La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

En su rincón

Virginia Bernal: el disfrute de la creatividad

VIRGINIA BERNAL

Me encuentro con Virginia Bernal Méndez, admirada artista multidisciplinar, en el Museo Arqueológico de Cartagena, donde expone. Tras la foto, nos salimos al patio a hablar, rodeados de columnas y capiteles. Aunque conozco gran parte de la trayectoria de esta gran artista cartagenera, le sugiero que empecemos por el principio y vuelvo a constatar que siempre hay algo en la infancia que te sirve de acicate, inspiración o sustento radical: su padre trabajaba en los talleres de Bazán y tenía, además, un taller de carpintería donde a ella le gustaba ir y verlo trabajar las maderas y usar las herramientas, y tal vez eso le ha hecho a ella gustar tanto de construir objetos, estancias y decorados.

Cuenta que «yo era la menor de la familia y a mis hermanas les gustaba mucho el cine y por eso me bautizaron con un homenaje a la actriz Virginia Mayo, aquella de la que se dijo que su belleza era una prueba de que Dios existe. Seguramente no he estado a la altura de ello», y añade: «Siempre he sido muy tímida y retraída, pero con afán de superación. Me habría gustado ser periodista, pero como también me inclinaba por el diseño, finalmente estudié Bellas Artes en Valencia». Amplió estudios: fotografía, cine, museología, galerías de arte… y empezó a exponer. «Mi padre me insistía en que no tuviera prisa en exponer, que no corriera, que los gastos de producción eran muchos… Pero yo me di cuenta de que me gustaba más crear y exponer que enseñar, aunque después, con el tiempo, he impartido clases y cursos, incluso en la Universiadad, y lo he disfrutado porque lo he hecho desde mi experiencia creativa».

Con su primera réflex, una Zenit, empezó a hacer series y a presentarse, con éxito, a numerosos concursos fotográficos, fue premiada en el Murcia Joven y, con el tiempo, «durante diez años formé parte del elenco de artistas de la Galería Bámbara, junto a gentes de la talla de Díaz Burgos o Gonzalo Sicre, y eso te deja un poso y una impronta que te hace mejorar siempre», confiesa.

Hablamos del estado actual de la cultura y el arte, de las dificultades para subsistir en los momentos duros y de crisis, de la falta de mecenazgo, y añade: «No me gusta desanimar a las nuevas generaciones, intento insuflarles ánimos, me pasa con un sobrino que está empeñado en ser músico, aunque tiene que trabajar en la hostelería para ayudarse en los gastos: jamás lo había visto disfrutar tanto y ser tan feliz como la primera vez que lo vi en un concierto. Ese disfrute que te da la creatividad, la música, el arte, pocas cosas en la vida te lo pueden dar».

Después me va contando algunas de las mejores experiencias que ha tenido, de entre sus exposiciones en España e Italia, o aquella que hizo en Nueva York, con la Fundación Gabarrón, donde presentó un cortometraje en vídeo, titulado El miedo del actor. También me confiesa que «mi arte habla de mi vida y mi memoria. Lo que más me gusta es que viajen mis obras, eso es lo que da sentido a mi vida: que mis creaciones se vayan de mi regazo». Y seguimos hablando de exposiciones importantes en su carrera que a mí me han impactado como Estilo de Vida, en el Palacio de Aguirre, con un magnífico texto de Charris, o A salvo de polillas en la Muralla Bizantina, siempre en torno a la memoria, o sus ilustraciones para libros, como los de Mástil y Brocal de Carmen Conde y Antonio Oliver Belmás, junto a su pareja, Salvador Torres.

Y me cuenta secretos de sus técnicas de fotografía creativa y artesana, su dominio de la cianotipia, la estenopeica y del revelado al sol, su amor por los libros objeto y las escenografías, sus videocreaciones con stop motion… Y que está preocupada por el cambio climático, que le asusta el auge de los radicalismos y que no soporta la denigración del ser humano, sea del género, procedencia, religión o status que sea… Y no podemos seguir tan grata conversación: nos dicen que el museo cierra.

Compartir el artículo

stats