Tiene Cumbre Flamenca la buena costumbre de acordarse de los artistas murcianos en todas sus ediciones. Este año será el turno de Emilio Serrano, en el Teatro Circo el19 de junio, del cante de Bastián Contreras, en el Teatro Bernal el sábado 12 de junio, y este pasado sábado fue el Ballet Flamenco de Lo Ferro en el Teatro Romea. De esta forma, todos los espacios artísticos tendrán una representación de arte murciano, y eso siempre se agradece.

A las niñas del Ballet Flamenco de Lo Ferro las hemos visto crecer y formarse; madurar y florecer. Por la puerta grande fue el montaje que se estrenó hace cinco años en Lo Ferro, pero que mantiene la frescura y las formas por muchos años que pasen. Con la dirección de la chilena María Dolores Ros, en este homenaje a la tauromaquia se representan las partes de la lidia del toreo de a pie conjugadas con coreografías tintadas de pellizco y música original que transporta a los ruedos de la fiesta y de la vida.

Como carta de presentación, hacen el paseíllo con Sincronía, una coreografía de la gran Gala Vivancos, que expone el talento de las niñas en su conjunto, con originalidad en las mudanzas y nuevo dibujos en las tablas. En faena ya se mete Cynthia Cano. La de Las Torres desafía con chulería su papel de torera como componente del elenco y pone su sello con el capote para dejar paso a Soraya Sánchez, que comparte la farruca con Daniel Asís en el tercio de banderillas. Pendientes de ellos, nuestro Faustino Fernández, que ha abarcado la dirección musical con tesón y gusto, y el violín Cerón, que le da todo el sentido a la composición.

Petenera en el cante de José Antonio Chacón, que soporta todo el peso de la obra y está atento al baile de Lorena Jiménez, que con mantón y bata de cola resuelve su papel y disfruta de una coreografía que es el preludio de la aparición de todo el elenco de nuevo. Nuevas formas plásticas, luz, color y sentencia por bulerías para ya despedirse con gozo de una noche donde flamenco y tauromaquia se han unido una vez más, ofreciéndonos esas señas de identidad que tanto nos representan. Y no, no aludo a la Fiesta Nacional ni al flamenco, sino a la seña de identidad y la forma de entender la vida que nos da el arte en sí, sin etiquetas, sin albero, sin micrófonos. La danza del Ballet Flamenco de Lo Ferro evidencia la alegría, el esfuerzo, la disciplina y por supuesto la recompensa de quien se pone al mundo por montera con una sonrisa que poco a poco nos asoma detrás de una mascarilla. Va por ustedes.