La Opinión de Murcia

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Entrevista

Andrés Santos: "Toda gran obra de arte merece ser revisada, y para ello debe estar abierta a nuevas interpretaciones"

El músico jumillano actuará este viernes en el Teatro Circo al amparo del Murcia Jazz Festival. Lo hará liderando a su Station Band y con una misión: ilustrar musicalmente todo un clásico del cine mudo como 'El maquinista de La General' (1926)

Andrés Santos (segundo por abajo, empezando por la derecha), junto al resto de la Station Band.

Durante sus primeros años de vida, el cine fue mudo. Las primitivas cámaras de la época no permitían recoger audio, y la grabación independiente de los diálogos –al estilo de los doblajes de hoy en día–, una auténtica quimera (especialmente en lo relativo a sus posterior sincronización y reproducción). Así que pronto la música se convertiría en un valioso aliado para los directores: sencillas bandas sonoras, a menudo simples composiciones de piano, que con frecuencia se interpretaban en directo durante las proyecciones. Durante un tiempo, fue la única manera de acompañar a aquellas imágenes. Ahora esto es algo que a nivel técnico tenemos ampliamente superado, claro, pero el romanticismo de dichas sesiones es cada vez más acusado; especialmente, si tenemos en cuenta la creciente afición del público por los clásicos. Y los programadores murcianos lo saben. Por eso el Sombra Festival programa cada año durante su clausura un pase con banda sonora interpretada en directo –este año, el sábado, Al Dual se encargará de darle un nuevo enfoque acústico a Vampyr (1932)–, y por eso el Murcia Jazz Festival recibe este viernes en el Teatro Circo a la Andrés Santos Station Band. El compositor y clarinetista jumillano liderará un septeto completado por Francisco Martínez (trompeta), José García (trombón), Sebastián Mondéjar (banjo y percusión), Carmen Climent (piano), Jesús Gea (contrabajo) y Andrés Lafuente (batería) que «ilustrará musicalmente» una de las comedias más icónicas de la historia del séptimo arte: El maquinista de La General (1926), escrita, dirigida y protagonizada por el inigualable Buster Keaton. Porque, por si no ha quedado claro, lo que los espectadores escucharán serán composiciones originales, «una banda sonora –dicen los organizadores– primorosamente fiel y descriptiva, pero que fluye por sí sola como una suite trenzada de emociones, atmósferas y colores».

 

Más que de banda sonora, ustedes hablan de «ilustración musical» para una película. Explíquenos.

Bueno, esencialmente queremos decir que la música está escrita para ilustrar, dibujar, describir y potenciar lo que las propias imágenes nos cuentan. El maquinista de La General es una historia basada en un hecho real acaecido en 1862 durante la Guerra de secesión: la llamada ‘Gran persecución en locomotora’, y adaptada del libro de William Pittenger, Daring and suffering: A history of the great railway adventure (‘Audacia y sufrimiento: Una historia de la gran aventura ferroviaria’, 1863). Por lo tanto, nuestro enfoque está en ilustrar con música una historia de aventuras en tono de comedia.

Dice que la instrumentación está adaptada a la época de la película, que fue estrenada en 1926. ¿Qué dificultades encuentra a la hora de traer esa música de hace un siglo a un espectáculo en el marco contemporáneo?

La música está adosada a la película, a su tiempo y su momento. Una banda como la Station Band tiene una variedad asombrosa de timbres y recursos sonoros. Aún siendo una banda de jazz ‘tradicional’, todo está al servicio de la historia (de ahí que utilicemos el término ‘ilustración’). Por lo tanto, traer esa música a un espectáculo de hoy día es traer la película a la actualidad contada con nuestra manera de entender ahora la historia del filme, en nuestro tiempo presente. Y aunque existan géneros y estilos referidos propios de cada época (en la música, pero también en el arte en general), nos gusta pensar que, gracias a la música, el público vive la historia en el momento desde una mirada más amplia y profunda, fuera de clichés estilísticos y temporales. 

Se lo decía porque aquel era un jazz bastante diferente al paradigma que se asentó décadas después.

