Murió Fernando Sánchez Gascón con las botas puestas. Con las de profesor y con las de Decano, cumpliendo con su deber hasta el último aliento, mucho más de lo que el propio deber le exigía. Todavía se le pudo ver dos semanas antes de su fallecimiento, ejerciendo como claustral o en la presidencia del acto de Graduación de licenciados en Fisioterapia a menos de 72 horas del fatal desenlace.

«Me gusta transmitir vitalidad, creo que hay que aprovechar la vida al 120 por cien», decía en una de sus últimas entrevistas.

Y la aprovechó. Como investigador, como profesor, como profesional de la medicina («a los pacientes a veces les das vida, pero también se llevan un poco de ti») y como decano, la actividad de Sánchez Gascón fue enorme en los veinte años en los que desempeñó la docencia en la Universidad de Murcia, y también en el período en que desarrolló su papel de Decano de su facultad, desde julio de 2004.

Aunque salmantino de origen, ejerció de murciano como pocos. Cuando, el mes de marzo de 2006 recibió la Medalla de Oro de la Región aseguró que esa distinción suponía un gran honor para un murciano como él.

En una entrevista a propósito de esa distinción, Fernando Sánchez Gascón ofrecía unas palabras que parecían premonitorias y que encerraban toda una filosofía que sin duda compartimos: «No me gusta que la gente muera, la enfermedad y la muerte son injustas».