Uno de los temas más recurrentes de la ciencia ficción es el contacto con civilizaciones extraterrestres. Y dentro de este subgénero destaca el encuentro de objetos o tecnología alienígenas. Aparatos sin manual de instrucciones que nos conmueven y sorprenden. Son artefactos que nos obligan a realizarnos preguntas sobre su funcionamiento pero también sobre nuestros límites y acerca de la naturaleza de sus creadores. Casi resulta más inspirador hallar una máquina alienígena que al propio alienígena. El objeto es un misterio que además nos evoca la imagen imprecisa de su fabricante.

En la historia de Kubrick/Clarke 2001. Odisea en el Espacio se plantea el encuentro entre la Humanidad y un misterioso monolito. El monolito es una máquina o un ordenador; escultura negra de origen desconocido que funciona como herramienta para realizar experimentos con otras especies. Quizá este es el más famoso de los encuentros de artefactos de origen alienígena. 

Otra impactante novela cuyo argumento se basa en el encuentro casual entre hombres y tecnología extraterrestre es Pórtico (1977) de Frederik Pohl. Lo fascinante de esta novela es el descubrimiento de una base espacial abandonada dentro de un asteroide con miles de naves. Los humanos no saben cómo funcionan las naves alienígenas así que tan solo los más temerarios se aventuran a realizar viajes al azar sin la seguridad de que regresarán con vida. Leí la novela excitado por la curiosidad sobre el funcionamiento de estas misteriosas obras de una tecnología superior, una raza de seres que no se sabe por qué abandonaron su base espacial hace miles de años.

 Pero los ejemplos anteriores pertenecen al campo de la pura ficción. Sin embargo Extraterrestre (Planeta, 2021) es un ensayo que se ocupa de este asunto de un modo riguroso. El 6 de septiembre de 2017 un objeto atravesó el plano orbital en el que todos los planetas de nuestro sistema solar giran alrededor del Sol. Gran parte de la comunidad científica sostiene que este objeto, llamado Oumuamua, era o un meteorito o un asteroide. Otros, como el catedrático de Astrofísica de Harvard Avi Loeb, quien firma Extraterrestre, opinan que el extraño objeto no era otra cosa sino un artefacto construido por seres de otro planeta. Quizá tan solo restos de una nave no humana, basura espacial o residuos de tecnología construida por una civilización inteligente. Para Loeb la forma alargada o plana de Oumuamua se corresponde con una vela, aunque esta es tan solo una de las hipótesis. Para defender su tesis Loeb ofrece algunos datos inquietantes. Por ejemplo, su extravagante forma alargada (quizá plana), las propiedades reflectantes y la aceleración con la que se alejó del Sol. También ofrece Loeb en su ensayo algunos ejemplos de las teorías contrarias a la suya y que sostienen que el objeto es de origen natural. Expone estas teorías para constatar que sus argumentos son tan difíciles de demostrar o más que los suyos propios. Es decir, los datos obtenidos de la observación de Oumuamua no son para nada concluyentes aunque para Avi Loeb no dejan lugar a dudas: por sus características se trata de un objeto artificial no creado en nuestro planeta.

Completan el libro algunas recomendaciones para encontrar vida extraterrestre o para expandir nuestros genes (usando impresoras en 3D) por el Cosmos. Ciencia ficción sin demasiada ficción.

¿Hemos sido testigos del primer signo de vida inteligente extraterrestre? Es todavía difícil dar una respuesta concluyente pero nos estamos acercando.