José Vicente Moirón tenía 16 años cuando se subió a un escenario. Encarnó a Quirón en Tito Andrónico, la obra más sangrienta de Shakespeare. Más de tres décadas después, el actor extremeño vuelve al Bardo. Esta vez da vida a Tito, el general romano que vuelve a casa cansado de gloria. Moirón, que dice que debutar con el genio inglés marca una carrera y que «es difícil sobrevivir en el mercado teatral tocando temas comprometidos», lanza un apunte sobre el Shakespeare primerizo: «El tema central de esta tragedia no es mostrar que la humanidad alberga sentimientos viles, mezquinos y oscuros (…); sino mostrar qué capacidad tenemos para intervenir sobre ellos». El viernes, en el Villa de Molina, Moirón buscará la respuesta. Otra vez.

 

Usted debutó interpretando a Quirón en Tito Andrónico. ¿Cómo ha sido, más de treinta años después, volver a esta obra? 

Muy emocionante; no olvidaré jamás esta experiencia. Nunca pensé que volvería a encontrarme con la obra con la que debuté profesionalmente, y mucho menos que fuera por iniciativa de mi propia compañía. Aún así, Tito Andrónico permanecía en mi memoria y, en 2019, se me hizo presente de manera constante. Creo en las señales y esta parecía una de ellas. Abordar este nuevo proyecto treinta años después era una oportunidad única y un tren que no debíamos dejar pasar: por un lado estaba el reto de interpretar el personaje protagonista y, por otro, estrenar en el marco del Festival de Teatro Clásico de Mérida; no había mejor enclave y escenario para esta tragedia de Shakespeare, quizá la que más polémica y la que más debate ha suscitado de entre las obras del autor. Durante el proceso de ensayos fue imposible no acordarme de lo vivido y del reparto del primer Tito Andrónico, y, a la vez, fue sorprendente sentirme observando cada escena de la versión actual como si no la conociera, como si la acabara de descubrir... Puede parecer contradictorio, pero así lo he vivido. Es una mezcla emocional, tanto en lo personal como en lo profesional, apasionante.  

¿Marca una carrera el hecho de debutar con Shakespeare? 

A mi parecer, sí. Desde luego es un reto en toda regla. Enfrentarte con 20 años a uno de los autores más relevantes de toda la literatura universal es un regalo providencial que te hará aprender y sufrir al mismo tiempo; pero, indiscutiblemente, te colocará en una posición elevada que te acompañará siempre. A esa edad conocía la grandeza y el valor de la obra de Shakespeare, pero, obviamente, carecía de la experiencia vital para poder entender en profundidad la carga emocional y la intencionalidad de sus textos. Con el paso del tiempo vas descubriendo que son muchos los dramaturgos que han bebido de sus fuentes, y acudes a su obra constantemente a lo largo de tu carrera. A día de hoy he podido leer casi todo lo que escribió y otros textos del Bardo –como El sueño de una noche de verano y Hamlet– también han formado parte de mi trayectoria. 

¿Hay algo de aquel actor primerizo que le siga valiendo o el oficio se lo va comiendo todo?  

¡Claro que sí! Aunque debes pelear mucho para que no ocurra lo segundo... Una de las cualidades más importantes de un actor es la espontaneidad, la ‘frescura’, como se suele decir. Es en ese estado cuando consigues diferenciarte del resto, porque emerge tu yo más auténtico y porque la verdad que transmites al espectador no lleva tamiz o filtro alguno. El riesgo es aterrador, pero el resultado es una bendición. 

Pero el oficio es indispensable para crecer y ofrecer lo mejor de ti, para depurar la técnica, mostrar tu estudio..., pero lograr el equilibrio entre esa ‘frescura’ y la experiencia es clave;ambas deben ser siempre cualidades complementarias. En este sentido, para mí actuar sigue siendo ponerte en los zapatos de otro sin dejar de ser del todo uno mismo, así que ojalá nunca deje de sentirme como un actor primerizo, por muchos años que pasen. 

"Entiendo el teatro como una herramienta con la que reflejar la sociedad de hoy y denunciar los problemas de los más desfavorecidos"

Tito Andrónico es el primer drama de Shakespeare. Para muchos, su obra más sanguinaria.

Sí, ya había escrito comedias, pero este es su primer drama. Desde luego no se trata de una obra inofensiva; es muy poderosa, y hay mutilaciones, una violación y hasta un acto de canibalismo. Por esta razón, Tito Andrónico siempre ha estado envuelta en polémica... De hecho, algunos estudiosos llegaron a negar su autoría, aduciendo que se trataba de una obra menor no digna de Shakespeare... En general, creo que ha sido una obra más amada por la gente de teatro que por los académicos. Pero, sí, es una tragedia de venganza muy sanguinaria, aunque, a la vez, cargada de lirismo. En el montaje que presentamos en Molina se revelan estampas de una gran belleza en medio del horror, y lo mismo sucede con los textos: dentro de las situaciones más extremas, el espectador va a descubrir en boca de los personajes hermosísimas reflexiones propias del impulso humano.  

