Contra la sordoceguera

Javier García Pajares, una persona con sordoceguera, acompañado por el murciano Javier García Bernal, consiguieron el pasado jueves el logro de llegar a Santiago de Compostela desde Roncesvalles en una bicicleta tándem. Se trata de un trayecto de 790 kilómetros que han recorrido en 13 etapas. Empezaron en plena ola de calor, pedaleando bajo temperaturas de hasta 41 grados, pero la constancia y el esfuerzo han tenido su recompensa y han demostrado que las barreras solo están en la mente.

Pajares se comunica a través del tacto, así que, para poder comunicarse en el tándem, han utilizado lo que han llamado «telebraille», un nuevo dispositivo desarrollado por Baldo García, un amigo de Pajares, que está integrado por un emisor con teclado que se ajusta al manillar del tándem y por unos receptores con anillos vibrantes que Pajares se coloca en los dedos de las manos. Cada tecla del emisor se corresponde con un anillo vibrante y cada vez que Bernal pulsa una tecla a Pajares le vibra un dedo diferente, lo que conlleva un mensaje distinto. Si, por ejemplo, a Pajares le vibra el dedo índice de la mano derecha, eso significa que hay que pedalear fuerte porque vienen cuestas.

Pajares adquirió su sordoceguera cuando apenas era un adolescente. Con el apoyo de la ONCE, sacó sus estudios adelante e incluso se convirtió en el primer estudiante Erasmus con sordoceguera de Europa. Terminó un doble grado en Derecho y ADE en la Universidad Autónoma de Madrid y en la actualidad trabaja como asesor jurídico en ILUNION, empresa del Grupo Social ONCE. Además, Pajares recibió, entre otros, el Premio Nacional de Juventud en la categoría de deportes por ‘Un mundo con sentido’, un proyecto de superación personal a través del deporte con el que consiguió hacer cima en 7 picos de los Alpes de más de 4.000 metros de altura en tan solo 6 días o subir el monte Elbrús, el pico más alto de toda Europa.

La aventura del Camino de Santiago surgió a propuesta de Bernal y se suma ahora a los retos que Pajares ha superado en su afán de superación personal. Ha sido una aventura dura a la par que divertida en la que ambos han interactuado con un montón de personas que ahora saben que, aunque la sordoceguera existe, los límites son solo los que cada uno decide ponerse.