A medio camino entre los géneros narrativos, Sara Mesa acaba de publicar 'Perrita Country', un libro, ilustrado por Pablo Amargo, en el que de los tres personajes principales dos son un perro y un gato, por lo que la autora ha dicho que los animales pueden ser tan buenos personajes literarios como las personas.

Mesa ha señalado que con este libro ha tratado de hacer algo diferente a sus anteriores novelas, "un trabajo sobre lo sutil" que, con una narración mínima, se ha construido mediante sucesivas estampas y numerosas elipsis.

Parece que los profesores cada vez pintan menos en la sociedad. ¿Por qué eligió a una profesora como protagonista?

Fue una decisión narrativa, para dar textura al personaje, nada que ver con querer reivindicar la profesión -ella, de hecho, no es una maestra ejemplar-. Yo di clases en el pasado, tres años. Quizá bebo de mi experiencia de entonces, aun de modo inconsciente.

¿Hay faltas ortográficas que no son nunca errores?

Claro, claro, que se lo pregunten a la gran Andrea Abreu, que con "Panza de burro" ha levantado tantas susceptibilidades al respecto… ¡y es una gran novela! Pero a lo que yo me refería es a que no hay que ser excesivamente normativo, la rigidez mata la creación. Así que lo que muchos pueden considerar un error (como la cantidad de tiempo que la protagonista de "Perrita Country" se pasa contemplando a sus animales) podría ser en realidad un acierto, ¿no?

¿Pueden llegar a ser los animales mejores personajes literarios que las personas?

Ni mejores ni peores, dependen de en qué manos caigan. Pero Tulip, la perra de J.R. Ackerley, se ha ganado un lugar propio en la historia de la literatura, al igual que el Pajarito de Mario Levrero. Por solo nombrar dos animales literarios que menciono en el libro, aunque hay muchísimos más.

¿Cree que los animales deberían tener derechos?

Por supuesto. Son seres vivos que merecen respeto. Y esto excluye cualquier forma de crueldad o de daño injustificado. Eso decía ya Pitágoras, no es nada nuevo.

¿Prefiere los perros a los gatos?

No comparo. Son seres completamente diferentes, fascinantes precisamente por sus particularidades. A la observación de estas diferencias dedico algunas páginas en el libro.

¿Tiene algún prejuicio con la gente que detesta las mascotas?

No, claro que no. Pero sí contra quienes las maltratan. Como decía Henry More, quien es cruel con los animales terminará siéndolo con sus semejantes. Y también Pitágoras dijo: "Mientras los hombres sigan masacrando a sus hermanos los animales, reinará en la tierra la guerra y el sufrimiento y se matarán unos a otros, pues aquel que siembra el dolor y la muerte no podrá cosechar ni la alegría, ni la paz, ni el amor".

¿Lo que dijo Lord Byron de su perro no le parece excesivo?

Pues no. A un perro se le puede querer mucho, soy comprensiva con todo este tipo de hipérboles que surgen del amor.

Como de pasada cita en su libro a Clint Eastwood y a otros tres actores de, digamos, la línea dura. ¿Es una declaración de principios?

No, no, no lo pensé (risas). Me encanta Clint Eastwood. Nombré escenas famosas de duelos, pensando que entre la perra y el gato se produciría algo parecido en el primer encuentro. Por fortuna no.

La protagonista admite que sus mascotas han logrado respetar los dominios del otro, algo en lo que ella lleva toda la vida fracasando ¿El egoísmo es el gran problema humano?

Bueno, en realidad los animales son muy egoístas, suelen pensar en sí mismos y en su supervivencia; por supuesto cuidan de sus crías y en ciertos casos de su comunidad, pero en esencia son bastante egoístas, aunque se trata de un egoísmo limpio, que no puede juzgarse desde nuestra óptica. Si mi perra pudiera le quitaría toda la comida a mi gato sin el menor escrúpulo, y es la perra más buena del mundo. Quizá lo que sí es propio del ser humano es la ambición desmedida, la crueldad y la avaricia.

Por cierto, ¿tener mascota es más signo de generosidad o de egoísmo?

No tiene por qué serlo de ninguna de estas dos cosas. Buscar la compañía de los animales es algo que llevamos haciendo desde la antigüedad por muy diferentes razones. No nos hace mejores ni peores, y ejemplos al respecto hay montones.