La Universidad Popular es un vivero de crecimiento de la Cultura y el Arte en Mazarrón y el incombustible motor que la mueve, «siempre en modo participativo y horizontal», es José María López Ballesta, su director. Estamos en verano y José María se retira a una casa rural familiar, rodeada de huertos y montañas y con una privilegiada vista, en el horizonte, al mar Mediterráneo. Pese al calor general, en el porche corre un fresquito inusual que viene de la costa.

Lo veo fantástico. Hablamos de su trayectoria, de sus próximos proyectos y de estos dos años de pandemia, en los que lo he visto poco. A él se le han torcido algunas actividades y otras cosas: «He pasado por la ‘grave enfermedad’, de la que parece que he salido, así que he decidido pedir una prórroga y no jubilarme aún, como me tocaba. Quiero estar unos meses más, cerrar cosas y llevar a cabo un par de ambiciosas exposiciones que había tenido que frenar». Y me cuenta, desde el principio, que es natural del pueblo de Mazarrón y que su padre se quedó huérfano muy joven y pronto tuvo que ponerse a trabajar en un molino de piensos. Su madre fue peluquera y me da que pensar que tal vez por eso José María siempre lleva esos cortes de pelo tan impecables, pienso mientras sigo tomando notas, que este hombre se explica muy bien.

Estudió Bachiller y COU en Murcia, y después Magisterio y Psicología de la Educación. Enseguida fundó la Asociación Centro de Estudios Mazarroneros, en aquellos tiempos de agitación social y cultural previos al Cambio de 1982. Fue uno de los que asistieron a aquella reunión estatal en la que se constituyó la Federación de Universidades Populares, y se arremangó para poner en marcha la de Mazarrón a partir de 1981. «El proyecto era un sueño y no sabíamos si tendría continuidad, no teníamos sede estable e íbamos mendigando locales para impartir nuestros primeras actividades y talleres, como la Educación de Adultos. Fuimos ganando apoyos, aumentando en talleres y matrículas y mejorando en la sede. Así hasta hoy, cuarenta años después, que somos la entidad más valorada en Mazarrón, después de la Cruz Roja».

Y me habla de las distintas áreas de la UP: Informática, Idiomas, Actividades Culturales y Animación Sociocultural. Llevan 31 años haciendo Teatro con gente del municipio. Promueven, desde el inicio, la literatura, la poesía y los cuentos. Convocan unas Jornadas de Historia y estudios sobre Mazarrón, el encuentro Ficaria, con expertos de muchos países, que ha colocado a Mazarrón en el calendario científico internacional. Y entre otras actividades de la UP, es muy conocido el Concurso Internacional de Cuentos, así como las más de 300 exposiciones de artistas locales y de la Región: «La primera gran exposición, en 1984, fue de Coronado, y para ello gestionamos y arreglamos la Iglesia de San Andrés con 300 mil pesetas. Hasta entonces no había un lugar para exponer en nuestro municipio», y añade: «También gestionamos la subvención de 330 millones de pesetas para la rehabilitación, con una Escuela Taller, del antiguo Instituto, para situar allí la sede de la UP.

José María y su equipo han trabajado siempre con reflexión y mucho criterio: «La cultura es la identidad de una sociedad y no puede ser tratada como una mercancía. Nosotros hemos trabajado para todos y con los gobiernos más dispares, con autonomía y libertad, pero con lealtad al Ayuntamiento», y prosigue: «La UP ha promovido proyectos de la zona tan interesantes como el Grupo Almagra y otros muy diversos, proyectos que necesitan esfuerzos y apoyos para conseguir una comunicación intercultural e interdisciplinar. Trabajamos por nuestra identidad que siempre es diversa, y de ahí surge la cohesión de un pueblo», y claro, esto sólo se consigue con personas como él, entregadas a la tarea, siempre reciclándose y aprendiendo, trabajando sin mirar horas ni días festivos, con el mismo mimo y buen gusto como el que utiliza para diseñar el catálogo o el montaje de la una exposiciones. Y termina, como un Maestro: «Lo importante en las acciones culturales es su continuidad, el proyecto, que no sean flor de un día, ni meros fuegos artificiales».