La Opinión de Murcia

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Visiones

Se puede hablar de parto sin haber parido

"Estamos ante un ensayo narrado por ese alguien que ya no puede gritar, que ya no quiere; bulle, se rasga, sangra y comunica que ya no puede más"

Libro Autocienciaficción

En casi toda España es costumbre, dentro de la programación de Semana Santa, ver en procesiones hileras de beatas flagelándose por dentro, costaleros cabizbajos y letanías que a nadie importan. Pues bien, la editorial Hurtado y Ortega trae un auto sacaramental dividido en seis actos de piedad, en donde Begoña Méndez juega majestuosa y delicadamente con el lenguaje y la subliteratura; porque ¿qué es un auto sacramental sino una autoagresión que marca la piel en silencio? Belleza púrpura, densa y oscura que te hará salivar abundantemente hasta el ahogo. Ella ha escrito un Ofrecimientoʼen el que purgar la culpa heredada, analizando los cánones y moralinas cristiano-enriquecidas que manejamos. Cual María Magdalena, más bien como Verónica hambrienta, sagrada y no cumplida, Begoña espera la redención del zafio cuerpo dado por perdido; pero hay una oquedad tan grande que las lloronas de secarral no llegarán a plañideras. 

Como sociedad hemos venido demostrando que no es posible evolucionar mientras las cadenas se queden cortas y desuellen tobillos. Esta autora ha escrito Autocienciaficción para el fin de la especieʼ derramando sobre nosotros un torrente de abstracción pura y miseria real, que sabe llenar las piscinas vacías. No es habitual que una autora de primer orden se nos presente desnuda, arañada y maltrecha en una escritura que, desde el principio, huele a óxido de hierro. Estamos ante un ensayo narrado por ese alguien que ya no puede gritar, que ya no quiere; bulle, se rasga, sangra y comunica que ya no puede más. 

Ser mujer es una herencia que no todas queremos asumir, ya que es un muro picado de agujeros donde todo el mundo mete la mano. Podremos aceptar el femenino, pero nunca las connotaciones sumisas del paisaje que alberga. Begoña va la contra del perpetuar el señoreo capitalista y macho. Siendo sinceros, Auto ci-fi es un libro que nos enseña a vivir adecuadamente en la grieta aun siendo carne que grita. La de aquí es una escritura corporal, que vomita miedo, ese al que nadie se atreve a desvestir; aquel miedo descarnado y agresivo que factura lodo que empuja. Os aseguro que no queréis ir en su contra, 

los que nos hemos criado en el lodo, 

                       / sabemos andar

 fuera de ello, vosotros no. 

Creo que la literatura de Méndez es, y será, la forma en la que seguramente Umbral hubiese querido escribir de haber nacido mujer. Puede que me equivoque, ya que ella nunca lo leyó en profundidad. Estoy de acuerdo en que, en apariencia, su prosa sí que es menos densa aunque lo que Begoña tiene es un silencio despojado de terminologías equiparable a cualquier sonido del maestro. Aun salvando las distancias y el amargor terroso, la serpiente dibuja imágenes lo suficientemente furibundas y armoniosas para ser llamadas umbralianas. Hay autores que no conocen otro modo de desarrollar tramas que en descomposición, se saben fuertes dentro de la ruina y la jerarquía sintáctica. 

Planteamientos de literatura como zanja. A la primera se la enterró en una de estas en el 39, y la mallorquina escribe como si en plena guerra civil entre lo inmaterial fundente, que es el alma, y los huesos que somos nos encontrásemos. A fin de cuentas, nada más lejos de la realidad, el final ya os lo sabéis, ella no respira y es que ‘cuando algo se hincha, ha de ser extirpado para siempre’. Muchas preguntas, pero pocos signos de interrogación hacen violenta a quien la habita en mundo que aquí se nos plantea. Pregunten si no a las mujeres de Lot, a los Golems de Meyrink o Mayorga que surgen de la Shell. La literatura de esta autora se pliega sobre ella misma formando un cono terso, oscuro y precioso. Aquí has de ser búho y reptil a partes iguales, ya que acabarás yantando el cadáver que bien aparezca en el fondo. 

En cierto modo, lo que H&O nos presentan, es una tragedia griega que plantea la problemática del yo unida a la ambigüedad que siempre se aplica al tema identidad en la madurez, que nada tiene que ver con la adultez, cuestión de género y cinismo. Ensayo escrito por la carne sometida de una Antígona que quiere ser desvinculada del lenguaje. La parte artística de éste aporta una humedad frágil que no favorece mucho, aunque algunos dirán que es necesario este impass para mitigar la intensidad proferida, pero yo pienso que este ensayo tiene que reventar. Tensas, pesas, ok. 

Libro de observación mundana hecha zinc con el que de salir a la calle y quemarlo todo, por el bien de los hijos fecundados en una sociedad bulímica de conceptos y anoréxica de buenas praxis tangibles. Hay que aprender a follar en sábanas de hormigón armado. 

Yo también he querido prescindir de mi hambre. 

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