En la urbanización La Loma de Canteras tiene su casa, taller y refugio la artista Piedad Martínez Torres, pintora y artesana de joyería. Nuestra conversación discurre a la sombra refrescante de los árboles y del porche, con vistas al verde del jardín y al azul de la piscina. Junto a nuestros pies, se tiende Greta Galgo, una elegante y preciosa perra de las que tanto gustaron a los faraones y que no siempre cuidan los cazadores, gracias a lo cual el matrimonio la pudo adoptar. Piedad forma parte del Colectivo ArtNostrum y tiene una interesante trayectoria pictórica y, a la par, de artesanía y joyería, con la marca Pía La Torre.

Sus padres eran de Perín y de la Torre de Nicolás Pérez. Su madre era aficionada a pintar y se lo inculcó desde pequeña, aunque no fue hasta después de los veinte cuando Piedad empezó a ir a clases de pintura en Madrid. A la vuelta a Cartagena, estuvo en el taller de Pacuco Solana, también hizo escultura con Maite Defruc, y asistió a cursos con Pedro Cano y Mar Lajarín, que la subyugó con los secretos de la pintura tradicional china y con las posibilidades del papel xuam: «Mis gustos son muy diversos, siempre fui una enamorada de Hopper y esos realismos contemporáneos, pero también me emocionaban algunos artistas abstractos. La pintura china fue un descubrimiento, aunque había algo en ella que me estresaba, así que me la llevé a mi camino, la adapté a mi rollo, la hice mía, le añadí técnicas personales y texturas…», y añade: «Lo que más me gusta es dar rienda suelta a la creatividad, investigar, ensayar procedimientos y nuevos caminos. En la actualidad estoy introduciendo las resinas a mis trabajos de retratos sobre papel xuam y estoy contenta con los resultados».

Además de sus retratos tan personales y llenos de sensibilidad, Piedad ha realizado varias exposiciones con cuadros de medio y gran formato de motivos florales, como el que aprovechamos para la foto junto a la piscina, pero también practica otros temas como esas estancias de aires románticos, intemporales, con las puertas entreabiertas y ventanas a jardines o al exterior, por donde entra la luz y la artista nos hace perdernos entre la dualidad dentro y afuera. También le he visto series magníficas sobre el mar o los faros, pero nunca se ha deshecho de sus recuerdos de infancia, de cuando vivía con su familia en el campo y se despertaba al entrar la luz del día por la ventana, tamizada por el huerto.

En su larga trayectoria ha pitando sobre otros muchos soportes: desde tablas de paddle surf hasta submarinos para una colectiva en homenaje a Isaac Peral. Y me cuenta algunas de sus exposiciones que recuerda con más cariño, como las individuales en el Palacio de Molina, en el Casino y otras salas de Murcia o las colectivas en varias ciudades italianas, especialmente en Milán, ciudad a la que volvió con su marca de artesanía y diseño.

«También he impartido talleres de joyería y cerámica para la Dirección General de Artesanía y otros para las Concejalías de Igualdad. Uno que especialmente me llena es el de autorretratos para mujeres víctimas de violencia de género, realmente disfruto y aprendo con estas mujeres a las que inicialmente vas a ayudar y luego te das cuenta de lo que te aportan y llenan a ti», dice, pero yo me imagino lo que sus alumnas disfrutan con esta mujer tan creativa, educada y sobre todo con esa bondad y alegría contagiantes.

Me enseña las últimas piezas de Pía La Torre. Bolsos y joyería con varios materiales. Me enamora su dominio de la cerámica que ella misma cuece, y el uso de las resinas, pan de oro y barnices. Ella ha vendido a grandes almacenes, centros de artesanía, importantes ferias de artesanía por nuestra Región, por Italia, Madrid, Albacete...

Me cuenta que llegó un momento en que notó que no daba abasto, porque todo lo que hace es artesanal y nunca ha metido a ayudantes en el taller. «Ahora me apetece mucho pintar, no hay nada mejor que pintar cosas dulces mientras escucho audiolibros de novela negra», me dice con su bella, tierna y sonriente mirada.