Con las habituales alegrías o decepciones de pequeños y mayores del día de Reyes, terminó la segunda navidad teñida por la covid. Y como cada navidad desde hace un lustro, también esta han vuelto a tener presencia en las redes sociales los memes con parejas de inmigrantes o refugiados con su niño en brazos y el texto: «recordad que el origen de la Navidad […] fue una pareja de refugiados con su hijo recién nacido, buscando dónde poder vivir». Pero no, el origen de la navidad no tiene nada que ver con la huida a Egipto, sino con el supuesto nacimiento del Mesías en un establo de Belén, y no porque no los quisieran en otra parte: «Y parió a su hijo primogénito y envolviólo y acostólo en el pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón» (Lucas 2: 7).

Aun así, la pretendida similitud dio lugar incluso a artículos en medios considerados ‘serios’, como el publicado el mismo día de Nochebuena pasado en El País por el exsacerdote Juan Arias, que sin hacer alusión alguna a los memes, casi desde el principio acaba pareciendo (tal vez porque realmente quiere serlo) un intento un tanto forzado de justificación del paralelismo, aunque centrándolo más bien en el episodio algo posterior de la hipotética huida a Egipto: «Suponiendo que todo lo que nos han enseñado sobre la infancia de Jesús y la Navidad fuera historia», dice en el primer párrafo, «hay un aspecto que los cristianos suelen silenciar: Jesús y sus padres se convirtieron en refugiados que tuvieron que huir a Egipto porque el rey Herodes quería matar al niño recién nacido. También hoy muchos de los que tienen que abandonar su tierra lo hacen huyendo de las guerras o de los tiranos».

Sigue más adelante con que «el cristianismo […] solo tendrá valor si la Iglesia se mantiene fiel al amor y la compasión universal, sobre todo hacia los más humillados y perseguidos, como son los migrantes»; e insiste, cerca del final, en que «lo más actual y que corresponde a la esencia de la doctrina primitiva del cristianismo es la fuga de Jesús a Egipto, lo que lo convierte en el primer refugiado del cristianismo, cuyos padres debieron vivir la zozobra que padece cada familia que tiene que abandonar de prisa y corriendo su casa y su país para huir del horror», por lo que -afirma para terminar- «cerrar los ojos ante el drama de los migrantes, que lleva a veces hasta la persecución de los refugiados, constituye una de las mayores traiciones a la esencia del cristianismo primitivo». 

No sé a ustedes, pero a mí me parece todo un poco demasiado traído por los pelos…