Belén Ortega nació y vive en Granada, lugar de ancestral mezcolanza cultural, y desde donde ha fusionado con su propio toque el estilo visual que llega desde Japón a través del manga y el anime, consiguiendo dotar a sus personajes de una personalidad singular que la ha llevado en pocos años a ser una de las dibujantes más demandadas tanto en Europa como en Norteamérica. Su obra adquiere una vocación de universalidad, llevando la inspiración del estilo oriental al Viejo y al Nuevo Continente por igual.

El primer cómic que publicó, Himawari (Glenat, 2011), era una serie propia de manga, y posteriormente ha publicado, entre otras obras, Pájaro Indiano (Norma, 2015) y la biografía en cómic del campeón de motociclismo Marc Márquez (Marc Márquez, la historia de un sueño, Norma, 2016), antes de recibir el encargo por parte de la prestigiosa editorial franco-belga Dupuis de adaptar al cómic, entre 2016 y 2018, la saga Millenium, de Stieg Larsson, con guión a cargo de Sylvain Runberg.

En el caso del mercado de Estados Unidos, Belén Ortega está cumpliendo el sueño de muchos autores: trabajar para las dos editoriales de referencia histórica en el cómic –especialmente, el superheroico–, DC y Marvel, siendo además la primera dibujante española que lo consigue tras haber debutado en ese país con la legendaria revista Heavy Metal Magazine.

Con semejante curriculum, la artista andaluza visitó ayer Murcia para participar en la presentación de Sombracon, una exposición que se enmarca dentro del programa de actividades paralelas del Sombra Festival de Cine Fantástico Europeo de Murcia y que ya se puede visitar en el Café de Ficciones con obras de Dani Acuña, Fernando Dagnino, Magius y de la propia Belén Ortega.

 

¿Qué obra tienes entre manos en estos momentos?

Actualmente estoy dibujando a Batman, dentro de la colección Legends of the Dark Knight. Lo curioso es que soy neófita dentro del cómic USA, así que me dejo guiar por las indicaciones del guionista, aportando mi estilo personal y mis señas de identidad, pero siempre dentro del marco general de unos personajes que ya cuentan con una trayectoria bien marcada.

¿Cómo fue la transición de dibujar como pasatiempo a ganarte la vida con ello?

Dibujo desde pequeña, y podría decir que es el hilo conductor de mi vida. Lo que me insufla vida y me da mi espacio personal. Esta pasión hizo que realmente me costase mucho dar el paso ese de convertirlo en un trabajo, pero cuando hay que pagar facturas mejor que sea haciendo algo que te guste.

Dicen que quien consigue ganar dinero haciendo lo que le gusta logra no trabajar ni un día de su vida...

Tengo una lucha interna con esto, porque hace años que dejé de dibujar únicamente por placer. He perdido esa parte que valoraba tanto, hasta el punto de que a veces me planteo –si algún día tengo la oportunidad– volver a dedicarme sólo a publicar proyectos que quiera hacer a mi manera, a mi ritmo, expresándome, siendo más autora que dibujante.

Pero al mismo tiempo no se puede dar la espalda a la industria.

Siendo parte de un engranaje haces callo, aprendes muchísimo; quizá no innoves demasiado, pero es una fase en el camino de crecimiento personal y artístico que no sé dónde me llevará en los próximos años. De momento observo el contraste entre el vértigo del mercado USA y el reposo y el sosiego de, por ejemplo, la producción francobelga. Todo ello sin imponerme una meta, sólo busco estabilidad y un equilibrio económico y creativo… Bueno, y no tener tanto estrés [Risas].

Estás alternando proyectos en Europa y Estados Unidos, y dentro del mercado USA aceptas proyectos tanto para DC como para Marvel. ¿Demasiado trabajo? ¿Cómo puedes con todo?

En cuanto a series regulares, por el momento no puedo hacerme cargo; precisamente por esta sobrecarga de trabajo y por mis compromisos con una serie en Francia... En Marvel me ofrecen encargos de historias cortas, de diez páginas de extensión con plazos de entrega de cinco semanas, que sí puedo asumir, pero es casi un trato de favor porque quieren que siga haciendo más cosas con ellos. En los próximos años tengo muchos, muchos proyectos en Estados Unidos.

¿Hay un plan preestablecido en esta parte americana de tu carrera?

Marvel me envía proyectos sueltos de manera imprevisible y aleatoria, pero en el caso DC la editorial sí quiere que me abra con ellos un hueco y que crezca. Por fortuna puedo compaginar ambos aspectos.

¿Hay algún gran proyecto a la vista?

Hay una franquicia mundialmente conocida de un personaje del que aún no puedo decir nada, pero no será hasta el año que viene cuando pueda encargarme de ello.

Resulta innegable la inspiración en el manga de tu estilo, que ha sido muy bien aceptado en las grandes editoriales USA.

Sí, ha sido toda una suerte la gran acogida que tiene el allí el denominado ‘amerimanga’, de inspiración oriental y muy extendido entre los jóvenes que hemos crecido con otros estilos en contenidos visuales. Y las editoriales recogen ese talento, no le dan la espalda. Somos la generación que ha crecido viendo anime y lo hemos asumido como propio, dándole cada uno nuestra interpretación personal.

Uno de tus anteriores trabajos, este en Europa, fue la adaptación de la saga literaria Millenium de Stig Larsson, con el icónico personaje de Lisbeth Salander, que logra incluso captar más atención que el protagonista de las novelas, el periodista Mikael Blomqvist.

Hoy sería más complicado crear un personaje como Lisbeth Salander por la pureza de su esencia, por su honestidad, su autenticidad. Hoy sería más fácil emular, pero ella es totalmente drástica y radical para un momento en que no éramos tan tiquismiquis. Salander caló tan bien porque aún no existía el debate y la crispación que existe hoy día.

Se puede afirmar que has alcanzado el éxito con tu meteórica trayectoria, que en menos de una década te ha llevado a estar solicitadísima por las grandes Marvel y DC. ¿Cómo definirías el éxito?

El éxito es seguir trabajando en lo que me gusta y sintiéndome bien con el resultado de mi trabajo.