La Opinión de Murcia

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Pablo Guerrero Director

Pablo Guerrero: "Es nuestra responsabilidad como comunicadores hablar de ciertos temas, aunque sea desde la ficción"

"Me preocupé mucho de no utilizar la violación como una excusa argumental, como una peripecia a modo de thriller", asegura el murciano, director de la serie 'Alba', presentada el miércoles pasado en Antena 3

El director murciano Pablo Guerrero, el sábado, en Santo Ángel.

El murciano Pablo Guerrero es un tipo importante dentro de la ficción televisiva española, aunque solo sea porque fue director y productor ejecutivo de El secreto de Puente Viejo, una de las series más longevas y exitosas de la última década (de hecho, de su totalidad: pues se emitió de 2011 a 2020, con más de dos mil episodios). Antes, dirigió varias series para la televisión pública balear y, entremedias, ha firmado algún cortometraje premiado, como Princesa de hielo (2017); otras series como La otra mirada (2018-2019), e incluso algún largometraje, como el reciente telefime Laura y el misterio del asesino inesperado (2022), que recuperaba para la pequeña pantalla el universo de Los misterios de Laura. Aunque si algo coloca en este momento el foco sobre su cabeza es Alba, una serie estrenada hace un año en Atresplayer pero que el pasado miércoles llegó al ‘prime time’ de Antena 3 con unas cifras «de otra época». Protagonizada por Elena Rivera, narra el caso de una joven que, tras una noche de fiesta, es agredida sexualmente por un grupo de hombres; un tema delicado que el realizador ha querido tratar «con dureza, pero sin morbo», y con el que pretende, ante todo, «generar debate». Inmerso actualmente en el desarrollo de la segunda temporada de Los protegidos: El regreso, Guerrero ha sacado hueco en su apretada agenda para atender a LA OPINIÓN y darle a los lectores algunas claves sobre por qué deben «acompañar» a Alba en esta historia

¿Cómo es eso de reestrenar tanto tiempo después (prácticamente un año)?

Es verdad que Alba apareció realmente hace un año en Atresplayer, pero nosotros [por el equipo de producción] siempre tuvimos en la cabeza que se emitiría en abierto tarde o temprano, así que es algo que estábamos esperando con muchas ganas. Y, por supuesto, estamos encantados con la acogida que ha tenido este primer capítulo (a todos los niveles); sobre todo porque, para bien o para mal, las audiencias importan, y aunque es genial que pueda disfrutarse en todo el mundo a través de una plataforma de ‘streaming’ (teníamos noticias de que la serie estaba funcionando bien en el modelo de suscripción), digamos que por ahí la respuesta no es tan directa como cuando se programa en antena. De todas formas, sea como sea, esto nos está sirviendo para revivir todo lo que fue sacar adelante un proyecto al que le tenemos mucho cariño.

Parece que el público también (al menos, de momento): más de dos millones de espectadores en su estreno en abierto; o, lo que es lo mismo, cerca de un 18% de la audiencia del ‘prime time’ del pasado miércoles. ¿Esperaba una acogida así para una serie que, como decíamos, lleva un año en el mercado (aunque sea el de ‘streaming’ de pago)?

A ver, nosotros siempre pensamos que era una serie que podía funcionar, tanto por la temática como por cómo está hecha. Además..., bueno, teníamos el precedente de Mentiras, que se puede decir que es la serie a la que venimos a sustituir y que también ha sido muy bien recibida. Ahora, una cosa es que fuéramos optimistas y otra pensar en lograr un 17,5%... [Risas]. En estos tiempos en los que hay tantísima oferta y contenido, es una cifra como de otra época (y más para una serie que, como decíamos, hace tiempo que estaba disponible en ‘streaming’). Pero bueno, ahora toca ver si la audiencia mantiene ese interés inicial... Yo creo que sí, porque Alba engancha y, casi más importante que eso, genera debate.

Ahora le preguntaré por eso último, pero, antes de entrar con la serie propiamente dicha, ¿le gusta esta estrategia que está adoptando Atresmedia para series como Alba? A priori parece que es como darle una segunda vida a historias como la suya...

Entiendo que es bueno, sí. Desde luego, Alba está gozando ahora de, efectivamente, una segunda vida, y para nosotros, cuanto más recorrido tenga, mejor. Pero es cierto que es una forma de funcionar a la que todavía nos estamos adaptando; al menos, yo, que llevo en esto desde antes del surgimiento de las plataformas de ‘streaming’. Supongo que es lo que procede –por aquello de atender a las nuevas formas de consumo, especialmente entre la gente joven– y, a la vez, es la forma que Atresmedia ha encontrado para intentar seguir compitiendo en abierto con Netflix y compañía. Por suerte, parece que funciona, porque la ficción en abierto estaba empezando a caer demasiado... Así que cualquier estrategia que ayude a mantener ambos mercados y, sobre todo, a la difusión del producto nacional, no solo me parece lícita, sino que es totalmente bienvenida.

En cualquier caso, imagino que su cometido ahora es simplemente disfrutar de la buena acogida de Alba, ¿no? Quiero decir, para bien o para mal (en este caso, para bien), no puede hacer más; si acaso, algo de promoción.

