Quedo con Ginés García Millán, internacional embajador de Puerto Lumbreras. Su familia se dedicó a la hostelería, así que inicialmente habíamos quedado en hacerle la foto frente al antiguo Parador. Le duele ver tan amplias instalaciones totalmente abandonadas y que no se le haya dado un uso cultural o como residencia de ancianos, pero nos enteramos de que una niña ha sufrido allí un accidente grave al tocar unos cables eléctricos y Ginés decide que subamos al castillo: «¡Qué disparate, pobre niña, cuánta dejadez», se lamenta.

Subimos al castillo de Nogalte desde el que se domina toda la población y el inmenso cauce de su rambla. Ginés descubre, con disgusto, que un gran campo de placas solares se ha apropiado de una parte de huerta fértil cercana al pueblo. Pese a todo, no pierde una inmensa sonrisa y una cordialidad natural que lo hace tan querido en su pueblo. Habla con devoción del paisaje y de todo el pueblo. Me señala el barrio, en que vivían sus abuelos. Sólo llevo un rato con Ginés y ya uno se da cuenta de que es eso que se llama «una gran persona» que te regala atenciones desde la sencillez de su gran calidad humana. Estoy a punto de decirle que hay que ser un grandísimo actor para interpretar tan bien a ese cabrón de César Lazcano en ¿Quién mató a Sara?, premiada serie de suspense que podemos ver en Netflix.

Resumir aquí la gran trayectoria artística de Ginés es imposible. Es de sobra conocida su participación en incontables series, películas y obras de teatro, siempre interpretando personajes llenos de matices a los que engrandece con su atractiva presencia, credibilidad escénica y su personalísima voz. «Estoy en la época de la recolección, después de muchos años de trabajo y esfuerzo. Nunca tuve prisa, respeté mi oficio y defendí mi trabajo, con sinsabores o con alegrías. Mi gran logro es poder vivir de mi profesión», dice.

Ginés fue un futbolista profesional en su juventud, portero del Valladolid y, mucho antes, jugó con el equipo de Puerto Lumbreras. Recuerda cuando estuvo en mi pueblo, jugando con el Juvenia de Pozo Estrecho. Pero «siempre quise ser actor, solo esperé el momento oportuno y fue con Paco Rabal, nada menos. Una vez pasado el susto, fue una suerte maravillosa». Del momento actual añade: «Tengo una visión crítica de la marcha de esta Región en muchas cosas, y sobre todo en la Cultura. Las cosas se pueden hacer mucho mejor, es muy grave dejar la Cultura y la Educación en manos de la ultraderecha, es nefasto para la salud moral y espiritual de nuestra tierra. Murcia necesita un gran meneo, hace falta otra energía que defienda los intereses de todos y no de unos pocos».

«Lo del Mar Menor es lo más triste del mundo y nos lo hemos ganado a pulso», dice, y me recita Nocturno del Mar Menor, un poema de Sánchez Rosillo sobre el mar de nuestra infancia, y añade: «Ojalá pudiéramos volver a mirarlo con los ojos de los niños que fuimos». Ginés no ha perdido esa mirada y luego, a la noche, cenando en el jardín de Marcos Salvador Romera, no para de levantarse para servirnos vino a todos. A los postres nos canta una maravillosa versión de Lágrimas negras. Buena cosecha la del 64.