José Ortuño y Pantxi Coves (Teatro Tortuga) presentaron a mediados de mes en el Teatro Circo de Murcia su último proyecto: La sumisión, una adaptación de dos textos del dramaturgo rumano Eugène Ionesco, uno de los grandes referentes del teatro del absurdo. En concreto, hablamos de Jacobo o la sumisión y El porvenir está en los huevos, que el propio Ortuño –actor efervescente en la órbita de compañías como Alquibla– reconoce como «dos partes de un todo».

Así define el montaje en su página web: «Jacobo es un adolescente que convive, muy a su pesar, con una extraña familia. Una familia tan extraña que bien podría ser la tuya, tú que estás leyendo esto. La tradición, los roles establecidos, el porvenir y las aspiraciones regionales y nacionales se tambalean continuamente ante la actitud rebelde e irreverente de Jacobo, pero todo cambiará con la llegada de una misteriosa muchacha de tres narices».

Con un reparto formado por Ángela España, Allende García, Claudia Garón, Nadia Clavel y Nuria Malvado, mañana vuelven a las tablas del TCM con todo el papel vendido, aunque todavía con una última fecha agendada: el 15 de diciembre.  

¿Cómo se adaptan dos textos de Ionesco a 2021?

Jacobo o la sumisión y El porvenir está en los huevos son obras cortas que ya el autor concibe como dos partes de un todo:mismos personajes, mismos escenario y diferentes conflictos. Cuando uno lee teatro del absurdo hay que intentar siempre ver más allá, porque siempre hay muchas capas por debajo de la aparente comedia disparatada, así que el trabajo dramatúrgico, más allá de unificar los textos, ha estado condicionado por las diferentes capas que hemos ido encontrando y por una propuesta en la que todos los personajes (ocho en total) fueran interpretados por cinco actrices. 

Por otro lado, el espacio escénico ha evolucionado durante el propio proceso de ensayos hacia un lugar que recuerda a una especie de granja de seres humanos, sobre todo en el último tramo del espectáculo. La introducción de los títeres creados por Carlos Maciá ha hecho también que nos permitiéramos la licencia de plantear un final diferente, pero siendo consecuentes con el original. Digamos que hemos cambiado la forma respetando el contenido.

Alterando algunos de los elementos que le rodean..., Jacobo podría ser un chaval actual.

Es tremendamente sencillo que cualquiera que vea La sumisión se haya sentido alguna vez como Jacobo (y también como Roberta). Pero la historia va más allá. Hay patrones de conducta y roles hacia los que muchas veces vamos inevitablemente. El propio sistema en que vivimos nos invita a que nos quedemos callados, resignados, confortables en un mismo lugar, a que consumamos y «provoquemos la producción» para sostener ese mismo sistema. A que asumamos nuestros roles sin rechistar. Nuestra identidad podría ser mucho más diversa y tolerante si saliéramos de ese lugar a donde se supone que pertenecemos. Uno no elige donde nace, pero puede elegir hacia dónde ir.

Un momento de una de las representaciones de 'La sumisión'. Rafa Márquez

Cada vez cobran más fuerza las posturas que consideran que esa es la única manera de frenar el ultraliberalismo: el decrecionismo, el intentar frenar la rueda.

Existe una tendencia a ignorar aquello que nos molesta o nos daña, a rehuir el conflicto con alguien que opina diferente a nosotros porque prevemos (o tememos) acabar en un callejón sin salida o en una discusión absurda. Y muchas veces recurrimos al silencio como arma. Es en ese absurdo en el que encontramos a Jacobo al inicio de la obra. Él también cree al principio que, de esa forma, silenciosamente, se va a salir con la suya, que va a conseguir ser libre, independiente, que va a frenar esa rueda. Pero pensemos en que es un chaval que vive la misma situación todos los días, y al que su estrategia nunca le funciona. Lo que le sucede en el momento en que la obra comienza es que está atrapado en una situación límite: necesita tomar una decisión diferente, y esa decisión es resignarse a formar parte de la rueda.

Por otro lado, en un momento en que el concepto de familia tradicional lleva años en entredicho y en el que la brecha entre las aspiraciones vitales de padres e hijos es tan grande... esta obra pone el dedo en la llaga.

Ya el autor ponía el dedo en la llaga a mediados del siglo XX. No es que Ionesco fuera un visionario, es que por aquel entonces ya había muchos ‘Jacobos’ y muchas ‘Robertas’. El hijo o la hija que quiere evitar a toda costa convertirse en sus padres es prácticamente un arquetipo, y por eso funciona también para nuestros días. Es algo que seguirá ocurriendo siempre que la estructura familiar esté sujeta a la tradición imperturbable, al adoctrinamiento y a la coartación de libertades y derechos básicos. ¿Qué pasaría si realmente diéramos a los adolescentes una participación activa en las reglas de juego? ¿La madurez de una persona viene determinada por su edad? 

