Son muchas las palabras en nuestro idioma que aluden a la suerte favorable ganada por casualidad en distintos juegos de azar, como el de los dados -alea iacta est (la suerte está echada)-. Así ocurre también con el billar, donde se emplea ‘chiripa’ o ‘carambola’. En España, como en Ecuador, son sinónimos de buena suerte o ‘potra’ (hernia de una víscera o del escroto, que pasó a considerarse un privilegio porque los campesinos que la padecían podían anticiparse a los fenómenos meteorológicos y salvar la cosecha, ya que sentían molestias ante los cambios de tiempo). La misma acepción tiene ‘serendipia’, de donde algunos consideran deriva ‘chiripa’, en tanto en cuanto ambas se refieren a la circunstancia o acción favorable que se produce por casualidad y constituye un acierto. Serendipia tiene que ver concretamente con un hallazgo accidental cuyo resultado tiene gran relevancia. Su origen remonta al antiquísimo cuento tradicional persa Los tres príncipes de Serendip, heterónimo de la isla de Ceilán (actual Sri Lanka); el escritor inglés Horace Walpole la popularizó al usar el término ‘serendipity’ en referencia a un hallazgo fortuito en el campo de la ciencia.

Por otra parte, la cultura chiripa es una de las más antiguas de la región andina, y en distintos países de América latina recibe ese nombre una prenda exterior de vestir, especie de calzones, que se usó en la Argentina, Brasil, Paraguay o Uruguay, y que consistía en un paño rectangular que, pasado por la entrepierna, se sujetaba a la cintura.