La Opinión de Murcia

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Tito Ramírez Músico

"Ponerme un antifaz me permite escupir la verdad"

Las Xtraordinary Nights de Cartagena reciben mañana a uno de los tipos más carismáticos que recorren este país con una guitarra colgada

Tito Ramírez. | EL VOLCÁN MÚSICA

Se le ha llamado TNT Ramírez. También ‘El fantasma del mambo’. Él, con un sospechoco acento granadino, solo concede que Ramírez es su apellido real y que lo de Tito viene de la terminación de su apodo infantil. En 2016 publicó sin dar explicaciones Be my girl/lonely girl, un single que pasó para muchos entendidos por la gema perdida de cualquier primo lejano de cualquier geniecillo de la Fania. Se agotó a los cuatro días. Pero Tito Ramírez está vivo, mezcla boogaloo, soul, salsa, mambo y garage como si los hubiera inventado hace dos tardes y toca mañana en Cartagena.

A usted no le gustan mucho las entrevistas.

No me gustan mucho las explicaciones, porque creo que rompen la magia y el misterio, pero si hay que darlas...pues se dan, y gustosamente.

¿Las considera un mal necesario?

Imagino que es normal que la gente quiera saber y que entra dentro del negocio. A mí, como espectador, también me gusta saber de los músicos, pero pienso que se suele caer en explicar las obras de arte, que creo que se deben explicar por sí mismas, y se tiende a romper ciertos misterios que a mí me gusta que sigan siendo eso, misterios.

¿Le molesta que se intente descubrir su identidad?

No. Lo entiendo, de hecho. Pero vamos, rehuyo a esa pregunta de una forma clara.

Dice que el público tiene un lienzo en blanco con el que construir su identidad. Al mismo tiempo, ese lienzo también lo tiene usted para formar a Tito Ramírez. ¿Qué parte le interesa más?

El público construye con la información que yo le doy. Pasa también con las canciones. A veces la canción habla de un tema, pero si no concretas lo suficiente y retiras ciertas pistas, la canción coge un significado más abierto, cada una la hace suya y, por lo tanto, se hace universal. Eso me interesa mucho.

Lleva varios años en la música. ¿Tito Ramírez es su personaje definitivo?

Nunca se sabe, yo creo que alguna cosilla aún me queda por inventar.

Es el capo de Antifaz Records, un sello que edita sobre todo música firmada con seudónimo. ¿Por qué es tan importante mantener el misterio?

A veces uno escucha un disco antiguo que no tiene portada y le toca imaginar quién toca esa canción, quién la grabó...no sabes la raza, a veces ni el sexo...es una sensación que suelen tener los coleccionistas de discos, es un estímulo que me gusta y que quiero reproducir. A veces el seudónimo también sirve para que ciertos artistas jueguen en terrenos que no pisarían si fueran a cara descubierta, o incluso para evitar ciertos contratos de exclusividad que tengan con otros sellos.

En esta época de hiperconectividad parece imposible, pero hubo un tiempo en que ese misterio era casi la norma.

Sí, ahora son las redes sociales, pero eso siempre ha sido la elección del artista. En redes sociales, sin ir más lejos, muestras lo que quieres mostrar. Para las generaciones más jóvenes quizá sea más normal mostrar lo cotidiano, pero yo, por ejemplo, nunca he tenido redes personales, siempre han estado vinculadas a mi trabajo. Todos tenemos el poder de hacer de nuestra vida un ‘Gran Hermano’...o no.

¿Qué aprendió de todo lo que rodeó el lanzamiento de su primer single, Be my girl/Lonely man?

Que quizá la ausencia de información puede ser más llamativa que el exceso de información. Y que el éxito, aunque es un éxito muy pequeñito, en una escena muy underground, puede generar envidia.

¿Ni siquiera de niño tuvo el sueño de músico-famoso-al-que-paran-por-la-calle?

No. Para nada, también por eso uso el antifaz. Pienso que la gente muy famosa no lo pasa del todo bien tampoco. Yo lo pasaría mal, al menos. A mí me gusta pasear por la calle y que no me paren. Alguna vez me han reconocido, y eso que a mí no me conoce casi nadie, estoy en una escena muy pequeñita, pero a mí me agobiaría. Me gusta que mi música guste a cuanta más gente mejor, claro, y a todo el mundo le gusta que le digan que lo que hace está bien, yo lo agradezco, pero a mí la popularidad...yo lo tengo claro, lo pasaría mal.

El escritor Harry Crews solía decir que su trabajo como novelista era construir montañas de mentiras sobre las que asentar una verdad monumental. ¿En su música hay algo de eso?

Pues espero que sí. Ponerme un antifaz, ese escudo, me permite escupir la verdad. Lo hago con menos miramientos de lo que lo haría sin esa protección. Me daría bastante más reparo. Hay partes del proyecto que son puro disfraz y puro maquillaje, pero considero que hay mucha verdad y mucha honestidad en las canciones.

Ha grabado con Los Malinches, que son los apóstoles murcianos de esa psicodelia latina que usted también transita. Se diría que hablan el mismo idioma.

Totalmente. Soy muy amigo de Pablo [Ruiz, guitarrista también de Los Granadians, banda en la que Ramírez canta], que ya no toca con ellos, y él siempre anda metido en estudios de grabación. Se juntó que yo no tenía banda. Pensé en ir a Murcia sabiendo que ellos tienen muy buen gusto musical y que la cosa pintaba bien. Tocaron conmigo, aunque se vino mi mano derecha, el bajista Manuel Espinosa, pero Los Malinches fueron la banda de acompañamiento para aquel single. Y encantado, porque tienen mucho talento y van hacia arriba.

Les pasa como a usted, son artistas mayoritarios para un público minoritario.

Sí, la música que yo hago, el boogaloo, el mambo y el soul, son músicas muy aceptadas por gente que no está dentro de este rollo, y eso siempre permite que se acerque alguien que no está tan dentro de la escena. Es cierto que es un público fiel, que se preocupa incluso por desplazarse para ir a verte. No llenamos estadios, pero sí salas. Y compran discos, hablan contigo...es un buen público.

Huye de los ejercicios de estilo. ¿Cómo detecta que una canción cae en esos manierismos?

Tampoco es que le haga exámenes a las canciones para ver si son ejercicios de estilo o no, pero lo que sí intento es no luchar en contra cuando un elemento estético o musical que se sale de ese canon cae en una canción. Intento que las cosas fluyan y que suenen a mí. Es imposible que yo suene como Tito Puente, Joe Cuba o Pérez Prado. No intento emular eso, porque sé que no lo voy a conseguir, de lo que se trata es de sacar tu propio sonido, sea como sea. A veces sí que escucho una canción mía y me suena a clásico, como si hubieran estado ahí antes de que yo las hubiera compuesto. Eso para mí es un triunfo, y me indica que voy por el buen camino.

¿Adónde quiere llegar con esta mezcla de mambo, salsa, soul, rhythm and blues, garage...?

No es algo que me plantee. Me gustaría que esos estilos avanzaran de alguna forma, o que yo los interpretara de una forma personal, que fuera mía y de nadie más. Y no mirar solo al pasado, si un elemento fresco se cuela, hay que dejarlo convivir y no ponerse a pensar si eso lo hubieran hecho así en el año 67 o no.

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