y las ermitas obtienen por fin la declaración de Bien de Interés Cultural, poco o nada queda de su antiguo esplendor, solo referencias escritas, minuciosas son las del Licenciado Cascales, y algunas antiguas fotografías en las que ya se aprecia el saqueo y abandono.

    La asociación en defensa del Patrimonio Hispania Nostra lo incluyó en su Lista Roja en 2009, uniendo fuerzas junto a las voces que claman por su recuperación desde hace años, especialmente la de la Asociación de Amigos del Monasterio de San Ginés de la Jara y las Ermitas del Monte Miral, de la que es presidente nuestro invitado, Javier Lorente, nacido y criado en el mismo. Hoy, el cascarón ruinoso de este conjunto reclama su urgente rehabilitación.

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