La Opinión de Murcia

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Cine

Las mujeres productoras alimentan el ‘boom’ del nuevo cine español

Imagen de la película Alcarràs

En los últimos años se ha hablado mucho del ‘boom’ de las mujeres directoras, de cómo han amplificado su presencia en nuestra industria, de esa nueva generación que se ha abierto camino con historias narradas desde su particular mirada y sensibilidad, expandiendo el abanico de temas y de estilos. Ya no es algo residual como hace 20 años. La armada femenina se amplía año tras año y se consolida gracias a su talento, cruzando incluso fronteras.

Este año, en la Berlinale, Carla Simón ganó el Oso de Oro con Alcarràs y en la sección Panorama se presentó Cinco lobitos, ópera prima de Alauda Ruiz de Azúa. Además de su repercusión internacional, ambos filmes se han afianzado en la taquilla española, un reto en estos tiempos pospandemia, convirtiéndose en lo que antes llamábamos ‘sleepers’, cintas de largo recorrido en la cartelera que poco a poco encuentran su público. Y las dos tienen algo en común: están producidas en su mayor parte por mujeres.

Este año, en la Berlinale, Carla Simón ganó el Oso de Oro con Alcarràs y en la sección Panorama se presentó Cinco lobitos, ópera prima de Alauda Ruiz de Azúa. Además de su repercusión internacional, ambos filmes se han afianzado en la taquilla española, un reto en estos tiempos pospandemia, convirtiéndose en lo que antes llamábamos ‘sleepers’, cintas de largo recorrido en la cartelera que poco a poco encuentran su público. Y las dos tienen algo en común: están producidas en su mayor parte por mujeres.

No es un hecho casual y tiene que ver con el avance de los tiempos. Hasta hace poco, la producción española era terreno de hombres, que en su mayoría hacían películas dirigidas por hombres. Ahora el tándem productora/ directora es imbatible. La mayoría tiene una larga experiencia, pero es hoy cuando comienzan a visibilizarse. Muchas se han independizado y han creado sus propias empresas, a través de las que escogen con mimo sus proyectos. Así, detrás de Alcarràs está María Zamora; de Cinco lobitos, Marisa Fernández Armenteros, Nahikari Ipiña y Sandra Hermida, y de Las niñas, Valérie Delpierre.

Las mujeres productoras alimentan el ‘boom’ del nuevo cine español

Imagen obsoleta

«La imagen del productor se identificaba con la del ‘old Hollywood’, con el whisky y el puro en la mano cerrando tratos, pero es que tras eso se oculta algo clave: el dinero y el poder se asocian al hombre, y eso sigue presente en el imaginario colectivo. Pervive en el subconsciente de toda una generación y, aunque estén cambiando las cosas, queda mucho por recorrer», dice María del Puy Alvarado que, al frente de Malvalanda, logró una nominación al Oscar por Madre, corto de Rodrigo Sorogoyen (también produjo el largo homónimo).

Ahora son ellas, las productoras, las que se han encargado de cambiar el modelo. Tienen pocos referentes, así que han construido desde cero sus dinámicas e intersecciones, siempre desde el respeto y la sororidad. Esa buena sintonía se traduce en hermanamientos a la hora de sacar adelante proyectos, como en Cinco lobitos. «Hay muchas mujeres con una clara voluntad de contar historias que nos repercuten directamente, hay voluntad de reivindicación y de empoderamiento de grupo. Lo tengo claro. Y si me preguntas quiénes son mis referentes, sin duda son mis compañeras de generación, con las que tengo línea directa: nos acompañamos, nos aconsejamos, nuestra sensibilidad es parecida», dice Leire Apellaniz, al frente de Señor y Señora, junto a Aritz Moreno, con el que produjo Ventajas de viajar en tren y Apellaniz y de Sosa, junto a Ion de Sosa, tras de una de las revelaciones del año, Espíritu sagrado, de Chema García Ibarra.

Admite que sacar adelante estos filmes no es fácil. «Yo vivo en la precariedad, en la lucha, porque lo que hago es muy difícil de levantar, porque estoy defendiendo voces muy particulares que se mueven en un sitio muy extraño, y en España no hay ese perfil: de autor, pero con un presupuesto grande. Puedes ser independiente sin ambición comercial y hacer pelis experimentales, pero si quieres hacer películas independientes de más de dos millones, como los Lanthimos o los Östlund de turno, por ejemplo, tienes un problema», cuenta Leire.