Claro. Más allá de la rueda de prensa que hicimos hace unas semanas, solo podemos esperar a que la gente la vea y la disfrute. Porque, además, no es una serie que (en principio) vaya a tener una segunda temporada y esté pendiente de los resultados de audiencia; no, no estamos en eso. Pero es verdad que es una serie que costó mucho hacerla, cuyo rodaje nos pilló en plena pandemia y aquello acabó derivando en retrasos, suspensiones... Tuvimos incluso un contagio gordo –como de 15 o 18 personas– que nos mantuvo un mes parados. El caso es que invertimos mucho esfuerzo en ella, pero acabamos superorgullosos con el resultado final, y teníamos ganas de olvidar ese clima extraño que marcó su desarrollo.

Al final, la «odisea» –como ha dicho alguna vez refiriéndose al rodaje– mereció la pena...

[Risas] Totalmente. Pero desde que se estrenó en Atresplayer. Piensa que hay series que se graban y que, por circunstancias, se entierran antes de que hayan visto la luz; eso sí que es triste, porque desde el primer auxiliar al productor ejecutivo han invertido todo su cariño y esfuerzo en hacer su proyecto posible para nada. Pero, en fin, ese es otro tema...

Por cierto, aunque se haya emitido ya el primer capítulo –este miércoles, a las 22.45 horas, se emitirá el segundo–, nuestros lectores todavía están a tiempo de engancharse.

Sí, claro. Porque, aunque no vieran el estreno, el primer capítulo ya se puede ver ‘a la carta’ (además de en la plataforma de pago, donde siguen disponibles los trece episodios). Lo digo porque creo que es importante seguir desde el principio la trama principal, la de Alba. Hay que ir con ella hasta el final, acompañarla; es clave. No es una serie de capítulos autoconclusivos ni es procedimental, por eso mi consejo es hacer todo el viaje de la mano de la protagonista.

Para el que no lo sepa, Alba es una adaptación de la serie turca Fatmagül, que tuvo bastante éxito cuando se emitió en Nova. 

Eso es. Antena 3 tenía mucho interés en hacer su propia versión de esta historia y hubo un concurso entre varias productoras para asumir el proyecto. Nuestra propuesta fue la que más les gustó. Lo primero que dijimos es que nos interesaba traerla aquí, a España. La cultura turca es muy diferente a la nuestra y no teníamos claro que siendo fieles a la original fuera a enganchar... Además, por desgracia, en los últimos años hemos conocido casos similares al de Alba que han tenido lugar en nuestro país, con lo que la trama no era ajena a nuestra realidad social.

Supongo que, aunque Fatmagül dejara el camino marcado, no es fácil tratar un tema como este; y más ahora, cuando (afortunadamente) estamos más sensibilizados con este tipo de agresiones que nunca...

No, claro. Fíjate: cuando iniciamos el proyecto, yo, personalmente, me preocupé mucho por no utilizar la violación como una excusa argumental, como una peripecia a modo de thriller. El gran reto era combinar esa parte de entretenimiento que es imprescindible en la ficción ‘mainstream’ en abierto, incluso ese espíritu ‘culebronero’ de la original, con un acontecimiento motor (y sus posteriores consecuencias para la protagonista) que debía ser tratado con enorme sensibilidad y empatía. En este sentido, para mí era importantísimo que todo se tratara con cercanía; hasta la cámara debía contribuir a ello, estando siempre muy encima de Alba, acompañándola en todo momento. Queríamos mostrar un suceso tan jodido como una violación con la dureza que le corresponde, pero sin morbo; con sensibilidad y honestidad, pero sin caer en lo frívolo. Y creo que lo hemos conseguido (y que ese es el secreto de la serie).

En este sentido, Alba llegó a la televisión en abierto el pasado miércoles 9 de marzo, un día después del 8M. No creo que sea casualidad, sobre todo cuando en alguna ocasión le he escuchado decir que la intención de esta serie no es solo entretener al espectador, sino también generar debate...

Absolutamente. De hecho, estamos siguiendo con mucha atención la evolución que está teniendo en redes sociales, donde efectivamente está provocando cierto debate que contribuye a la visibilización de este tipo de situaciones (y que nunca está de más). Porque no debemos de hartarnos de hablar de ello, ni desde la ficción ni desde los medios. Ojalá Alba sirva para que al menos una mujer que haya pasado por algo similar se sienta identificada con nuestra protagonista y se anime a denunciar, a contar su historia. Creo que es nuestra responsabilidad como comunicadores hablar sobre estos temas. 

De hecho, en su día, cuando se lanzó en Atresplayer, dijo algo así como que estamos tan acostumbrados a la noticia, a la imagen real, que quizá la ficción pueda tener un papel clave a la hora de sensibilizar...

Sí, siempre lo he pensado. Vivimos en la era de la información, de la imagen, y yo creo que a todos nos ha pasado alguna vez eso de que, viendo las noticias, cuando creemos que algo nos puede resultar desagradable, simplemente cambiamos de canal. Es casi un acto reflejo, algo instantáneo. Sin embargo, la ficción, con esa envoltura de entretenimiento, tiene la capacidad de incentivar ese mismo debate de manera menos agresiva. Digamos que el telediario es más directo (y en ocasiones más morboso) y nosotros podemos ser más reflexivos, y creo sinceramente que por ahí se puede hablar de muchas cosas y ayudar a curar ciertas heridas.

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