Por sorprendente que pueda parecer cuando hablamos de un químico enamorado de su profesión, Alberto Requena es un humanista. Claro que también podría resultar heteróclito para un murciano-eldense nacido a finales de los 40 del siglo XX comprobar que nos encontramos ante un hombre renacentista, cosa que también es Alberto. O polímata, categoría que, a la sazón, era anhelada por todos filósofos clásicos griegos, y que no era otra cosa -nada más y nada menos- que alcanzar conocimientos profundos en las más variadas disciplinas. Todo es excesivo en Alberto, comenzando por el número de estudios que ha cursado, la cantidad de actividades que ha desarrollado y los ámbitos en los que es capaz de perorar -siempre en el buen sentido- este hombre que parece haber vivido varias vidas a un tiempo.

«Así como hay especialistas en la crianza de los caballos, yo soy especialista en la crianza del ser humano», afirmaba Sócrates. Y algo así podría haber dicho -sin que le reste méritos los 2.500 años de retraso respecto al filósofo- Alberto Requena.

Profesor titular de Química Física en la Universidad de Murcia desde 1979, a Alberto Requena le ha dado tiempo a poner en marcha el Centro de Proceso de Datos de la Universidad de Murcia, crear y dirigir la Escuela Universitaria de Informática, dirigir la primera División de Informática de España en el ICE, ser vicerrector de Coordinación y de Investigación, director del Instituto de Fomento de la Comunidad Autónoma de Murcia, consejero de Fomento y Trabajo, secretario regional de Medios de Comunicación del PSOE en la Región de Murcia, experto de ANECA, presidente de la Comisión de Ciencia de ANECA, así como hacer frente a sus tareas investigadoras y docentes, investigador principal en numerosos proyectos de investigación, escribir artículos, dirigir tesis doctorales o pronunciar conferencias científicas relacionadas con su especialidad en universidades de los cinco continentes. 

Con todo ello, ya quedaría colmado el recipiente de la destreza profesional, pero es que, además, están los libros de poesía, sus numerosísimas aportaciones como columnista en radios, periódicos y televisiones, sus libros de poesía y, sobre todo, esa capacidad para descubrir y promocionar temas de diversa índole que, con su fina intuición, sabe encontrar y mirar con otra luz hasta conferirles nueva vitalidad y presencia, como su redescubrimiento de Jerónimo de Ayanz, el mayor inventor de la historia de España, llamado por eso el Leonardo da Vinci español, que se adelantó en siglos a inventos como la máquina de vapor, el submarino o el traje de buzo. O promocionar a un doctor Honoris Causa que elevó el paladar de los murcianos a territorios nunca antes igualados, promocionar la ciencia en sus terrenos más variados desde la Academia de Ciencias de la Región o a promocionar cenas históricas y memorables a través de la Academia de Gastronomía que preside.