La joven artista valenciana Paloma Jover ha sido la encargada de inaugurar la nueva temporada en las galerías murcianas. Lo ha hecho en Léucade y con It’s only rock and roll, una colección de más de medio centenar de obras en las que une sus dos pasiones: la pintura y la música. Guitarras y camisetas de algunas de las bandas más legendarias de la historia del género protagonizan una serie de acuarelas (también hay óleo, carboncillo y pastel) que tienen mucho de autobiográfico. La exposición puede visitarse hasta el día 26 de este mes.

It’s only rock and roll es su primera exposición individual. Viendo las obras, parece que hay algo de simbólico en que usted salude al mundo precisamente con estos trabajos.

Saludo al mundo con una obra fiel a mi personalidad. Con un autorretrato reflejado en la representación de mis dos pasiones: la música y la pintura. Quiero que quien vea mi obra entre en mi mundo y pueda empezar a conocerme a través de las imágenes que pongo ante ellos.

La música es una de las artes que más se prestan a ser reflejadas en otras disciplinas. ¿Cuándo empezó a desarrollar estos dibujos?

En 2018. En ese momento mi obra giraba en torno al estudio de la representación de la figura femenina y la adaptación de la prenda de vestir al cuerpo a través de la pintura. Fue entonces cuando encontré en mi armario una camiseta de los Rolling Stones y en mi cabeza surgió una idea que necesitaba probar con lápiz y papel. Me dibujé a mí misma con ella puesta, pero no me interesaba la representación del rostro, sino el encuadre justo para darle importancia a la pose y a la prenda en cuestión. Así nació una obra que podéis ver en mi exposición y que es la desencadenante de esta serie. Y es que, a partir de ahí, empecé a sacar de los cajones más camisetas de grupos, también me regalaron algunas nuevas y otras me las dejaron.

Después de las acuarelas con camisetas de grupos llegaron las acuarelas con guitarras. Soy músico, pero no guitarrista (tocaba el clarinete), aunque es evidente por mis gustos musicales que siempre me han apasionado las guitarras. Decidí entonces intentar hacer con ellas lo mismo que había hecho con las camisetas, y empecé a buscar distintos modelos de guitarra con la ayuda de amigos y llamamientos por redes sociales.

¿Por qué le atraen tanto? ¿Hay alguna en particular a la que le tenga especial cariño?

Yo con la guitarra me defiendo, pero bien tocada me eriza la piel. Por otro lado, mi madre la tocaba y en mi familia siempre ha estado presente: a través del hermano de mi madre, de mi tío Alberto... Ir a su casa siempre acababa en concierto en la bajera.

Y siempre hay modelos que te gustan más o menos o modelos que te parecen más icónicos por quien los toca o los tocaba, por eso me parece muy complicado tener que elegir una, pero voy a intentarlo... La guitarra que yo tengo me la compré porque la tenía una cantautora que me encanta, y es una Fender Squier Jazzmaster blanca con el golpeador color vino. En la exposición está representada en varias ocasiones. Otro modelo que me encanta por su diseño y sus formas es la Gibson Les Paul, en especial en color negro brillante. Pero, si tuviera que quedarme con solo una guitarra, sería con la mítica Gibson Black Beauty de Jimmy Page, una guitarra preciosa con una buena historia detrás y personalidad propia.

Dice que la exposición tiene mucho de autorretrato. ¿Qué papel han tenido en su vida esas camisetas de las que hablaba? Para muchos fueron la primera piedra a la hora de construir su personalidad...

Mis gustos musicales son heredados de mis tíos: la hermana de mi madre y su marido (Maite y Jota). Desde muy pequeña, entrar en su casa en Pamplona era como estar en un festival interminable de rock y heavy metal. Siempre tenían el ordenador encendido y no paraban de sonar canciones que, desde el primer momento, me llamaron la atención. Además, sentarse con ellos era escuchar una historia detrás de otra de experiencias en conciertos o anécdotas de sus bandas favoritas. Todo aquello me atrapó y fueron ellos los que me llevaron a mis primeros conciertos y los que me regalaron mis primeras camisetas y discos.

Además, gracias a la música he hecho buenos amigos, así que supongo que sí, todo esto me ha ayudado a forjar mi estilo y personalidad.

