La Opinión de Murcia

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Sesioneros (2)
Música Teclista

Carlos Campoy: "Los grupos en los que toco me dejan margen de libertad"

Ha tocado el teclado en instituciones de la música popular de esta Región como Ferroblues o Los Marañones, con los que sigue colaborando. También toca con Joaquín Talismán y con Bantastic Fand: donde haya hueco para una improvisación inteligente, allí estará él

«Los grupos en los que toco me dejan margen de libertad»

Continuamos con esta sección en la que, bajo el nombre de Sesioneros, en los próximos días pasarán algunos de los músicos que trabajan en estudios de grabación o prestando sus servicios como músicos de directo, a los que debemos tantos momentos de disfrute como a las estrellas de turno (o más). Hoy es el turno de Carlos Campoy, gran músico y excelente profesional que ha puesto sus teclas al servicio de numerosos nombres, desde Ferroblues a Grrr! o Los Marañones.

¿A qué edad empezaste a tocar tu instrumento? ¿Cómo llegas al mundo de la música? ¿Hay precedentes en tu familia?

Empecé con la música como a los seis años. Los reyes me trajeron una guitarra. Tuve un tío abuelo compositor de cuplés y que tocaba el violín en una orquesta, la del Liceo, en Barcelona. En aquellos tiempos era muy común tocar y cantar en casa, en familia…Cuando llegaron la radio y el disco eso se fue perdiendo. Mi abuela Carmen, que era una señora muy artista, tocaba la guitarra.

De hecho, todo lo que guardo de ella es un cuadro (también pintaba) y su guitarra, que está colgada en mi habitación. Luego me apunté al conservatorio, estuve varios años hasta que lo dejé. Llegué a hacer cuatro años de piano, pero creo que todo lo que sé de música lo he aprendido luego por mi cuenta. En aquellos tiempos el conservatorio en Cartagena no era profesional y no llegó a atraparme. Supongo que mis padres me animaron a empezar, pero recuerdo que para elegir el piano me influyó una película que echaron por la tele, la vida de Chopin, que tenía, claro, momentos muy románticos.

Recuerdo también que el primer single que me regalaron era de piano, Alicia de Larrocha. En una cara, Para Elisa y en la otra, Marcha turca. Aún lo tengo. Al llegar al instituto descubrimos a los Beatles y desempolvé la guitarra, que había arrinconado. A esos 14 años aprendí a hacer los acordes, y con un libro de canciones de los Beatles y las cintas de casete o los elepés fui practicando. En mi casa había un piano. En el conservatorio no había aprendido a tocar acordes a partir del nombre (C, Am, etc…); en el piano aprendí a tocarlos todos casi por regla de tres. Ya en el instituto me subí al escenario. Con los compañeros (amigos que aún conservo) formamos un grupo de folk celta donde tocaba el violín.

Afortunadamente, de mis interpretaciones al violín no quedan registros. Llegamos a tocar en festivales de folk, y aún hay quien recuerda alguna actuación nuestra en Cartagena. El grupo se llamaba Láguena. Poco después, siendo universitario, estuve en el TUM (Teatro Universitario de Murcia) como músico, a veces en directo y otras grabando. En esos mismos años empecé a tocar con Fernando Rubio y Amador Blaya en lo que al cabo de pocos años sería Ferroblues, pero entonces era la Primitiva Miraculous Blues Band. Allí aprendí a usar la escala de blues.

En esa época universitaria me apunté a las clases de jazz de Jose Luis Santacruz; allí también accedí a materiales sobre armonía. Conocí allí a gente como Santiago Campillo o Fede Charton, con el que lustros después tocaría en Grrr! Lo que más me quedó de aquello fue el gusto por la improvisación, que afortunadamente puedo seguir manteniendo, en su justa medida, en los grupos en los que toco, ya que no tengo que seguir arreglos estrictos previos. En lugares como el Arlequín había un piano, pero para tocar en otros lugares tenía que pedir prestado o alquilar cualquier cosa con teclas, hasta que junté algo de dinero, y al llegar a la tienda me colocaron un órgano con tiradores. Era lo único que había por el dinero que llevaba, de segunda mano, marca Intercontinental. Así que me hice organista.

