Ni en la oficina de su empresa, ni en la cafetería que va a abrir próximamente, ni por las calles que recorre en patines; me encuentro con Marta Abellán en su casa de Espinardo. Su rincón más personal está siempre con su hijo, que hoy tampoco se lo ha llevado su padre, así que aprovecho que está terminando un proyecto en el ordenador y sobre esa misma mesa le hago la foto. En Lalumier Eventos & Com trabaja, junto a su compañera Natalia Torres; es una Agencia de Comunicación y de organización de eventos culturales, festivos y, sobre todo, del mundo de la moda. Está muy guapa con su faldita vaquera y una camiseta, pero me dice que se va a poner un vestido que al final no pudo estrenar en un evento: «Desde pequeña siempre me ha gustado vestirme para la ocasión, disfrazarme o adecuarme al deporte o a la fiesta» se justifica. Justo al tercer disparo, Mew, su gato, da un salto y se empeña en sumarse al posado.

«Me siento bien con todo lo que me pongo, la ropa es una forma de expresión. Lo importante es que soy yo misma y nunca obedezco a las modas, prefiero inventármelas»

Hoy es domingo pero Marta está trabajando; momentos duros para las empresas culturales: «Nuestro trabajo cayó en picado desde el principio de la pandemia, ha sido muy duro, pero hemos aprovechado estos meses para resetearnos y prepararnos más. Ahora empezamos a resurgir con fuerza y ya tenemos muchos eventos previstos para el próximo trimestre». Sabía que ella estudió Bellas Artes en Granada y conozco parte de su obra en la que mezcla materiales, texturas, el dibujo, el color y los tejidos. Siempre le ha interesado el mundo de las telas, incluso antes de trabajar en la moda. Recuerdo bien magníficas obras suyas como las que hizo para participar en la exposición «Cautivo de la Hermosa Herida», en honor a Cervantes o la reciente de «Máiquez, el sueño y la sombra».

Asegura que sus padres «me inculcaron el interés por la cultura y el arte desde la cuna, nos llevaron a todos los museos en todos los viajes. De mi madre he heredado la parte artística, ella también pintaba, y de mi padre, un hombre de negocios, la parte empresarial». Empezó montando una empresa de mobiliario artístico, después otra de interiorismo, en pleno centro de Murcia y, tras la crisis de 2008 y la maternidad, «me reinventé con esta empresa que mezcla los eventos con el diseño, la publicidad y el arte. Nunca he tirado la toalla de mi independencia: nunca he trabajado a las órdenes de nadie, aunque sí al servicio de colectivos, empresas o Administraciones». Le vuelvo a preguntar si hay una dualidad en su personalidad, pues lo mismo la veo con ropa de diseño que con ropa deportiva: «Me siento bien con todo lo que me pongo, la ropa es una forma de expresión. Lo importante es que soy yo misma y nunca obedezco a las modas, prefiero inventármelas», dice. Del momento cultural actual asegura que «falta gestión cultural adecuada, con objetivos definidos y más interés que el de los votos».

Confiesa que «soy muy pragmática y hablo mucho conmigo misma. Mi mente está hecha para organizar, para adelantarse a los acontecimientos y para hacer equipos de trabajo». Sólo así le es posible compaginar maternidad, círculos de amigos, deporte y diversión, aunque yo sé que, además, lo logra porque es una mujer fuerte de firmes propósitos.