Conozco a Alba Saura Clares desde que era una mengaja deliciosa, cuando sus padres la llevaban de teatro en teatro en sus bolos. Desde entonces ha crecido tanto como persona y como dramaturga que cada día me deja más boquiabierto. Ella podría haber desarrollado el típico hartazgo y reacción a lo que hacen sus padres, para encontrar su lugar en el mundo diferenciándose de sus progenitores, pero ha acertado en encontrar la diferencia siendo la que escribe para el director y para la actriz. Alba ha mamado el teatro, lo ha digerido y ha madurado con él en una relación tan amorosa como la que la une a sus padres y al género humano en general. Tiene un halo de criatura hermosa que derrocha empatía, locuacidad, ternura e inteligencia. Alba es de lo mejor que ha dado la Región con una muy prometedora carrera como dramaturga que, por ahora, le está viniendo muy bien a la compañía familiar: el padre director, la madre actriz y ella a escribir las obras, éxito seguro.

Quedo con ella en el Auditorio Miguel Ángel Clares de Algezares, lo cual me recuerda que esta mujer viene de una larga saga de artistas. La compañía Alquibla está haciendo los últimos ensayos de Mi cuerpo será camino, la última obra de Alba, que estrenan el día 4 de diciembre en el Teatro Villa de Molina de Segura. El escenario está lleno de maletas, que no le son ajenas en su vida. Aprovecho un brevísimo receso para hacerle la foto a la autora, que me demuestra que también es buena actriz: yo creía que le sería imposible contener su hermosa, desbordante y continuada sonrisa. Hablamos en un camerino, mientras desde el escenario llegan las notas de conocidas canciones como Suspiros de España. «Mis obras están llenas de historias pero también de música, y en esta aparece hasta en el título, que es un verso del Mediterráneo de Serrat», me dice. «Trata de los viajes migratorios por el mundo de una familia de nuestra Región, desde finales del S. XIX hasta el año 2020. Me identifico con esta historia porque yo también estoy siempre haciendo y deshaciendo maletas, intentando conectar donde llego y soportar la desconexión de donde marcho. Realmente es tan difícil marchar como quedarse y como volver».  

Alba vive en la actualidad en pleno centro de Barcelona, donde trabaja en la Universidad Autónoma, pero también ha vivido en otros países del mundo. Siempre dice que es un culo inquieto, una polvorilla, le digo yo, una mente abierta, lúcida y vertiginosa, pienso para mí. Me cuenta los años en que estuvo en Berlín, donde empezó a perfilar su Doctorado tras estudiar Hispánicas en la UMU: «Trabajé en la biblioteca y la universidad, esforzándome por aprender alemán y por ser autónoma, como adulta, sin nadie que te cuide o te mantenga. Allí conecté con los ambientes culturales y teatrales, como siempre, y como ahora también en Barcelona. Me atrajo Berlín, por su historia tan poderosa, con su tragedia y destrucción y por su renacer y vitalidad cultural. Allí conviví mucho con emigrantes de todo el mundo y creo que esos personajes tan diversos, provenientes de culturas muy distintas, con historias tan diferentes de esperanza y desesperación, me han enseñado mucho y están presentes en esta obra que ahora estrenamos. Berlín es una ciudad abierta, acogedora y respetuosa, pero una echa de menos la familiaridad de nuestras ciudades pequeñas, donde paseas y siempre hay encuentros con gentes que conoces».

En esta obra, me cuenta, «hay una historia de una hija de exiliados que abandonaron San Pedro del Pinatar para ir a Buenos Aires. Ella siempre quiso venir a ver el Mediterráneo. Pero en Mi cuerpo será camino también hay una historia personal sobre un camino vital que no sé dónde me llevará, junto a las reflexiones sobre lo que consideramos nuestro hogar, sobre las expectativas, sobre la extrañeza, sobre la acogida, sobre la nostalgia. El camino nos va construyendo, el camino es la vida». También me cuenta cosas sobre sus próximos proyectos, sobre sus métodos de escritura, que suelen ser algo así como partos de cosas que va dejando crecer dentro de sí, durante meses. Imposible detallar aquí todas las experiencias teatrales que está haciendo en Barcelona, colaborando con varios festivales, con grupos de teatro de calle y con otros grupos emergentes. Siendo tan melómana, está encantada con que su pareja sea guitarrista de jazz, y el ir a conciertos es una de sus grandes aficiones. 

Hablamos de murcianos y cartageneros que se están abriendo hueco en la cultura catalana: «En esta Región de Murcia hay muchísima gente muy válida en todas las artes y unos grandísimos actores y grupos teatrales, pero falta que la administración apueste más por la cultura de aquí, aprendiendo de lo que se hace en Cataluña».