¿Qué te motivó para escoger este instrumento?

Pues si te digo la verdad, no lo sé muy bien. Si me remonto a los principios, diría que era una atracción irracional, respeto y admiración. A día de hoy lo sigue siendo, aunque la perspectiva es diferente, pues lo considero un trabajo que exige mucha dedicación.

¿Cuáles han sido tus principales referentes musicales?

Me resulta difícil hablar de referentes. Escucho a pianistas como Bill Evans, Monk o Jarret, pero no toco ni intento tocar como ellos. Cualquier pianista u organista me resulta interesante y merece una escucha atenta. He escuchado mucho organista de soul-jazz, especialmente en la época de Grrr! Tengo cierta debilidad afectiva por Booker T. Como acompañante me inspiran las secciones de vientos o cuerda y las guitarras rítmicas, cuando soy solista a veces imagino una voz, un saxo… En general me encuentro cómodo con la música de los 60 y 70 a uno y otro lado del Atlántico. No me atrae la música demasiado ruidosa, ni la demasiado simple. Me gusta, cuando toco, que haya un margen de improvisación y de diálogo entre los músicos. Que suene diferente cada vez. Escucho mucha música llamada clásica, desde el Renacimiento al siglo XX. Me gusta la historia de la música y su relación con el mundo en el que vive, y sentir cómo unos estilos alimentan a otros y se van transformando y mezclando.

¿Dónde prestas tus servicios en la actualidad?

Sigo tocando con Fernando Rubio en los Inner Demons. Empecé a colaborar con Los Marañones en aquella época, y hace ya tiempo que estoy con ellos permanentemente. Estoy en los Bantastic Fand y en Los Chamanes de Joaquín Talismán.

¿Un disco o concierto del que te sientas especialmente orgulloso?

Hay más de uno. Los dos de Ferroblues, especialmente el segundo, Blind Lizard. Allí trabajamos, durante mucho tiempo, muchos arreglos y detalles y lo recuerdo con afecto. El primero de Grrr! tiene también algunos temas míos que me gustan. De Los Marañones, especialmente el último y La Revolución. El tercero de Bantastic también lleva elementos míos de los que estoy satisfecho.

¿Directo o estudio?

Para mí son cosas diferentes. Y despiertan sensaciones también distintas, activan zonas distintas de la experiencia. Creo que el directo concuerda bastante con mi sentimiento mágico de la música, y además incluye la presencia del público, el viaje, los lugares distintos…

¿Qué momento o experiencia destacarías por encima de todos, a lo largo de tu carrera, acompañando a otros músicos o en solitario?

Ha habido muchos grandes momentos. En el Lemon pop con Marañones. En el festival de jazz de San Javier con Ferroblues. Con Ferroblues también cuando arrancaba la sala Siroco, en Madrid. Los festivales de blues de Cerdanyola, En Cazorla blues con Bantastic… Las salas pequeñas donde el público está escuchando en silencio; otras veces, las salas ruidosas aportan su toque desenfrenado contagioso.Telonear a Chuck Berry con Ferroblues es un momento que jamás olvidaré, aunque a Chuck Berry apenas pudimos verlo.

Defínete como instrumentista. ¿Cuáles son tus cualidades principales?

He aprendido escuchando y también leyendo. Desde hace un tiempo disponemos de muchos materiales gracias a internet; pero mi época de formación es previa a eso. Por decir algo, creo que he aprendido a escuchar a los demás.

¿Asuntos pendientes? ¿Tu próximo proyecto, idea, aventura, locura...?

Tengo en el aire un compromiso teatral. Saldrá un disco de Nacho Para donde he grabado las teclas y también he hecho algunos arreglos. Supongo que en algún momento de mi vida intentaré grabar algunas canciones, no sé si lo conseguiré. Por lo demás, seguir disfrutando de la amistad y la música sobre un escenario. Y también, espero, fuera de ellos.

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