La revolución cultural que vivió España durante los años ochenta no solo puso el foco sobre la capital. Valencia fue otro de los grandes puntos de referencia durante aquellos años de agitación, especialmente en lo referente al mundo del arte, inmerso en su particular época dorada. Pues bien, hoy, cuatro décadas después, «vuelve a retomar su posición con una nueva generación de creadores que viven y trabajan en la ciudad del Turia», apunta Eva Hernández, historiadora del arte y directora de la galería murciana Two. Además, para comprobar que lo que dice es cierto no hace falta coger la A-7, sino que basta con acercarse a su espacio en el número 7 de la calle Acisclo Díaz para disfrutar del arte de Lolo Camino, Juan Chica y Pablo Ruiz, protagonistas de su nueva exposición y herederos de «aquella generación de dibujantes, ilustradores y pintores que sentaron las bases del arte contemporáneo español».

El primero en aparecer por Valencia Urvan –sí, con ‘v’, como la ciudad– es Camino (1983), pintor abstracto de origen sevillano pero que desde hace años vive en tierra de taronjas. «Aunque comenzó marcado por las líneas de la figuración, poco a poco su obra se ha ido rebelando y ha buscado la manera de desprenderse de esos contornos que parecían estar en una lucha constante por alcanzar la libertad», apunta Hernández. En sus piezas, los rostros, cuerpos y miembros de sus protagonistas se han ido desdibujando hasta fundirse casi con el fondo, ahora de colores segmentados y brillantes. «Le han ido quitando el protagonismo a las formas –explica la galerista– hasta llegar a desfragmentarse en una solución de marcas cromáticas entre las que todavía parece adivinarse alguna pequeña forma que trata nuevamente de surgir, de sobrevivir... De repente vemos un ojo, una mano, una pequeña cabeza parece asomar temerosa entre un amalgama de colores y masas..., pero para, inmediatamente, volver a perderse en la inmensidad de estos nuevos trazos». 

Se trata de «un nuevo tipo de expresionismo abstracto» en el que todavía se perciben algunas de aquellas primeras formas de criaturas antropomórficas que ahora han dejado paso a un grafismo orgánico de colores primarios fragmentados. «Además –añade la historiadora murciana–, recientemente ha incorporado la escultura como parte de su discurso por medio de la impresión 3D, dándole así una tercera dimensión a su trabajo». En Valencia Urvan también hay piezas de esta última época.

Eva Hernández, directora de Two Art, pasea por la exposición. Juan Carlos Caval

El segundo de los artistas es Juan Chica, «el más claro representante de las últimas tendencias pictóricas: el digital painting o pintura digital». Para los menos avezados, este modelo de trabajo busca la aplicación de las últimas tecnologías informáticas, y el resultado son obras a medio camino entre la fotografía, la pintura y la infografía. Adscrito a la figuración realista –eso sí, con referencias al cómic y a la ilustración literaria–, su trabajo recuerda al de otro referente como Daniel Torres, y si por algo llama especialmente la atención es por la complejidad técnica de sus piezas. «Chica parte de una idea materializada como un dibujo que posteriormente se dibuja digitalmente. La imagen resultante se positiva en aluminio y a ella se le aplica una capa de resina o silicona transparente que potencia el efecto visual de la imagen», explica la directora de Two Art Gallery.

El lenguaje utilizado por este artista se puede incluir en las corrientes del dark art e incluso bizarre art, «dos tendencias que proceden de la cultura sajona pero en las que Juan es capaz de imprimir un aporte personal con la calidez del color y la luz mediterránea», señala Hernández, que subraya como, «aunque la mayor parte de sus obras retratan a personajes femeninos idealizados, estas se integran en un contexto plagado de connotaciones siniestras». «Cada una de sus obras son como grandes ventanas que nos invitan a soñar entre sus pequeñas protagonistas de grandes ojos, a inventar historias para cada una de ellas y a creer que otro mundo es posible. La fantasía todavía duerme en cada uno de nosotros y él es capaz de despertarla», concluye la galerista en una nota de prensa facilitada con motivo de la inauguración de la muestra, que estará disponible para visitar hasta el 15 de enero del próximo año.

Por último, el tercero de los artistas seleccionados también viene del cómic y la ilustración, pero en esta ocasión con un tono que recuerda más al de aquellos años ochenta, con una serie de obras de colores mucho más vivos y contrastados que los de Chica. Hablamos de Pablo Ruiz (1976), que «traslada a la tela imágenes que podrían ilustrar perfectamente las mejores publicaciones del cómic actual», reflexiona Hernández. En pinturas principalmente de gran formato, «la ironía y el sentido del humor son una constante para Ruiz», de estilo crítico y caricaturesco. El sexo, la violencia, los alienígenas, el mundo del circo, matones, prostitutas y seres monstruosos protagonizan una serie de historias imaginarias capaces de sorprender y atrapar al espectador, ya que «su pintura es totalmente narrativa». «Esa es realmente su intención –señala Hernández–: generar una secuencia de pequeñas historietas que en su conjunto cuentan las mil y una batallas de opulentas mujeres, poderosas no solo en su exagerada fisonomía, sino también en su atrevida actitud». Encuentros amorosos cuyos protagonistas no dejan nada a la censura y sí mucho a la imaginación, o una recreación del origen del mundo como resultado de un difícil parto al que todos asistimos con gran expectación son algunas de sus escenas expuestas en la galería Two.

En definitiva, tres artistas muy diferentes entre sí, con maneras de entender y concebir la pintura que, además, son completamente ajenas a las de los otros dos. Pero, eso sí, con un nexo de unión: Valencia, que sigue reivindicándose como una de las grandes capitales del arte contemporáneo español, aunque esta vez, desde Murcia, desde Two Art Gallery, y hasta el 15 de enero.