La banda valenciana Los Zigarros vuelve mañana a la Región –tras haber pasado ya este año por Las Noches del Malecón y el Warm Up Days– para encabezar la ‘Navidad Rock’ de Las Torres de Cotillas. ¿Su intención? Tocar la fibra sensible de sus seguidores con ¿Qué demonios hago yo aquí?, un disco en directo crudo y grabado en el Circo Price poco antes del estallido de la pandemia. Aquellas dos veladas figuran entre las mayores reuniones del rock nacional de los últimos años, con la colaboración de M-Clan, Fito, Tarque, Leiva, Ariel Rot, Aurora García, Carlos Raya... Pero es que Los Zigarros son rock puro y eléctrico, sin medias tintas. Lo han dejado expuesto en tres discos de estudio, muchos conciertos y teloneando a los mismísimos Rolling Stones. Todo ello les ha erigido como «la gran esperanza del rock español», y así lo confirma la plana mayor que ha sostenido este género durante años y que no dudó en arropar a la banda valenciana en su primer dicos en vivo. Hablamos con Álvaro Tormo de guitarras, rock and roll y planes.

En el Warm Up Days pudisteis tocar con el público de pie. ¿Cómo lo vivisteis después de tanto meses tristes?

Joder, parecía de mentira..., pero fue increíble. Nos habíamos acostumbrado a tener a la gente sentada, y hasta le cogimos el rollo a ese tipo de conciertos, pero, claro, cuando vimos a la gente de pie... Hay una energía increíble que no tienes con la gente sentada.

Los dos conciertos que hicisteis en el Circo Price de alguna manera supusieron un punto de inflexión en la banda.

Sí, absolutamente. Era como hacer un resumen de los tres primeros discos, y en ese momento estábamos en muy buena forma... Nosotros –como casi todo el mundo– ganamos en vivo; el rock siempre en directo tiene un puntito extra, y creo que quedó muy bien reflejado en ese doble álbum.

También fue una de las mayores concentraciones del rock nacional de los últimos años: M Clan, Fito, Leiva, Ariel Roth… ¿Cómo y cuándo surgió la idea de hacer ese disco en directo?

Fue idea de nuestro manager, Polaco. Nos pareció una manera bonita de cerrar la gira que estábamos haciendo. Estábamos presentando Apaga la radio, nuestro tercer álbum, y llevábamos ya un año y algo girando cuando se dio esa opción. «¿Dónde tocamos en Madrid?», «En el Price», «Oye, ¿y si hacemos un DVD y grabamos el directo?», «Venga, va», «¿Y si llamamos a todos los colegas?», «¡Joder, pues mejor aún!». Porque toda la gente que sale en el DVD son amigos nuestros, gente con la que hemos currado y coincidido en gira.

Para vosotros era el momento adecuado, pero de repente llegó la pandemia.

Imagínate... Fue un mazazo espectacular.

¿Os rompió muchos planes?

Totalmente. Es verdad que nosotros siempre hemos ido poco a poco, escalón a escalón, aumentando nuestros número de seguidores... Y, después de lo del Price, recuerdo que mi hermano y yo nos fuimos de vacaciones a Tailandia para descansar –porque, ya te digo, llevábamos un año y algo de gira sin parar– y cuando estábamos allí nos llamaba nuestro manager y nos dice que estaban saliéndonos bolos a tope por toda la repercusión que habían tenido aquellas dos noches. Y, claro, volvimos y a la semana nos encerraron. Ese año tocamos dos conciertos, creo. O sea, imagínate. Cancelamos un montón...

La música en directo está viviendo una de sus peores crisis.

Joder..., sin ninguna duda.

¿Se os ocurre algo para solucionarlo, o está complicado?

Ojalá tuviera la solución yo... No lo sé, la verdad. Pero a mí sí me sorprende una cosa: este año que te digo que solo tocamos un par de conciertos, que fue 2020, fuimos a hacer un bolo a Las Palmas, y tuvimos que irnos a un teatro porque no nos dejaban meter en una sala a más de no sé cuántas personas. Ahora, justo delante del auditorio había un centro comercial al que nos acercamos un segundo a comprar tabaco y allí había miles de personas, todas juntas, sin mascarilla. De repente pensé: «¡Qué injusto!».

Hay algo que seguramente no olvidaréis jamás, aparte de esta pandemia: haber sido teloneros de los Rolling Stones en Barcelona. Palabras mayores.

Sí, sí. Básicamente porque la razón por la que Ovidi y yo hacemos música –o una de las grandes razones– son los Stones. Claro, pasar de estar viendo vídeos suyos en la tele o de intentar sacar las canciones con la guitarra e imitar las poses a tocar con ellos… Bueno, antes que ellos. Nosotros tocamos nuestro bolo y, eso sí, cuando acabamos les conocimos y estuvimos un rato hablando con ellos. Imagínate... Increíble. Como un sueño hecho realidad.

Más que imaginarlo, lo envidio...

Para mí los Stones eran como Elvis: algo que no existía en la vida real, que eran como de mentira. Y cuando te ves hablando cara a cara con uno de ellos… De repente, me pregunta Mick Jagger: «¿Qué tal ha ido el concierto?», y yo flipando en colores... Fueron muy majos con nosotros, muy educados, y nos echamos unas risas.

¿Qué guitarras usas? ¿Cuál es tu favorita?

