Camino por la Cuesta de Gos.

El sol de tarde abre como un cuchillo

 la piel de la almendra.

Un perro melancólico ladra al eco de los años.

Camino hacia el encuentro de tu voz de mineral,

hacia tu mirada de las cosas que de niño miraste.

La luz blanca, el mar de Águilas y tu sueño.

Te encuentro en las palas del higo chumbo,

en las casas humildes,

en la roca y en los cardos, 

en el olivo que piensa, 

en el conocimiento de la higuera,

 en el silencio del ciprés,

te encuentro en el aire ardiente de tu cielo.

Te reconozco en la esencia y el misterio de tu tierra

que perdura en nuestra memoria.

Aquí estás para siempre,

de aquí nunca te fuiste.