Una verbena como las de antaño, en la que no faltaban ni los pasodobles que interpretaba la Banda Municipal de Música y jotas y malagueñas de Coros y Danzas de Lorca. Puestos con garrapiñadas, globos, turrones y bacalaos. Guirnaldas de bombillas y algún ‘lanzado’ que recordando tiempos pasados bailaba al son de la música. La Plaza de España se convertía en un atractivo más de la Noche de los Museos en Lorca, pero no el único, ya que a poca distancia, bajo el arco de la calle Cava, había colas para subir a lo más alto de la torre campanario de San Patricio. Tras un largo periplo los visitantes se encontraban con la mejor de las recompensas, unas magníficas vistas panorámicas de la vieja ciudad.

Y subiendo la cuesta de la Plaza del Caño, en el antiguo Pósito de Panaderos, la Casa del Artesano. En su interior, demostraciones de barro, bordado y jarapas, con un telar centenario. En la Glorieta de San Vicente, música y una exposición de Vespas y en la Casa de los Scouts un recorrido por el museo de Juan Antonio Dimas.

Cita ineludible para todos era el Palacio de Guevara. La también conocida como ‘Casa de las Columnas’ abría sus puertas por última vez antes de cerrar durante meses para ser sometida a obras de musealización. Los visitantes tenían la oportunidad de ver el espejo barroco del salón de baile que se restauraba hace algunos meses. La gran pieza de más de 400 kilos se mostraba tal y como se concibió. El espejo, de finales del siglo XVII y principios del XVIII, muestra un rico repertorio ornamental con formas talladas de gran plasticidad y carnosidad. Combina elemento vegetales para exaltar el blasón de la familia Guevara.

Entre las estancias que se podían recorrer estaba la escalera de piedra, en la que se exhibe un magnífico cuadro de don Juan de Guevara; la habitación principal; el salón de baile; y el del estrado, además de su patio porticado. La antigua iglesia de Santa María recibió numerosas visitas, como también el Palacio Califal del Santuario Patronal de Santa María la Real de las Huertas. Restos arqueológicos de una calle del barrio medieval de la ciudad bajo el edificio de las Madres Mercedarias. Y en los museos de blancos y azules, jornada de puertas abiertas. En el Paso Blanco, pasarela de la historia, proyección de vídeos, exhibición y explicación del arte del bordado y visitas guiadas al Museo de Bordados y la capilla del Rosario. En el Paso Azul, un recorrido por el edificio y la representación de ‘Nerón y la primera persecución a los cristianos’. El museo ofrecía por la mañana una visita especial dedicada a los más pequeños.

La música, representaciones teatrales y exposiciones se sucedieron hasta el filo de la madrugada. El casco antiguo se convirtió en una isla únicamente permitida al tránsito de peatones, lo que facilitó los recorridos de los visitantes que llegaron no solo desde distintos enclaves del municipio, sino de ciudades vecinas y provincias limítrofes. Las terrazas de bares, cafeterías y restaurantes registraron un lleno absoluto.