El Museo de Bellas Artes de Murcia (Mubam) retomó ayer las exposiciones temporales con una muestra especial con la que se pretende recuperar a una figura capital del arte de posguerra, no solo en la Región, sino a nivel nacional. Hablamos del ilustrador, cartelista y escenógrafo Francisco Aguirre (1921-1984), «una figura casi inédita entre el gran público hasta hace unos años» –señala la consejera Mabel Campuzano–, pero de un talento desbordante: «Un artista murciano completo y singular, imaginativamente incomparable, huidizo entre las tendencias de su tiempo para abordar soluciones de confort en el arte», completa Juan Bautista Sanz, que ejerce de comisario.

Además de los citados, en el acto de presentación de la muestra (titulada con austeridad: Centenario José Francisco Aguirre) estuvieron presentes el director del Mubam, Juan García, y el hijo del ilustrador, Miguel Ángel Aguirre. «Quiero expresar nuestro más profundo agradecimiento a la familia Aguirre, a los coleccionistas y a cuantos han hecho posible este reencuentro feliz, dando todo tipo de facilidades para llevar a cabo este proyecto», escribe la responsable de Cultura en el cuidado dossier que se ha elaborado para la ocasión y que «nos pone en contacto con el acervo creativo de nuestra Región, esta vez por medio de un autor contemporáneo, que supone una pieza de indudable valor en el paisaje artístico regional y nacional del siglo XX».

Hace ya algunos años, el Centro de Arte del Almudí dedicó una exposición a los hermanos Aguirre, recuerda Bautista Sanz. «El mayor, Antonio, también fue un artista magnífico, un severo crítico de cine, guionista y un generoso colaborador del cine murciano de su época. Imposible vivir en la vida de José Francisco y no atender la demanda feliz de la existencia de su hermano Antonio...», apunta el también pintor y galerista. Pero José Francisco hace «malabares con la ilustración y el diseño; con sus trabajos para libros infantiles o revistas y prensa de gran consumo público. Sus modos son vanguardia, causan admiración por la gran imaginación de un realismo poético que ayudan a la palabra o a la escena según el caso. Siempre memorable, limpio, eficaz y colorista (...) Aquello que intuyeron los surrealistas admirando al mundo, pero desde un punto de vista cercano y vivo, fértil, sencillo y humilde. Sabio», sentencia el comisario del proyecto.

Para honrarle, la logia del Museo de Bellas Artes acoge íntimamente «unas decenas de obras enamoradas», y en unas vitrinas se enseñan fotos y originales de su quehacer durante una vida entera dedicada al diseño. Para mayor concreción, Aguirre dio sus primeros pasos artísticos en la ilustración de revistas y libros, dejando un inmenso legado en cabeceras como Primer Plano, La Estafeta Literaria, Y Revista para la Mujer, Mundo Hispánico y, especialmente, ABC y Blanco y Negro, donde dejó una huella imborrable (sus más de 200 obras para ellos, entre dibujos y portadas, reposan hoy en los archivos del Museo ABC). Mientras que en lo editorial son célebres sus colaboraciones con las firmas Aguilar, Prensa Español, Magisterio Español y Doncel, especialmente en el plano de la literatura infantil.