El profesor y periodista Gabriel Maldonado (Murcia, 1976) reconoce que tiene una «pequeña cruzada» personal. ¿Su misión? Acercar el arte flamenco a los más pequeños. Y es que «no se ven muchos niños ni gente joven en los recitales últimamente», lamenta... Por eso presentó en septiembre una programación didáctica titulada El flamenco como recurso en Educación Física. Una propuesta para Primaria y Secundaria, y por eso este viernes visitará La Unión para desvelar los entresijos de su última publicación, Un encuentro muy flamenco, una novela infantil que nace «de la ilusión de un maestro, amante de este arte, por mostrarle a los niñas y niñas qué significa esta maravillosa manifestación, que lleva alrededor de 150 años entre nosotros y que ha sido parte indisoluble de nuestra historia», apunta Maldonado.

Porque el murciano es, ante todo, un «amante del pasado y de nuestras tradiciones». «Vivimos en una sociedad en la que miramos mucho hacia delante y muy poco hacia atrás, y yo creo que no se puede evolucionar sin saber dónde están nuestras raíces, nuestros anclajes», señala. Y para solucionarlo –al menos de cara a las generaciones más jóvenes– se ha dejado ayudar por un flamenco muy especial y reconocido en toda la comunidad, pero que no es ni ‘La Dama del Cante’, Encarnación Fernández; ni el estudioso Paco Paredes; ni el padre de este último, ‘El Niño Alfonso’, ni Pencho Cros (aunque, spoiler: todos aparecen en su libro). Quien lleva la manija de esta historia es un flamenco de los de largas patas, cuello en ese y plumaje rosado, de los que pueden verse descansar en las aguas salinas de la Región.

En esta «fantasía flamenca», esta elegante flamenca se pierde cuando su bandada inicia una migración desde las costas de Portugal hasta, precisamente, San Pedro del Pinatar. El destino querrá que llegue a Sanlúcar de Barrameda, donde se encuentra con José el de la Vicenta cantando y bailando con su grupo de amigos. Curiosa, el ave se acerca e inicia una amistad con el cantaor que se irá fraguando en un viaje por Andalucía hasta la costa murciana y La Unión, y en el que, además de destacadas figuras del género (tanto pasadas como actuales), se hablará «de los fandangos de Huelva, de los cantes de Triana, de Jerez, de Granada, de Málaga, de la taranta y el taranto de Linares y Almería, etc.». Aunque, si en algo centra el foco particularmente Maldonado es en el arte regional: «Este viaje no podía tener otro fin que en Murcia, porque si algo pretendo con este libro es –además de mostrar este mundo a los pequeños– reivindicar el flamenco de esta tierra, la cultura de mi tierra, y para ello hablamos de Sebastián Escudero [fundador del Festival de Lo Ferro], de la ferreña y, por supuesto, de La Unión».

De hecho, Maldonado se emociona cuando habla del Cante y recuerda que Un encuentro muy flamenco sale publicado de la mano de la fundación del popular certamen. «Es un orgullo enorme que mi nombre esté unido al de este festival. Hace diez años, cuando empecé en este mundo, esto no era ni siquiera un sueño, y que el viernes (19.30 horas) vaya a estar el alcalde de La Unión y su concejala de Cultura en la Casa del Piño es algo tremendamente emotivo para mí. Estoy superilusionado y superagradecido por la oportunidad que me han brindado», explica el autor, que también se deshace en elogios hacia sus colaboradores. Porque este libro cuenta con ilustraciones de la molinense Rocío La Pequeña –que además de artista plástica ha hecho sus pinitos en el baile flamenco– y maquetación del polifacético Onésimo Samuel Hernández Gómez. «Estoy enamoradísimo del trabajo de Rocío; pero no solo del que ha hecho para mi libro, sino en general de todo lo que firma (me tiene loco ‘perdío’). Y qué decir de Onésimo –continúa Maldonado–, una persona con una inteligencia y un gustazo brutal. Estuvimos tres o cuatro noches encerrados en su casa hasta las tantas de la madrugada jugando con los textos, las imágenes, adaptando cosas..., y la verdad es que estoy encantadísimo con el resultado y con la aportación de ambos».

Aunque el murciano también ha contado con otra ayuda extra para poder lanzar este cuento. «Mira, yo tengo la suerte de estar todos los días en contacto con mis alumnos y desde luego que me he nutrido de ellos a la hora de escribir Un encuentro muy flamenco. Porque yo soy una esponja que va absorbiendo su forma de ver las cosas, de pensar, de expresarse..., y creo que eso me ha permitido idear una historia desde el punto de vista de los niños y para los niños», explica. De ahí que, efectivamente, hay pequeñas pildoritas de información histórica, pero no demasiadas: «La idea es que se introduzcan de manera que sean atractivas, no que dificulten su lectura. Por eso no hay ni demasiados tecnicismos ni demasiadas referencias; lo que hay es un equilibrio entre lo que es la historia y la fantasía y, todo ello, por medio de un lenguaje sencillo y con toques de humor y de amor», aclara Maldonado, que incide en su cruzada: «Creo que es imprescindible sembrar la semillita entre los más pequeños, y luego dejarla y que ya cada cual, dependiendo de sus gustos e intereses, decida si la riega o no».