Recuerda Fernando Gómez de la Cuesta en el catálogo de Para nada que Arturo Comas (Sevilla, 1982) lleva tiempo recorriendo una de las vías más sutiles de la creación actual. «Subjetiva y metafórica, exquisita e inquietante, apelando a ese camino que conecta lo absurdo con lo onírico, lo insulso con la maravilla, lo usual y lo reconocible con lo singular y lo extraordinario», apunta, certero, el crítico y comisario Cordobés. Y añade para los neófitos: «Para el espectador poco atento pudiera parecer que las obras de Comas son juegos formales sofisticados y bellos, ideas plenas de ingenio, pero sus trabajos son mucho más que eso...».

La advertencia se antoja necesaria si el lector, atraído por los «objetos imposibles» del sevillano, pretende acercarse por la galería T20, en la zona de las tascas de Murcia. Allí Comas inauguró ayer esta muestra en la que reúne una colección de piezas «que reivindican la labor del artista de la manera más hermosa: con ética y con estética, con poesía y con prosa, con fina ironía y sentido del humor», explica Gómez de la Cuesta. 

En palabras llanas, Para nada es un conjunto de propuestas en las que el creador andaluz juega con elementos cotidianos para subvertir sus significados, sus usos comunes, sus formas y disposiciones más habituales. Como dice el propio Comas: «Todos los objetos han sido seleccionados por lo que son y no por la función que suelen cumplir o por aquello para lo que fueron diseñados». El resultado es una serie de esculturas expandidas, instalaciones adaptadas y fotografías aparentemente verosímiles -«Y profundamente desconcertantes», apunta el comisario- que nos hablan del lenguaje y de sus posibilidades, de la (in)utilidad, de la posibilidad y de la imposibilidad.

«El paso del tiempo, la contemplación, la procrastinación y el juego como recursos creativos necesarios, los hallazgos formales y estéticos que provocan descubrimientos, las ideas y los conceptos que son desarrollados en este proyecto, van generando soluciones para problemas que no existen -afirma Gómez de la Cuesta-, buscando la perfección de lo imperfecto, obteniendo belleza en el remiendo y en el apaño, dando vueltas alrededor del error y de lo inesperado, porque no hay nada más inquietante que la alteración incomprensible de lo cotidiano», reflexiona. Una exposición, por tanto, que, en cierta manera, deja en evidencia «la útil inutilidad del arte, una propuesta que nos explica por qué realizar algo sin uso ni función es dar forma a lo que nos define: hacer algo ‘Para nada’ es hacer algo para ser», reflexiona el comisario.