Hay grandes esperanzas puestas en el año 2022. Cierto es que la dichosa ‘sexta ola’ ha golpeado duramente sobre la línea de flotación de los más optimistas, pero son muchos los expertos que aseguran que la variante ómicron es el principio del fin. Por eso el mundo de la Cultura –sensiblemente maltratado por la pandemia– se niega a parar de nuevo, a dejar de hacer planes de futuro (próximo) y a ponerle todavía más frenos a una rueda que parecía que empezaba a coger velocidad durante el último trimestre del ‘21. Y de la misma manera que la industria musical ha salpicado la agenda de ocio de conciertos en salas y auditorios, o que las artes escénicas regionales han programado sus funciones en escenarios por toda la comunidad, la Real Academia de Bellas Artes Santa María de la Arrixaca de Murcia quiere volver a funcionar como en los tiempos pre-covid, quiere revitalizarse y, con ello, contribuir al «estudio, crítica, cultivo e investigación» del patrimonio artístico de esta comunidad, tal y como figura en sus estatutos. Pero lo hará, eso sí, con ‘nuevo’ capitán al mando.

Y es que, tras casi cinco años ocupando la dirección de tan señera institución, el catedrático Cristóbal Belda ha cedido su puesto a Martín Páez Burruezo (Murcia, 1948), quien fuera el máximo responsable del Centro de Arte Palacio del Almudí desde 1987 y hasta 2013. Se trata, por tanto, de una sucesión continuista, ya que el nuevo director había ejercido durante este último lustro como conservador del patrimonio artístico de la Academia dentro de la junta directiva de Belda, para quien Páez solo tiene palabras de agradecimiento. «Para mí –señala su sucesor en palabras para LA OPINIÓN–, tener que sustituir a una personalidad así, director del Departamento de Arte de la Universidad de Murcia durante años y educador, por tanto, de tantas y tantas generaciones de Historia del Arte, es un gran reto»; generaciones, por cierto, como la de Páez, a quien no solo dio clase, sino que fue su director de tesis. «Es especial en lo intelectual, pero también en lo afectivo», apunta.

En cualquier caso, la vinculación de Martín Páez a la Real Academia de Bellas Artes Santa María de la Arrixaca va más allá de Belda; prácticamente desde que el Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia decretara en 1999 su refundación como heredera de aquella que en el siglo XVIII, y al auspicio de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, dirigió Francisco Salzillo. Académico desde el año 2001, ya antes de esta última y recién finalizada etapa de la institución había sido subdirector con Francisco Marín –predecesor de Belda– y, anteriormente, vicesecretario durante el mandato de Antonio Salas. «Han sido años de mucho esfuerzo porque los medios económicos han sido siempre escasos, pero, aún así, la trayectoria de más de dos décadas que nos ha traído hasta aquí es digna de mención», señala Páez, que espera poder estar a la altura de quienes hasta ahora han ocupado su nuevo sillón en Díaz Cassou. Por suerte, el murciano empieza esta nueva aventura –una más– con «ilusión y ganas de seguir trabajando en pro de la cultura». Porque, tal y como él mismo recuerda, lleva «en esto desde siempre».

«Me gustaría poder hacer la primera exposición individual del escultor Pepe Toledo y otra con la nueva obra de José Carrilero»

Sin embargo, Martín Páez se enfrenta ahora a una situación inédita hasta ahora y casi que imprevisible que presenta, de entrada, dos problemas que atajar: «Por un lado está la crisis sanitaria, que nos va a dejar a todos un poco tocados, y, por otro, la consiguiente ‘pandemia económica’, que invita a no ser demasiado optimistas en el apartado presupuestario», reconoce Martín Páez. «Necesitamos un mayor apoyo por parte de las instituciones –insiste–, tanto en lo económico como en cuanto a que contaran más con nosotros. Porque hay que recordar que la Academia es un órgano consultivo y responde ante cualquier demanda de la Comunidad relacionada con el patrimonio cultural de la Región, pero también nos gustaría tener una mayor implicación en la gestión que se hace de nuestros recursos artísticos», añade el nuevo director, que este lunes tomó posesión del cargo y ya ha declarado su intención de reunirse nuevamente con las autoridades competentes para tratar estas cuestiones.

