La Opinión de Murcia

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Entrevista
Teatro Actor

'El Brujo': "Cuando actúas en una plaza de toros tienes que torear"

‘El Brujo’ presenta esta noche en la Semana de Teatro de Caravaca su propia interpretación del monólogo que Fernando Fernán Gómez escribió en los noventa en base a un clásico de nuestra literatura como ‘El lazarillo de Tormes’

‘El Brujo’ durante una de sus interpretaciones de ‘El lazarillo de Tormes’ de Fernán Gómez. | L.O.

La Semana de teatro en Caravaca 2022 llega hoy al ecuador de su programa con la visita de uno de los más reputados nombres del teatro español: Rafael Álvarez, ‘El Brujo’. El veterano intérprete se subirá esta noche al escenario de la Plaza de Toros con un espectáculo en el que homenajea a Fernando Fernán Gómez por medio de su particular revisión de El lazarillo de Tormes. Ahora es el cordobés quien hace suyo el monólogo que el autor de El viaje a ninguna parte hizo en 1994, interpretando al pícaro más famoso de nuestra literatura. Se trata de una versión muy fiel a la original pero para la que Fernán Gómez actualizó el lenguaje, y que ahora cae en manos de un hombre cuya habilidad vocal e interpretativa queda fuera de toda duda.

¿Qué tiene esta versión de El lazarillo de Tormes? ¿Qué puede contarnos de ella?

Es un trabajo que Fernando realizó hace ya treinta años. En aquella época estaba en un momento sensacional.... Él había hecho mucho teatro clásico, y además había escrito una serie de televisión llamada Las aventuras del pícaro Lucas Marañas sobre la novela picaresca. Era una gran expresionista en el tema de la picaresca. Y escribió esta versión para mí. Se la encargamos junto a mi productora. La hizo teniendo en cuenta que El lazarrillo de Tormes es un relato autobiográfico, escrito (se supone) por el propio Lazarillo en forma de epístola, que es la forma literaria que adoptó el autor para darle veracidad y realismo. Vamos, que era una carta que el propio lazarillo enviaba a un señor importante –que no se dice quién era– en la cual él se disculpaba de los supuestos delitos por los que se le acusaba. En la carta él explica todas sus aventuras, y esa es la forma que le dio Fernán Gómez al monólogo.

Siempre ha puesto de manifiesto que Fernán Gómez supo captar «el alma» de ese pícaro

Fue muy fiel a la novela, pero le dio forma. Realizó una adaptación de lenguaje para hacerlo más comprensible, más cercano a la sensibilidad y el habla de hoy en día, quitándole palabras viejas. Básicamente, él se ajustó al relato de la obra, que ya es suficientemente potente; no es un texto al que haga falta quitarle y ponerle nada.

La obra afronta un problema universal...

La obra aborda muchos temas, en realidad. Pero el motor esencial es el hambre y la necesidad, que es un impulso que mueve a las personas a luchar y a buscar recursos para la supervivencia y que nos enfrenta a grandes dilemas de tipo moral y ético. El lazarillo es una aprendiz de todos estos temas, de todas estas aventuras que suponen la supervivencia a lo largo de un viaje, que también es una metáfora de lo que es la vida.

¿Se sigue cruzando en nuestro día a día con el lazarillo?

Sí, en mucha gente. Unos por su aspecto físico y otros por sus habilidades psicológicas, por sus recursos, sus trampas. El lazarillo es un modelo de pícaro y con arreglo a ese modelo hay muchas formas individualizadas de él.

¿Cómo se prepara para subirse a un escenario solo y durante una hora y media?

Bueno, es cierto que el monólogo –como formato– tiene una técnica especial; no es lo mismo que actuar con más actores, o hacer una serie de televisión o rodar una película. Tiene una técnica muy específica para la cual hace falta un entrenamiento, que implica forma física, recursos de movimiento... También hay que hacer un tipo especial de dominio de la respiración, porque no tienes a nadie que te dé la réplica y te deje descansar, sino que te la tienes que dar tú mismo. Todas estas circunstancias hacen que necesites un entrenamiento específico.

¿Afecta también el tipo de espacio en el que tiene lugar la representación? Quiero decir: no es lo mismo un auditorio o un teatro que un espacio al aire libre, ¿no?

Claro. En una plaza de toros, como es el caso de Caravaca, el impacto de la voz hacía el público tiene que ser muy poderoso. Tienes que torear. Pero bueno, yo he realizado monólogos hasta en campos de fútbol.

¿Cómo ha visto su evolución desde aquel Alea jacta est, de 1983, hasta nuestros días?

Mi evolución ha sido vertiginosa. Cuando comencé con Alea jacta est descubrí el camino, ya solo tenía que recorrerlo. Empecé en plazas de toros y campos de fútbol de la Comunidad de Madrid, pero fueron unos inicios muy duros; de algunos sitios salí completamente desencantado, diciendo que no iba a volver a hacer algo así, que lo dejaba. Eran como pequeños revolcones... Pero la pasión me hacía volverme a levantar. Ahora ya tengo los recursos para enfrentarme a ese tipo de situaciones.

¿Por dónde sigue la gira?

Hemos hecho Galicia, seguimos por Castellón y por suerte tenemos unos meses de julio y agosto muy movidos.

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