Bueno, el jazz en aquel entonces era tan joven como el propio cine. Ambos nacieron prácticamente al unísono y su fin primordial era el entretenimiento. En este sentido, era fundamentalmente una música para bailar, divertirse y olvidar las penas, una filosofía que hemos respetado. De hecho, podemos garantizar que, a lo largo del transcurso de la película, más de un espectador va a lamentar no poder estar de pie para moverse…

¿Cree que, desde el jazz actual, se observa a la música de los años veinte con cierta condescendencia?

Pues no sé... Yo creo que aún vivimos y nos inspiramos en aquella época. Así que quien mire aquel pasado con condescendencia es porque no sabe o no entiende ni de dónde viene ni hacia dónde va. De todas formas, hay que hacer una matización: no es jazz todo lo que suena en nuestra banda sonora para El maquinista de la General.

¿Qué prima a la hora de hacer una banda sonora: el mero acompañamiento musical a lo que está pasando en la pantalla o el resultado de lo que esas imágenes generan emocionalmente en el compositor?

En nuestro caso, priman ambos aspectos. Son inseparables, diría. Lo que ocurre en la pantalla pasa también en la música; la trama y la acción que narran las imágenes conllevan ritmos y emociones que inspiran y determinan el lenguaje y la sintaxis musical.

A diferencia de Chaplin, Keaton no escribía la música de sus películas. ¿Le proporciona eso cierto alivio y libertad creativa?

Ciertamente, sí. Y creo honestamente que Keaton estaría encantado con nuestra ilustración de El maquinista La General. También con la que hemos hecho para Una semana (1920), que presentaremos próximamente.

"Nos gusta pensar que, gracias a la música, el público ve las películas que hacemos con una mirada más amplia y profunda, fuera de clichés estilísticos y temporales"

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Por cierto, ¿ha recogido algo de la banda sonora original, de William Perry, o de alguna de las posteriores reinterpretaciones?

Para nada. Fue después de escribir esta banda sonora cuando descubrí el trabajo de William Perry, solo con piano y muy común en las proyecciones de la época. Tampoco conocía el de Robert Israel y Joe Hisaishi, con orquesta sinfónica. Para mí, como compositor, a priori me era más útil e inspirador el sonido de las bandas de New Orleans –el ragtime y el swing– que las propuestas de otros compositores; eso sí, siempre con una inmensa admiración por la forma de entender su música al servicio de la historia fílmica. 

Siempre se ha dicho que, en el cine de Keaton, las escenas se despliegan con la naturalidad y el ritmo propios de la música de su época. Supongo que eso ha jugado a su favor.

Podemos decir que cada época tiene su propia música, pero toda gran obra de arte –y esta película lo es– merece ser revisada, actualizada cada cierto tiempo, y para ello debe estar abierta a nuevas interpretaciones. Y por supuesto no debemos olvidar que nuestra banda sonora está pensada y creada para ser interpretada en vivo. 

También han puesto música a Why Worry? (1923), de Harold Lloyd, y tienen entre manos un espectáculo alrededor de Chaplin. ¿Su propuesta nace y muere con el cine mudo?

Nuestra propuesta es hacer la música que nos gusta, independientemente del género y formato en el que trabajemos. Pero la ilustración de cine mudo lleva décadas dándonos muchísimas satisfacciones... ¿La más importante? La respuesta y el reconocimiento a nuestro trabajo que percibimos por parte del público. 

Nuestro próximo proyecto es un tributo a los tres grandes del cine silente: Keaton, Lloyd y Chaplin. Un espectáculo compuesto de varios mediometrajes –formato muy propio de los años veinte– y alguna escena suelta a modo de cortometraje, siempre en tono de comedia y, en este caso, con guiones e historias originales que nos muestran la gran creatividad y genialidad de estos tres grandes actores y directores de cine. Todo ello, ilustrado musicalmente con mucho mimo, cuidado y respeto a lo que quieren contar. Y con mucho ritmo, claro.

Fecha: Viernes, 20.00 horas. 

Lugar: Teatro Circo, Murcia.

Precio: 10 euros.

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