"El arte puede ser un vehículo para provocar estímulos, pero no puede tomar decisiones por nadie; la verdadera rebelión ha de comenzar en uno mismo"

Como adolescente adquieres derechos y obligaciones, pero al final del día, tu vida y tus decisiones siempre van a estar supeditadas a lo que tus padres o tutores estipulen. ¿Hasta qué punto es justo eso? Ante ello y como única vía de escape, Jacobo prefiere resignarse, principalmente porque tampoco tiene las herramientas suficientes para llevar a cabo una rebelión real. El resumen es que hay una carencia enorme de escucha, respeto y entendimiento mutuo.

El único consuelo que deja la obra es el de intentar tomarse el trajín de estar vivo en este mundo con humor.

Así es. Precisamente el teatro del absurdo es muchas veces un pretexto para tratar temas muy serios a través del humor.

¿Sigue resultando el texto original tan provocativo como lo fue en su estreno?

Mi compañero Pantxi Coves y yo estuvimos hace escasos días en el cementerio parisino de Montparnasse, muy cerca del Teatro de la Huchette, lugar donde se estrenó en 1955 Jacobo o la sumisión. Allí estuvimos charlando con el difunto Eugène Ionesco frente a su lugar de descanso eterno, y por los comentarios que nos hizo, hemos podido corroborar que aquel estreno fue muy sonado y al mismo tiempo muy divertido. Le íbamos a invitar a venir a las próximas funciones del 1 y el 15 de diciembre en el Teatro Circo de Murcia, pero es que se han acabado ya las entradas. Esperamos estar a la altura.

'La sumisión' de Teatro Tortuga es un montaje híbrido que también incluye títeres. Rafa Márquez

¿Es el absurdo de Ionesco un antídoto contra el paso del tiempo?

El antídoto para todo es el humor, la carcajada veraz, y el poder compartir esa carcajada con un familiar, un amigo... o con un completo desconocido, e incluso también con un enemigo.

¿Por qué estos textos no han tenido mucho predicamento en España? Quitando notables excepciones, usar el humor como motor para poner de relieve las costuras de nuestra sociedad nos ha costado...

Siempre nos ha costado y siempre nos costará. Así son las cosas. Así van. Con esta puesta en escena hemos querido arriesgar, y somos muy conscientes de ello. Pero también somos muy afortunados. Nuestros años en la ESAD de Murcia, el cariño y los vínculos que allí hemos encontrado, han sido los cimientos de nuestra situación actual, y a día de hoy seguimos aprendiendo y formándonos con la misma pasión. La sumisión nos ha regalado un equipo artístico muy hermoso, con el que no podemos sentirnos más felices, y vamos a seguir trabajando y defendiendo este espectáculo para que tenga una larga vida.

Decía Ionesco que muy poca gente sabe que es una marioneta. ¿Este tipo de obras ayudan realmente a rebelarse o el arte no tiene ya –si es que alguna vez lo tuvo– ese poder?

No tenemos una fórmula mágica para cambiar las cosas... El arte puede ser un vehículo para provocar estímulos, pero no puede tomar decisiones por nadie, así que la verdadera rebelión ha de comenzar en uno mismo. En este sentido, lo que mostramos en La sumisión tiene que ver con dos maneras de intentar cambiar lo que nos dicen que no se debe cambiar, y ambas fracasan. Por un lado tenemos a Jacobo, que hace gracia al público y que cae simpático desde el primer momento, pero que a la hora de la verdad, no se ‘moja’, no es capaz de tomar decisiones por sí mismo... Acaba formando parte del sistema cuando apenas un instante antes lo rechazaba. 

Sin embargo, en nuestra propuesta hay otro personaje que verdaderamente representa la rebeldía más pura y del que no se habla tanto: Roberta. Mientras Jacobo no toma las riendas de nada, Roberta es una fuerza de la naturaleza. Ella es la verdadera heroína de esta historia en el sentido más trágico, porque se siente poderosa en una lucha desesperada contra el tiempo y contra el rol al que quieren abocarla. Y a pesar de ello, acaba estampándose de bruces contra una fuerza invisible mucho más poderosa que ella misma... Para los griegos esa fuerza imparable eran los dioses, y por encima de ellos, el Destino. ¿Qué es hoy para nosotros? ¿Cuáles son nuestros dioses? ¿Es verdad que tenemos un destino preestablecido hacia el que nos dirigimos sin poder hacer nada? Y sobre todo: ¿De quién, o para quién somos marionetas? Si es que lo somos...

La sumisión

Fecha: Hoy, 20.00 horas. También el 15 de diciembre a la misma hora.

Lugar: Teatro Circo, Murcia.

Entradas agotadas.