El director y dramaturgo Claudio Tolcachir –uno de los más respetados del circuito nacional– regresa esta noche a Murcia con su último trabajo. El argentino ha adaptado La máquina de Turing, una obra de Benoit Solès que cuenta la historia del hombre que descifró el código Enigma con el que se comunicaban los alemanes en la II Guerra Mundial; un personaje clave en el desenlace de la contienda que, tiempo después, fue rechazado por homosexual.

Tolcachir, que coge de base una obra que obtuvo cuatro premios Molière y que nace del libro de Andrew Hodges Breaking the code, asegura que el montaje poco tiene que ver con The imitation game, el filme de Morten Tuldum que en 2014 volvió a poner de actualidad a Turing. Y casi que tampoco con la propuesta de Molès. «Es una versión propia de este grupo, determinada por otro tipo de actuación y por los actores con los que he querido trabajar», en este caso Daniel Grao y Carlos Serrano.

Para lo más despistados, Alan Turing es considerado el padre de la informática y la inteligencia artificial y su gran hito fue, como se ha señalado, lograr descifrar el código de la máquina Enigma, empleada por Alemania para sus comunicaciones seguras durante la segunda gran guerra. «Me conmueve que alguien vea lo que el resto no puede ver», señala Tolcachir sobre su protagonista. «Cuando hablas de Turing, hablas de una persona diferente, con una fuerte vocación», un hombre solitario, incluso «soberbio».

La obra relata cómo después de denunciar un robo en su casa, Turing –por su aspecto poco convencional– pasa de ser víctima a ser condenado por homosexual y a tener que someterse a una castración química. Tras dos años de tratamiento, él mismo acabó con su vida en 1954 al comerse una manzana envenenada que previamente había rellenado con cianuro. Tenia 41 años.

La historia de Alan Turing, al que la sociedad aparta y sepulta por su condición sexual, olvidando sus logros científicos, permite, según Tolcahir, preguntarnos si aún hoy como sociedad «nos hacemos cargo de las injusticias. Hasta qué punto seguimos apartando a los diferentes o a los que piensan distinto». No obstante, su tendencia al optimismo le permite argumentar que en muchos sentidos «la sociedad ha evolucionado. Creo que hoy el mundo está más abierto. Pero es posible que aparezcan otros lugares de prejuicio».

Daniel Grao es quien se mete en la piel de Turing, un personaje al que, según desvela, el espectador va a querer «abofetear, abrazar y comprender». «Intento –añadie– dar una explicación de cómo la denuncia de un robo arrastra una vida» hasta la muerte, a pesar de vivir con pasión su profesión. «Un viaje humano muy particular» de una persona incomprendida.