Salvo el productor Pierre David, que fue quien concibió, junto a un comité de su productora Image Organization, la idea del djinn malvado que retuerce los deseos que se le piden -no muy lejos, por otro lado, del planteamiento de La pata de mono de W.W. Jacobs-, la mayor parte de los implicados en Wishmaster asumieron la producción como un simple encargo. El guionista Peter Atkins, que venía de escribir tres secuelas de Hellraiser -y se nota, hay que decirlo, pues recupera algunas ideas del universo de Clive Barker-, reconocía que la idea era una tontería, así que se lo pasó pipa llenando la historia de humor negro y guiños al terror clásico. Para el director Robert Kurtzman, uno de los fundadores de la empresa de efectos KNB -responsables, de hecho, del estupendo trabajo de maquillaje que caracteriza al largometraje-, supuso su gran oportunidad tras debutar con la muy barata Policía de acero. En cuanto al productor ejecutivo Wes Craven, básicamente, puso su nombre para darle más cancha comercial a una producción pensada como arranque de una nueva franquicia. 

Esa conciencia común de que estaban haciendo pura serie B es lo que provoca que Wishmaster no se tome nada en serio a sí misma, y que esté impregnada de un sentido de la diversión que la hace especialmente simpática. Kurtzman venía recomendado por Sam Raimi, que le había dejado planificar algunas secuencias de El ejército de las tinieblas, y ese entusiasmo visual tan característico del firmante de Posesión infernal influye, y mucho, en los mejores momentos del filme que nos ocupa. Claro que el auténtico rey de la función es Andrew Divoff, que se convirtió en actor de culto gracias a su interpretación del djinn, y a quien acompaña -aparte, claro está, de la protagonista, la televisiva Tammy Lauren, con quien se establece una química especial sobre la que se sostiene la tensión interna del relato- todo un auténtico arsenal de estrellas del cine de terror de los ochenta en papeles, a veces minúsculos, pero que hacen el conjunto todavía más disfrutable para los fans del género.