El sustantivo abstracto latino scientia (conocimiento) del que proviene deriva del verbo scio (saber), nescio (ignorar) y nescius (necio, ignorante).

En la parcelación ya antigua de los saberes el Trivium y Quadrivium medievales correspondían a las ramas del lenguaje y las matemáticas respectivamente, que abarcaban Gramática, Dialéctica y Retórica frente a Aritmética, Geometría, Astronomía y Música. En la actualidad se suelen confrontar Ciencias y Letras, con claro desprecio hacia estas últimas, en las que se acostumbra a incluir las Artes, y que constituyen las llamadas ciencias humanas, de Humanitas, término acuñado por Cicerón, cuyo célebre discurso En defensa del poeta Arquías representa un excelente alegato en su favor. A ese concepto debe su nombre el Humanismo como movimiento intelectual antropocéntrico que se desarrolló en Europa durante los siglos XIV y XV, con epicentro en Italia, que tomaba como referencia a los clásicos grecolatinos, y gracias al desarrollo de la imprenta divulgaba sus obras y difundía su pensamiento. Se llama ‘humanista’ a la persona de saber integral, con el hombre del Renacimiento como prototipo.

En griego, ‘conocer’ es manthánein, y conocimiento máthema, de donde proviene el nombre de las Matemáticas, y el adjetivo ‘polímata’, aplicable a Leonardo da Vinci, entre otros.