Paloma Jover, en su estudio, trabajando en una de las piezas de la exposición. L.O.

Háblenos de las técnicas utilizadas en la exposición. Creo que predomina la acuarela.

Sí, aunque también hay óleo, carboncillo y pastel. Pero la acuarela es una técnica que me apasiona por su frescura y por la incertidumbre del acabado, que depende de ti pero también del comportamiento del agua en el papel (lo que es impredecible). Esta característica hace que los resultados, aunque intentes ser lo más fiel posible a una misma imagen, jamás sean iguales, y eso para mí es magia. Aunque también es una técnica compleja porque, en la mayoría de los casos, un error solo puede ser corregido empezando de nuevo..., pero bueno, esa tensión durante el proceso también me da vida.

De hecho, una de las cosas más chulas de la exposición es que se puede ver el proceso de creación de las acuarelas en vídeo. En la sala, a la entrada, hay una pantalla donde se pueden ver en los vídeos en bucle, pero, además, en el interior, las obras disponen de un código QR para acceder directamente a esos mismos clips. Es bonito que el espectador, además de ver el resultado final, también pueda disfrutar y conocer el proceso de creación.

Dice que intenta, además de plasmar la identidad estética de una banda, representar su sonido. Técnicamente, ¿cómo se hace eso desde la pintura?

Es algo complejo que intento conseguir, pero que no todo el mundo consigue ver. Es una especie de sinestesia en la que pretendo despertar a través de la vista el sentido del oído y generar sentimientos. Una figura en pose intensa con guitarra en mano, acorde colocado y púa rasgando… es música, es el sonido de la guitarra queriéndonos decir algo. O la arruga de las camisetas, las luces y las sombras en los logos de los grupos son movimiento, son canción (o al menos eso pretendo). El consejo que le doy al espectador que pueda presenciar mi obra en directo es que se quede frente a ella, la observe, grabe la imagen en su cabeza, cierre los ojos, piense en una canción y disfrute. A partir de ahí es muy personal sentirlo o no.

Dice Sofía Martínez, de Léucade, que le gusta contar con la opinión del artista a la hora de montar una exposición. ¿Cómo ha sido trabajar con ella?

A Sofía la conocí en Madrid hace ya unos cuantos años y desde entonces nos seguimos en redes sociales. Desde que publiqué la primera acuarela de la serie (la de la camiseta de los Rolling Stones) se interesó por la obra. Más adelante me propuso exponer en la galería dentro de algunas exposiciones colectivas y, finalmente, me habló de la posibilidad de hacer una individual.

Trabajar con ella es muy sencillo; siempre me ha puesto facilidades y, a pesar de la distancia (Valencia-Murcia), todo ha ido muy fluido. Y luego, una vez en Murcia (para el montaje y demás), nos compaginamos bastante bien. Aunque no lo parezca, el montaje de una exposición es un proceso complejo que obliga a la reflexión, ya que las obras se comunican, y dependiendo de junto a qué obra ponga una pieza o en qué pared, puede cambiar el significado y la forma de contar su historia. En este sentido, ella me dio muchos consejos que me resultaron muy útiles.

¿Esta exposición cierra su serie It’s only rock and roll o cree que es una línea que aún puede explorar?

Ahora estoy trabajando nuevas temáticas, pero no cierro esa puerta. Es más, creo que es una línea que me va a acompañar siempre, ya que nunca me cansaré de ella. Tengo muchas camisetas sin pintar, muchas guitarras sin representar y muchas ganas de seguir creando en torno a ella para, quién sabe, quizá dentro de un tiempo hacer una nueva exposición con mucha más obra.

La muestra iba a exponerse inicialmente el año pasado. ¿En qué ha trabajado en todo este tiempo?

Sí, en marzo, justo cuando el primer confinamiento; evidentemente, lo tuvimos que cancelar. Más adelante se propuso para septiembre de ese mismo año, pero, de nuevo, volvieron a endurecer las medidas y no pudimos hacerla. Ahora, por fin, aquí la tenemos. La parte positiva es que un año da para generar mucha más obra, lo que ha repercutido en la colección: actualmente la ‘expo’ tiene alrededor de 55 piezas de distintos formatos, mientras que originalmente contaba con unas 36 obras.