El Ballet Royal de la Nuit fue compuesto en 1653. Era una gran coreografía que debía representarse durante toda la noche y terminar al alba. En ella se exaltaba el poder de un joven, casi adolescente, Luis XIV. Fue un gran espectáculo en el que participaron coreógrafos, sastres, diseñadores y artistas; entre los músicos se encontraba probablemente el gran Jean Baptiste Lully. Las oscuras, tenebrosas y amenazantes criaturas de la noche atacan a los habitantes del mundo. Monstruos, demonios, fantasmas, habitantes todos del reino de la oscuridad desfilan ante los ojos inquietos de los espectadores. Innumerables son los temores y los afanes que impiden un sueño pacífico y reparador. Pero por fortuna, una figura libertadora, un dios de la luz con los ropajes luminosos del Sol, que reina absoluto e indiscutible sobre el horizonte, se abre paso e ilumina con su claridad la bóveda celeste. Es el joven rey Luis, el vencedor de los rebeldes, de los enemigos del bien, vestido como si fuera Apolo. Entra en el escenario y todos los ojos se vuelven hacia el astro libertador, hacia el vencedor de las ciegas potencias de la muerte engendradas por la noche. Sol de nuestra vida que nos trae la victoria y la paz.