Mucho ha llovido desde que Opereto, el burel de la ganadería de Salvador Domecq, saltara al coso de la Condomina, su plaza, para doctorar a Rafael Rubio Luján ‘Rafaelillo’ como torero, apadrinado por Enrique Ponce y Francisco Rivera Ordóñez como testigo. 

A partir de aquel 14 de septiembre de 1996 se iniciaba la carrera de un torero que siempre ha ido con la verdad por delante. Una carrera plagada de éxitos, pero también con momentos muy duros.

Han pasado 25 años y el mundo del toro se congregaba ayer en el Auditorio Víctor Villegas para rendir homenaje al torero del barrio del Carmen.

Sus compañeros, los diestros Ortega Cano, Antonio Ferrera, Daniel Luque, Antonio Puerta, Filiberto, El Fundi, Rubén Pinar, entre otros, así como el novillero Jorge Martínez, pusieron en valor la calidad humana del torero.

Tampoco faltaron los ganaderos Antonio Bañuelos, Antonio Miura y Victorino Martín, quien recordó que «ha llevado el nombre de Murcia por toda España», destacando que «ha sido ejemplo de buen ser humano». 

En este sentido, destacó que ha llevado «una carrera muy difícil de igualar, superándose día a día. Martín puso de manifiesto que «los ganaderos te debemos mucho a ti y a todos los hombres como tú por entregar lo mejor que tenéis por un sueño, una ilusión y poder cuajar un toro».

Durante el acto, conducido por el periodista taurino Iñigo Crespo, no faltó el calor de su familia, sus amigos y toda su cuadrilla.

La asociación de ganaderos, así como su cuadrilla, le entregaron un recuerdo. En nombre de todos los toreros murcianos subieron al escenario Ortega Cano, Alfonso Romero y Pepe Soler, curiosamente el mismo cartel de Miura que se lidiara en la plaza de la Condomina. Estos últimos dos regalos fueron obra del artista multidisciplinar ceheginero Nicolás de Maya.

Tampoco faltó el recuerdo cariñoso y un sentido aplauso para el lorquino Paco Ureña, que no pudo estar presente al estar recuperándose del percance sufrido en la corrida de Abarán.

De izquierda a derecha, José Ortega Cano, El Fundi, Rafaelillo, Victorino Martín y Daniel Luque, en el acto celebrado ayer por la tarde en Murcia. Enrique Soler

En el acto estuvieron presentes también el presidente del Gobierno regional, Fernando López Miras, junto al presidente de la Asamblea, Alberto Castillo, así como el consejero de Presidencia, Marcos Ortuño, y el director general de Política Local, Francisco Abril. También acompañaron al torero murciano numerosos aficionados, así como críticos taurinos.

Fernando López Miras destacó que «creo que era obligado ofrecer hoy y aquí este merecido homenaje a Rafaelillo», destacando que se trata de uno de los toreros «más grandes que ha dado la Región de Murcia». «Se merecía el reconocimiento de la afición, de los profesionales y de las administraciones».

López Miras resaltó que «en tus momentos de mayor éxito siempre uniste tu nombre, tu extraordinaria valentía y la verdad de tu toreo a la Región de Murcia».

Sobre la figura del torero, subrayó que «estáis hechos de otra pasta, de otro material, pero de nada sirve si no se tiene el valor que cada tarde ponéis en el ruedo».

Sobre la trayectoria de Rafaelillo, el presidente del Ejecutivo murciano incidió en que «cualquier aficionado que acude a la plaza tiene la certeza de que va a merecer la pena ver torear a Rafaelillo, por ofrecer a su publico una tarde emocionante llena de honor y entrega».

Sobre el mundo de la tauromaquia también apuntó que «quienes han intentado borrar el nombre de los toros, usando como excusa la pandemia no lo han conseguido», recordando que «la Región de Murcia fue la primera en declarar como Bien de Interés Cultural la tauromaquia, no solo por su parte, sino por los múltiples beneficios económicos que reporta».

Por último, un emocionado Rafaelillo quiso agradecer a toda su gente este homenaje, recordando sus inicios y su amado barrio del Carmen, no olvidó en sus palabras de agradecimiento a las administraciones, a su cuadrilla, sus apoderados y muy especialmente a su familia que en los momentos más duros siempre han acompañado al hombre, antes que al torero. «Quiero seguir siendo el niño travieso que correteaba por mi barrio», puso de manifiesto.

Un entrañable acto en el que se dieron la mano el arte del mundo del toro con el flamenco, donde no faltaron los bailes e incluso el salir a hombros por los miembros de su cuadrilla.

Rafaelillo salió a hombros tras terminar el acto. Enrique Soler