Actividades

Pero, sea como sea, Martín Páez se muestra «entusiasmado» con la oportunidad que le brinda ‘su’ Academia. «Estamos convencidos de que esto [en alusión a la pandemia] acabará más temprano que tarde y, por lo pronto, nuestra intención es continuar organizando nuestro habitual encuentro semanal», señala cuando se le pregunta por las actividades previstas para la nueva temporada. De hecho, tras esta entrevista, Páez acudió ayer al Aula de Cultura de la Fundación Cajamurcia en Gran Vía –espacio que ha acogido en los últimos meses las actividades de la Academia por cuestiones de aforo y restricciones sanitarias– con el fin de retomar las conferencias durante el próximo febrero (siempre y cuando la nueva ola lo permita).

No obstante, y después de «dos años difíciles en los que el coronavirus lo ha paralizado todo (también a la Academia)», Páez quiere más. «Espero llegar a algún tipo de acuerdo con las autoridades para que se nos permita hacer algunas actividades que tenemos pensadas en espacios del Ayuntamiento y la Comunidad», señala el historiador del Arte, que recuerda que fue él quien se encargó de dirigir el diseño de la Sala de Exposiciones La Glorieta, así como algunas de las muestras más destacadas que ha acogido el consistorio de la capital del Segura en los últimos años, como Murcia: una generación de escultores y, por supuesto, Lustre y decoro de estos reynos, un proyecto inaugurado en 2018 con obra de Ramón Gaya, Sofía Morales, Ángel Hernansáez, Antonio Campillo, Pedro Cano y Carmen Artigas –entre otros– que sirvió, precisamente, para rendir homenaje a la Real Academia de Bellas Artes Santa María de la Arrixaca.

Pues lo cierto es que, desde que arrancara la pandemia, esta institución no ha podido llevar a cabo proyectos expositivos. «La idea es retomar esa línea, sí. Como habíamos hecho hasta hace muy poco, vaya, con muestras de gran interés. Porque lo que pretendemos es hacer actividades de cierta importancia, de entidad», apunta Martín Páez, que ya tiene un par de nombres en mente. «Me gustaría poder hacer una exposición del escultor Pepe Toledo, que por haber desarrollado casi toda su carrera en Madrid no es muy conocido en su tierra... De hecho, nunca ha protagonizado una individual en Murcia. Y también me encantaría poder exponer la obra nueva de José Carrilero, que aunque tiene ya 94 años sigue con ganas de mostrar su trabajo», explica.

Por último, el nuevo director de la Academia reconoce que «habría que retomar» la colaboración entre la entidad que ahora dirige y las fundaciones de artistas murcianos como Antonio Campillo y Molina Sánchez, además de incidir en otras vertientes del arte como la musical. «El otro día hablaba con Octavio de Juan sobre la recuperación del cuarteto Almus, que hace unos años interpretó en Murcia el concierto de Las siete últimas palabras de nuestro redentor en la Cruz, de Frank Joseph Haydn. Grabamos un disco con aquella actuación y sería bonito recuperarla durante la próxima Semana Santa», declara Martín Páez, quien de momento trabaja con la junta que deja Cristóbal Belda. «Haremos pública la configuración del nuevo órgano de gobierno de la Academia tras la próxima junta general, que será después de Reyes. Pero ya te adelanto que no va a cambiar mucho con respeto a la de los últimos años... Principalmente porque, aunque suene raro, no es algo primordial para esta institución; lo verdaderamente importante es que hay unidad entre los académicos, y el hecho de que estén en el cargo unos u otros suele estar relacionado con que quienes ostentan un puesta quieran apartarse por cansancio o simplemente por edad», aclara.