El perfil del nuevo modelo de mujer productora no es solo financiero, sino sobre todo creativo: se encargan de acompañar a las directoras o directores para velar por las necesidades del proyecto. Sandra Hermida sabe lo que es liderar desde dentro ficciones más grandes y pequeñas, de la mencionada Cinco lobitos a la serie El inocente, de Oriol Paulo, de Distancia de rescate, de Claudia Llosa, a las películas de J. A. Bayona junto a Belén Atienza. Está a punto de estrenar la adaptación de Lectura fácil, la novela de Cristina Morales de la que Anna R. Costa ha hecho una serie, y Rainbow, de Paco León. «Es como la crianza, todos son mis hijos y cada proyecto tiene sus dificultades y requerimientos», cuenta desde Argentina, donde se ultima La sociedad de la nieve. «Lo importante es rodearte de la gente adecuada. Y España es una potencia porque tenemos equipos técnicos maravillosos que aúnan calidad y calidez, lo hacen todo más fácil».

Algo parecido le ocurre a Nahikari Ipiña, al frente de Sayaka, productora que montó junto a sus compañeros de promoción Nacho Vigalondo, Borja Cobeaga, Koldo Serra y Borja Crespo. Comenzó haciendo cortos y llegó a liderar la producción internacional Colossal, con Anne Hathaway. Desde que empezó se ha ido adaptando a todas las crisis que han hecho tambaler al sector. «La mayoría hemos tenido que ir sorteando las dificultades, los cambios de paradigma, así que hemos buscado otras formas de producir diferentes a las que habían sido las tradicionales», cuenta Ipiña.

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Fruto de la voluntad

Valérie Delpierre se encuentra sumida en el inicio de rodaje de 20.000 especies de abejas, debut de otra directora, Estibaliz Urresola, que ya había despuntado en el corto (Cuerdas estuvo en el pasado Festival de Cannes), y espera el estreno de La maternal, segunda película de Pilar Palomero tras el éxito de Las niñas. «Que una productora produzca a una directora puedes ser un hecho casual o puntual. Pero si ves las películas que han dado la sorpresa, es un tándem que se repite. No es casual, es fruto de una voluntad. Ellas me convencen por mayoría». «Más allá del género [femenino], se trata de los temas que abordan, las historias que quieren contar, sus propuestas y de una sensibilidad más cercana a la mía que hace que me quiera lanzar con ellas», dice Marisa Fernández Armenteros, que desde Buenpinta es una de las artífices tras El agente topo, de Maite Alberdi, que logró una nominación al Oscar.

Las políticas de las ayudas y las cuotas también han sido claves. Ahora es normal encontrar a mujeres jefas de departamentos como fotografía, montaje y sonido, incluso efectos especiales, territorios hasta hace poco liderados por hombres. «Las cuotas, los puntos, han facilitado la visibilidad, la oportunidad y la demostración de que había profesionales que podían hacerlo igual de bien o mejor que los hombres. Han servido para asentar y afianzar una normalidad que todavía no existe», continúa Fernández Armenteros, que en estos momentos trabaja junto a Isabel Coixet.

A María Zamora, que levantó el Oso de Oro junto a Carla Simón por Alcarràs, al principio no le llegaban proyectos de mujeres. Así que fue a buscarlos. «Fue una toma de conciencia activa. Me di cuenta de que estaba rodeada de mujeres muy creativas, y empecé con ellas. Luego me acerqué a escuelas, laboratorios, talleres, a CIMA, y allí estaban, esperando una oportunidad», cuenta Zamora, que ha acompañado a cineastas como Natalia Mateo, Beatriz Sanchís, Nely Reguera, Clara Roquet y Liliana Torres.

A muchas al principio no las tomaron en serio. «¿Dónde está tu jefe?», le decían a María del Puy cuando había que cerrar un trato. «Era una tortura, tenías que estar todo el rato legitimándote. Pero no queda otra que tirar para adelante. Lo que sí hice fue rodearme de gente que no estuviera con risitas y chorraditas para crear confrontación», cuenta Zamora. «Los nuevos productores [menciona a Manu Calvo, Álex Lafuente y Tono Folguera] también han cambiado, ya no tienes que demostrar nada, la relación es horizontal. No sé si nuestra generación ha tenido un techo de cristal, pero sí espero que las próximas lo rompan por completo», culmina Fernández Armenteros.

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