El comienzo de la temporada de danza en el Auditorio Víctor Villegas no podría haber sido mejor. Un auditorio rebosante de público ilusionado recibió el programa diseñado por Rubén Olmo, actual director del Ballet Nacional de España, para el celebrar el centenario del nacimiento de Antonio Ruiz Soler con música en directo a cargo de Manuel Coves dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia.

Con un programa más largo de lo habitual, se presentaron cuatro obras de repertorio del polifacético Antonio Ruiz junto a otras dos creadas siguiendo la estela del maestro. Sonata fue la primera pieza representada. En ella, la escuela bolera estilizada es protagonista. Una puesta en escena excepcional con la escenografía original de Carlos Viudes, que te transportaba a su estreno en 1982 junto a la de Daniel Blanco, el vestuario restaurado y recuperado para esta ocasión de los originales y la técnica impoluta que mostraron los bailarines para su ejecución hicieron que el público aplaudiera después de cada cuadro.

En la siguiente pieza, Vito de Gracia, se cambió totalmente de tercio y se presentó un dúo vivo y coqueto en el que Miriam Mendoza y José Manuel Benítez representaron a Rosario y Antonio. En el espacio reducido que quedaba entre el telón y el foso mostraron una técnica espectacular de zapateado con un deje de exhibición holywoodiense que encantó al público.

Estampas flamencas, coreografiadas por Rubén Olmo y Miguel Ángel Corbacho, supuso otra vuelta de tuerca en la gala.

La escenografía y audiovisuales de José Maldonado, el diseño de luces de Felipe Ramos y la música en directo creada por el cante de Saray Muñoz, Gabriel De La Tomasa y Juan José Amador ‘El Perre’, las guitarras de Diego Losada, Enrique Bermúdez, Víctor Márquez y la percusión de Roberto Vozmediano, junto a un vestuario espectacular enmarcaron las coreografías inspiradas en la estela de Antonio de forma brillante.

En estas cuatro piezas el público navegó por la fuerza viril del zapateado de los bailaores masculinos, la soltura en el movimiento de la bata de cola de las intérpretes femeninas, la elegancia y templanza de Rubén Olmos, y el final con luz propia de las sevillanas como cierre de la primera parte.

En la primera pieza de la segunda parte, Leyenda, coreografiada por Carlos Vilán, se pudo disfrutar del baile de la bailarina principal invitada, Esther Jurado, con una presencia en escena que no le hacía sombra al vestido espectacular y efectista que llevaba.

Fantasía Galaica, con música de Ernesto Halffter, supuso el cierre de esta maratoniana gala en la que se evidenció la versatilidad de los bailarines y el esfuerzo físico, propio de los deportistas de élite, que se necesita para llegar a este repertorio tan diverso. El folklore estilizado fue el broche final de una gala marcada por la excelencia del Ballet Nacional de España y la música en directo de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, que se fundieron en una compenetración especial a lo largo de todo el repertorio.

La visita del Ballet Nacional de España es sinónimo de calidad y éxito asegurado y esta vez también ha cumplido con las expectativas, incluyendo en su visita la labor pedagógica mediante unos talleres en los que acercan la danza española a niños, disfrutando de esta iniciativa los alumnos de Assido (Asociación Para Personas con Síndrome de Down) en esta ocasión.