En esta gira estoy utilizando tres, y las tres son de mis favoritas. Una es una Gibson Les Paul 1974, otra es una Gibson SG de 1963 y la tercera es una Yamaha SA2000, que me flipa también. Estas dos últimas llevan pastillas de un tío que se llama Bull Skull de Valencia, que es el que hace todas nuestras guitarras, el que se ocupa de ellas y las pone a punto. ¡Pero tengo como veinte! Voy cambiando.

Seguro que tienen su historia...

Sí. Por ejemplo, la del ‘63 va a cumplir ahora sesenta años. Yo la compré hace a lo mejor diez en Estados Unidos... ¿Y los cincuenta anteriores? ¿Qué habrá pasado con ella? ¿Quién la habrá tocado? Es una cosa guay que tienen los instrumentos antiguos, que siempre estás pensando en cómo habrá sido su vida hasta llegar a ti…

¿Recuerdas el primer día que Ovidi y tú cogisteis una guitarra?

Éramos pequeños. Mi madre nos regaló una guitarra eléctrica a mi hermano y una española a mí, y como nos encantaba Nirvana, intentábamos que sonaran como ellos, pero no había manera a menos que pusieras el ampli a tope... Así que lo que hacíamos era sacarlo a la ventana para que todo el sonido saliera hacia fuera y mi madre no nos regañara, con lo que le dábamos conciertos a todo el barrio. Es curioso porque, ya de mayor, me encontré a un vecino que me dijo: «Joder, la brasa que me habéis dado toda la puta vida con el amplificador...».

¿Habéis trabajado en nuevo material, o la situación os ha impedido concentraros lo suficiente?

No hemos estado especialmente inspirados, la verdad... Pero bueno, ahora ya llevamos unos meses currando y estamos preparando el siguiente disco. Están saliendo canciones, pero durante el confinamiento... Todos los temas que te salían iban sobre la pandemia, y era como: «¡Hostia! ¡Si yo lo que quiero es salir de esto, no hablar de la puta pandemia todo el rato!».

¿Habéis logrado que no se cuele nada de la pandemia en ellas?

Siempre quedará algo..., porque la vida siempre se cuela en las canciones. Pero no habrá himnos contra la pandemia o algo parecido.

¿Puede que sorprenda lo nuevo de Los Zigarros, o vais a seguir en vuestra línea rocanrol habitual?

Creo que vamos a seguir en la línea habitual. Tanto Ovidi como yo escuchamos muchísima música, pero desde blues y jazz de los años treinta o cuarenta hasta electrónica de ahora, y todo lo que hay en medio: pop, metal, death metal, rock... Y siempre hablamos de lo que molaría hacer una canción muy pop o muy metal. Lo que pasa es que luego casi siempre nos sale lo que nos sale... Dentro de que a nosotros nos encantaría experimentar y sacar cosas distintas, lo que sale son Los Zigarros, algo básicamente muy rock.

¿De qué os sentís más orgullosos como banda?

El momento de mayor orgullo fue cuando llenamos la sala República de Valencia, que es la sala donde íbamos mi hermano y yo a ver conciertos con todos nuestros amigos. Ahí hemos visto a todo el mundo... Nosotros lo que hacíamos cuando teníamos 15 años era ir al parking que tenían ahí a hacer botellón y, una vez ibas cocido, ya te metías al concierto. Pues conseguimos llenar la República nosotros solo. Me acuerdo que llegando con la furgoneta veíamos la misma cola de gente que estaba haciendo botellón y que estaba ahí de fiesta fuera antes de entrar, y la verdad es que dices : «Joder, mira qué fuerte, que yo venía aquí con 15 años, ¡y ahora la hemos llenado nosotros!»

Sí que es para estar orgulloso en tu propia tierra. Creo que vais a sumaros al homenaje al Boni, el guitarrista de Barricada, que murió a principios de año.

Sí. A principios de año sale el disco, ¿verdad? Grabamos Chulo. Además, hemos hecho una versión muy a la manera de los Zigarros.

¿Cómo vais a afrontar 2022, que está a la vuelta de la esquina, con esta incertidumbre todavía a pesar de las vacunas?

La verdad es que qué cansancio ya, hostia. Yo estoy hasta la polla, joder. Encima nosotros tenemos conciertos ahora hasta febrero o así. Luego descansaremos un tiempo, y volveremos a girar todo el año lo que podamos. Pero, claro, es que se está poniendo la cosa otra vez tan mal que a ver si se van a empezar a cancelar conciertos... No lo sé. Espero que no. Nuestra idea es tocar todo el 2022.

¿El nuevo disco a lo mejor sale en 2022?

No, no, lo que haremos será tocar todo el 2022 y componer el disco. Luego veremos cuándo lo grabamos. Yo creo que saldrá en algún momento del ‘23. Esa es nuestra idea.

Así se recupera todo lo que no se ha podido hacer durante todo este tiempo.

Claro. Y que tenemos que componer el disco, que todavía no lo tenemos, así que nos viene bien un poco de tiempo.

Aunque canciones nuevas habrá pocas, ¿qué se va encontrar quien vaya a ver a Los Zigarros a Las Torres de Cotillas en esta ‘Navidad Rock’?

La verdad es que estuvimos ensayando hace como un mes y medio en un estudio y hemos hecho un repertorio muy guapo. Hemos recuperado alguna canción antigua que no tocábamos, incluso. Yo creo que va a ser un concierto muy molón. Aparte, en Murcia nos tratáis siempre muy bien... Sois rockeros a tope.