Encontrar una voz coherente a la hora de pergeñar una novela es, quizá, uno de los mayores retos a los que se enfrenta un escritor. Que esta voz funcione y que esté en consonancia con el relato es primordial. En Escape el escritor Enrique Rubio logra, magistralmente, construir un relato en primera persona, a través de un narrador tan inverosímil como coherente. Una narración tan compacta y acertada que los lectores que se acerquen a esta novela no podrán dejar de admirar su proeza. En este sentido Escape es una historia de una prosa eléctrica, en la que fluyen ideas brillantes y que refleja, como pocas, la solidez de una voz narrativa y su propia narración. Pero no se engañe el lector cuando hablo de ‘ideas’. No hay en esta novela una tesis ni un acercamiento al ensayo o a la teoría de ningún ámbito. Hablo de ideas peregrinas de un tipo que está lejos de ser considerado ‘normal’. Ahí está el mérito y el deslizamiento de este texto.

Escape es la historia de un joven de 18 años (Órbitas) al que se le permite salir de casa por vez primera. Sus padres lo han mantenido encerrado atiborrándolo de libros, algunos juegos como el Tetris y el documental Los pájaros del etólogo Alfred Hitchcock (sic). Así que cuando sale a la calle necesita un diccionario para descifrar el mundo, las personas y la ciudad. El mundo le parece un caos confuso. Sus manías y fobias hacen que salir al exterior suponga una aventura desmedida.

Pero a pesar de que esta situación podría resultar de un dramatismo monumental Enrique Rubio nos regala un relato de un humor corrosivo y cínico. Escape es hilarante por momentos, mordaz e inteligente. Y sobre todo es un relato plagado de sorpresas y geniales juegos con el lenguaje.

Pero volvamos al argumento. Como el mundo es demasiado caótico, el narrador decide poner orden en su vida. En primera lugar aspirar a tener un número de identificación ya que carece incluso de nombre. Posteriormente, decide escribir una novela. Para ello ha pensado que la mejor opción es ingresar en prisión: un lugar tranquilo en el que, cree, reina el orden y la ley. Al final, ¿conseguirá entrar en la cárcel? ¿Podrá escribir su novela? ¿A qué precio? ¿Por qué sus padres le han tenido privado de libertad durante 18 años? ¿Qué sucede en la mente de nuestro héroe?

Las aventuras y desventuras de este joven excéntrico hacen que Escape se convierta en una suerte de Lazarillo 2.0 que deambula por un mundo cruel armado tan solo con su talento, su incapacidad para entender a los de su raza y su trastorno obsesivo compulsivo, en un intento desesperado de escapar de la cárcel de la asfixiante realidad. Una novela que nos evoca los delirantes escenarios de Canino, de Lanthimos y que nos muestra la arbitrariedad de nuestra sociedad, de nuestras normas y de nuestra cultura.

P.D. El autor de esta novela padece síndrome de Asperger y trastorno obsesivo compulsivo. En este relato, el personaje muestra analogías con el autor en este sentido. Es admirable cómo ha sabido convertir una patología en materia literaria. Sobre todo, elevándola, como es el caso de esta novela, a una obra de arte de gran calidad. Un relato soberbio, magistralmente escrito y de una sagacidad fuera de lo común.