Rodríguez Llopis nos dejó a los 43 años, y había firmado y escrito algunas de las páginas más interesantes (y por qué no, hermosas) aportadas por un medievalista en la región. Su temprana ausencia nos deja la incógnita sobre lo que podría haber aportado en esas tres largas décadas que le quedaban por trabajar, investigar y enseñar. 

Cuando Miguel Rodríguez Llopis llegó a la Universidad de Murcia en 1975 traía con él ya unas señas de identidad que no le abandonarían nunca: su sempiterna sonrisa y su afán de conocer e investigar sobre la historia.

En la UMU tomó contacto con un historiador que tuvo mucho que ver en su afán medievalista: Juan Torres Fontes, que supo ver en él a un futuro excelente investigador. El veterano historiador fue su mentor, y Rodríguez Llopis aprendió de él muchos de los pormenores y las técnicas de la investigación en Historia Medieval regional, aunque siempre aportando sus propios y personales matices, que lo alejaban de las fórmulas más habituales y tradicionales.

Había nacido en Yeste en 1958. Allí conoció a otra futura historiadora, Ana Martín Luque, a la que posteriormente hablaría (él ya un experto) sobre la Universidad de Murcia, sobre cómo eran las clases, los profesores y la vida de un estudiante, bien distinta del Hellín de los años setenta, donde ambos estudiaron bachiller.

Investigar, dar clases, escribir... se convirtieron en sus grandes pasiones. 

A comienzos de los 90 escribió el libro-guía de su pueblo natal. Se especializó en temas como los señoríos o la nobleza santiaguista. Como cuenta Isabel García Díaz, «con vigor intelectual enriquecerá notablemente nuestra visión de la historia en general y del medievalismo en particular».

Rodríguez Llopis poseía un conocimiento profundo del tema y una gran intuición, cualidades que le permitían moverse con soltura por todo tipo de archivos y bibliotecas. Y supo encaminar a sus alumnos por temas de investigación poco explorados, ofreciéndoles las claves para escribir trabajos interesantes y rigurosos.

Uno de sus últimos libros aparecidos en vida fue Alfonso X y su época. El siglo del Rey Sabio (2001), que recibió el premio al mejor libro de ese año por el Ministerio de Cultura en la modalidad de Erudición.

Según García Díaz, supo aportar «una nueva metodología y unos resultados más ricos y sugerentes». Su último trabajo vio la luz cuatro años después de su muerte: Atlas Histórico de la Región de Murcia y su antiguo Reino, realizado conjuntamente con el profesor de la UMU José Miguel Martínez Carrión. 

Su libro Historia de la Región de Murcia, una visión rigurosa, amena y distinta en la historia de nuestra Región, es un prodigio de sencillez, rigor y amenidad, una visión general sintética y llena de ideas personales con la que ha disfrutado y aprendido este cronista cada vez que se ha acercado a ella en busca de información.

Miguel era, indiscutiblemente, un hombre de archivo. Sabía encontrar una pista y seguirla entre legajos como pocos pueden hacerlo, conocía y desentrañaba el pasado, pero fue también, y sobre todo, un amante de la vida, a pesar de que la suya quedó truncada muy pronto. Pese a ello, vivió, investigó y formó como si hubiera vivido varias vidas.