J uan de Beatriz (Lorca, 1994), graduado en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia, obtuvo el XXI Premio Internacional de Poesía Emilio Prados con su libro Cantar qué, ahora publicado por PreTextos en Valencia. Destina este galardón el Centro Cultural Generación del 27 a escritores menores de 35 años, con la intención de descubrir nuevos valores en la poesía española. Y, en efecto, Cantar qué es un libro absolutamente revolucionario e innovador en el que Juan de Beatriz ha mostrado dotes de originalidad que destacan en su forma de construir un universo poético personal y propio. Y comprometido con su tiempo, aunque evidencia un decisivo respeto por la tradición literaria, la herencia culta de los poetas admirados y maestros, pero también de la vida tradicional de arraigo en la tierra de origen, en la familia y sus historia familiares, la del mundo rural vivido en la infancia, todos presentes subliminalmente como testimonio vitalista de una existencia.

De una asombrosa estatura intelectual y literaria viene dotado el poeta cuando abre su libro, en un espacio para saborear el fruto, reflexionando sobre la propia poesía, el poema y la palabra, intentando entender, desde su particular filología, qué significa el hecho de escribir y qué sentido tiene el deber de innovar con la palabra y refrescar significantes y significados. Por eso en esta obertura metapoética del libro se insiste en descubrir el sentido de la escritura y averiguar, tras las autopsias iniciales, cirugía post mortem para entender la propia creación y comprometerse frente a los símbolos de siempre: el espejo y el río. En este último trasciende el fluir de los días y el tiempo, mientras, como Narciso, contempla su propia imagen con su personal historia. Por eso es tan oportuna esa geórgica final que lo une a la tierra y a la germinación natural de la vida como sentido de permanecía sobre el tiempo y su fluir, mientras se ingiere el fruto de la existencia.

Desde la carne de asombro, el poeta se integra en su intimidad y descubre la proximidad de almas que completan su vida. Y surge el desamor de la ausencia, la añoranza triste de una distancia que genera olvido, mientras las palabras buscan proximidades imposibles. Pero la introspección revela eclipses y acabamientos que estremecen las estrellas. Por eso los poemas descubren espacios interiores que surgen desde la ceniza de la vida en busca de un sentido que se resiste al sueño de la razón. Las palabras bordean inquietudes y traspasan espacios racionales para alumbrar la impaciencia de un poeta ansioso de comprensión y anhelante de entendimiento. Desde el asombro de la carne se persigue un mundo interior que no siempre es hallado con pasión. Por eso se muestra crucial un intermedio ubi sunt entre geranios, en el que interroga, a través del tiempo y los recuerdos, la memoria de los primeros años y de infantiles anhelos que surgían en lucha contra su propio entorno. La introspección del poeta se acentúa hacia el pasado no tan remoto para interrogar, con la clásica fórmula, la permanencia de lo finito y extraviado para siempre.

Las palabras del amor surgen desde lo cóncavo para descubrir interiores de pasión y rendimiento. La tensión de las almas se funde con la tensión de los cuerpos, y las palabras buscan eternizar espacios y momentos, mientras por encima de todo pasión y deseo controlan voluntades que se unen en encuentros bien logrados. El mensaje de un poeta primitivo hispano-árabe preside los espacios del amor y surge desde las palabras antiguas la verdad de una ley eterna, la de la permanencia de la pasión. El intermedio elegíaco culmina este espacio de tensiones pasionales para construir un bloque dentro del libro en el que se combinan intimidad doméstica y amor en todos los sentidos, mientras los grandes poetas intervienen con sus palabras en reflexiones tan lúcidas y tan bien expresadas.

Hasta llegar al final del adiós al tiempo de las rosas y con ellas comienza la clausura de un libro que cierra un poema final que se convierte en síntesis de propósitos y corona una gran obra bien estructurada y mejor construida. Si la rosa mudable es un símbolo eterno, más lo es la propia poesía como sentido y como expresión; y las reflexiones finales de este Cantar qué nos conducen a extremos de complacencia intelectual que revelan que un prometedor poeta lleva dentro Juan de Beatriz. Porque en definitiva este libro inicial lo que muestra es la aventura de un escritor muy original que sabe dominar la injerencia de sus mayores para mostrar la originalidad de su propia palabra poética, tan personal, tan suya, tan original, tan moderna.