¿Qué nos dice Tito Andrónico en 2022? 

¡Muchas cosas! Es una obra que está cargada de mensajes de absoluta vigencia y universalidad. Principalmente porque habla fundamentalmente del comportamiento humano: trata de las bajas pasiones, la lucha de poder entre hermanos, el racismo, la supremacía del hombre sobre la mujer, del impulso de la venganza... Pensamos que la venganza nos puede redimir, pero solo nos lleva a un alivio momentáneo que únicamente calmará nuestros deseos más primarios. En este sentido, la idea del mal y sus consecuencias está muy presente en la obra. Pero el tema central de esta tragedia no es mostrar que la humanidad alberga sentimientos viles, mezquinos y oscuros (estos son inherentes a la conducta humana), sino mostrar qué capacidad tenemos para intervenir sobre ellos, cómo gestionarlos y cómo lograr vencerlos. 

¿Qué aporta la visión de Nando López?  

Nando vertebró el drama de manera extraordinaria, sirviéndolo con una mirada actual para el espectador del siglo XXI. Preservó la esencia del autor, el lirismo, la concatenación de los hechos, etc. y dotó a esta versión de un ritmo trepidante que no decae en ningún momento. Revisó los personajes femeninos y los hizo más empáticos para la audiencia actual. Introdujo un monólogo de su propia cosecha en boca de Tamora, la reina goda, donde de algún modo reivindica la figura de la mujer (que es todo un acierto y, a mí, personalmente, me eriza el vello cada vez que lo escucho). En fin, hizo un trabajo titánico.  

«Es muy difícil sobrevivir en el mercado teatral tocando temas menos amables y tan comprometidos»

La mayoría de las preguntas que plantea Shakespeare siguen sin respuesta. 

Sí, es cierto, la respuesta está en cada uno de nosotros. ¿Qué debe prevalecer? Allá cada uno. Pero en Tito Andrónico, el gatillo que desencadena toda esta venganza cruel es el férreo cumplimiento del deber por parte del protagonista. Las leyes humanas y divinas obligan a Tito a sacrificar al primogénito de los príncipes godos, a los que previamente pasea por Roma como botín de guerra. La reina goda, Tamora, le suplica que no obedezca esas leyes tan crueles y apela a la moral, pero Tito desoye los ruegos y ejecuta a su hijo, por lo que Tamora promete una venganza implacable que no solo llevará a la destrucción de ambas familias, sino también la de todo el pueblo.  

A Molina llega este viernes con Teatro del Noctámbulo, compañía de la que es uno de sus fundadores. Dice que tuvo que reflotarla porque no le interesaba el teatro que le ofrecían y el que le interesaba, no se lo ofrecían. ¿De qué teatro habla?  

Ese fue uno de los motivos, pero hay muchos otros más. No es solamente que no me acabara de interesar del todo el teatro que me ofrecían; lo que realmente pesaba era la impronta de la juventud y el objetivo que quería alcanzar, que era y sigue siendo utilizar el teatro como una herramienta poderosa para reflejar la sociedad de hoy y denunciar o poner en alza los problemas de los más desfavorecidos. 

Por entonces no me sentía satisfecho del todo: estaba en activo, pero los textos que me llegaban no alcanzaban lo que en realidad me apetecía hacer. Siempre he abogado por textos con mucha carga social; quizá menos competitivos o comerciales, pero de gran trascendencia. Y, al observar que esos temas escaseaban en el tejido teatral, en 2002 decidí volver a poner en marcha la compañía y monté El búfalo americano, de David Mamet, manteniéndome fiel a la línea que la compañía había iniciado años atrás y que nos había dado muchas alegrías. Hoy continuamos en esa línea de teatro contemporáneo. 

¿Se ha perdido esa dimensión social del teatro? 

¡Claro que no! Pero es muy difícil sobrevivir en el mercado teatral tocando temas menos amables y tan comprometidos. Hay circuitos para estos trabajos, pero son escasos, como también hay un público apasionado por esta temática tan necesaria. Mientras sigamos apostando por ello estaremos colaborando activamente por un teatro evolutivo con total compromiso, pero debe ser una lucha conjunta de actores, directores, programadores, líneas de contratación de teatros públicos, etc. Esta unión necesaria, y que no siempre se produce, es lo que realmente lo hace más difícil. 

Fecha: Viernes, 20.30 horas.

Lugar: Teatro Villa, Molina de Segura.

Precio: 15 euros.