Los ‘Mares de Papel’ que bañan la agenda cultural mazarronera traen mañana al Mirador de Bahía del puerto a la uruguaya Carmen Posadas. Residente en Madrid desde 1965 –aunque pasó largas temporadas en Moscú, Buenos Aires y Londres debido a la labor diplomática de su padre–, se ha convertido con los años en una de las voces autorizadas de la literatura en castellano; en parte, por su capacidad para adaptarse a diferentes géneros. Comenzó escribiendo cuentos para niños (como El señor Viento Norte, de 1983, que se llevó el Premio Nacional a la mejor edición), más tarde publicó junto a Lucrecia King-Hedinger un libro de entrevistas (Escena improbable, 1986), también firmó guiones para cine y televisión, y hasta se animó con el ensayo de corte satírico: Yuppies, jet set, la movida y otras especies (1987) fue el primero. De hecho, no fue hasta 1993 cuando publicó su primera novela, Una ventana en el ático, pero apenas tardó cinco más en llevarse el Premio Planeta por Pequeñas infamias (1998), su obra más reseñada. Desde entonces, ha escrito unos cuantos ensayos más, algunos cuentos, pero, sobre todo, novelas; la última, La leyenda de La Peregrina (Espasa, 2020), que relata las peripecias de una prodigiosa perla desenterrada del fondo del mar y que se convirtió en objeto de codicias y pasiones. Gracias a ella –estuvo durante siglo en la corona española y acabó siendo lucida por Elizabeth Taylor–, Posadas recorre quinientos años de historia junto a sus lectores. Sobre ello nos habla en esta entrevista; también lo hará este jueves con quienes se acerquen al encuentro en Mazarrón, aunque la organización advierte de que cuestiones como cuáles son los procesos de creación de sus libros, anécdotas de su vida como escritora y quiénes son sus autores favoritos salpicarán la charla.

Leer su último libro es como recibir una clase de Historia.

Es que son casi quinientos años de historia..., y no solo de España, sino de Francia, Inglaterra, etc. Lo que yo quería es que el lector tuviera la sensación de estar mirando por el ojo de la cerradura la parte más personal de gente importante. Para entender la historia con mayúsculas es importante saber cómo eran psicológicamente sus personajes, y eso era lo que yo quería hacer en este libro.

‘La Peregrina’ –así se le llama a esta codiciada perla– es un objeto que habla por sí solo.

Siempre me he preguntado qué pasaría si los objetos hablasen; sobre todo las joyas, porque siempre están en contacto muy íntimo con sus propietarios. Si las joyas hablaran, la historia sería distinta. Porque nosotros creemos que las cosas pasaron de una manera y ellas nos pueden decir cómo realmente fueron. La perla es mi coartada para ahondar en la parte más sicológica e interior de estos personajes.

¿Y qué le dice ‘La Peregrina’?

A lo largo de la historia le han atribuido poderes positivos y negativos. Mucha gente dice que las perlas traen lágrimas, pero otros piensan que son fuente de felicidad y fertilidad. Al respecto se cuenta la historia de María Tudor, que, a sus 36 años, recibió un regalo de Felipe II: una perla que no era ‘La Peregrina’, y sí ‘La Pelegrina’. Por dos veces creyó que había conseguido su deseo de ser madre, cuando lo que tenía eran gases y agua. Murió con la perla pensando que le ayudaría a quedarse embarazada y no fue así.

¿Ha descubierto muchas cosas al escribir esta historia?

Tardé un año en escribir el libro porque el trabajo de documentación ha sido muy laborioso. Por ejemplo, no sabía cómo era la vida dentro del alcázar y me parece impresionante. No es que fuera un palacio real; más bien funcionaba como una colmena. Como Aquí no hay quién viva pero en el siglo XIV: allí no solo vivía el rey, sino los ministros, la corte, operarios (desde taxidermistas a médicos), etc.

¿Todo lo que cuenta es verdad?

Sí, todo está documentado. Como lectora de novelas históricas siempre me pregunto qué será verdad y qué no lo será y , como no me gusta que me cuenten cuentos chinos, yo tampoco los cuento. Todo lo que se sabe está ahí. Bueno, los diálogos –porque evidentemente yo no estaba bajo de la cama de nadie–, los he ficcionado, pero siempre en base a documentos que existen. He tratado de reconstruir todo de la manera más fidedigna posible.

¿‘La Peregrina’ ha estado alguna vez en manos de alguna mujer que no fuera extraordinaria?

No. Al ser un objeto tan fuera de lo común siempre ha estado en los centros de poder. La tuvo Felipe II, los Austrias (hasta que caen en decadencia), después los Borbones, y cuando llega Napoleón, los Bonaparte. En la época del imperio británico la perla está en la corte de la reina Victoria y después acaba en otro imperio: el de Hollywood. Como era una perla tan fuera de lo común, siempre la tenía gente muy poderosa.

¿Ahora quién la tiene?

Está en los Países Árabes y, si es verdad lo que me han contado, sería tronchante y me iría muy bien para una segunda parte, pero no lo tengo confirmado. Se sabe que en el año 2011 se vendió por 12 millones de dólores en un subasta. Una burrada. ¿Sabés? En un momento, en 1914, estuvo a punto de volver a la corona porque se la ofrecieron a Alfonso XIII, pero era carísima y el joyero –que era muy listo– le ofreció una más barata y él la compró. Durante muchos años Victoria Eugenia creyó tenerla. En 1969 salió a la venta ‘La Peregrina’ real y ella lo vio en el periódico, allí descubrió que la auténtica nunca fue taladrada y, al mirar la suya, descubrió el engaño. Entonces pidió a su nieto Alfonso de Borbón que fuera a Nueva York a pujar por la perla, pero allí Richard Burton pagó más y se la llevó para regalársela a Elizabeth Taylor

¿Qué le llevó a escribir esta historia?

Tras la muerte de mi madre apareció un anillo con una gran piedra azul, una joya que anteriormente había sido un broche de mi abuela y antes un colgante de mi bisabuela. Me pareció bonito contar una historia familiar a través de una joya, y entonces pensé en ‘La Peregrina’.

¿Es usted una mujer de perlas?

Cuando me casé la primera vez mis padres me preguntaron que qué quería y les pedí un collar de perlas.

¿Quién luciría en la actualidad como se merece ‘La Peregrina’?

Es una perla muy especial y no sé, en la actualidad, quién sería digna de lucirla y quién ha hecho méritos para tenerla. ¿Sabes lo que me encantaría? En algún momento poder tocarla y sentirla. Eso me encantaría.