El Festival Caleidoscopio comienza su andadura con una pieza de la compañía Titoyaya Dansa que lleva por título Soledad. Este festival de reciente creación, que nos invita a cambiar la mirada a través de charlas, exposiciones, talleres y espectáculos escénicos, no podía haber hecho mejor elección para su estreno en el Teatro Circo. Esta obra narra las soledades no elegidas de sus intérpretes bajo el hilo conductor de un programa de radio llamado Estoy más solo que la una pero lo llevo muy bien.

Danza, texto, voz, música, movimiento, vacío, humor, recuerdos, escenas cotidianas cargadas de dramatismo y sensibilidad perfectamente hiladas para crear una atmósfera donde los intérpretes desnudan sus miedos y su soledad.

Realidades ajenas

Este espectáculo de danza comunitaria te transporta a esos mundos muchas veces obviados, a esas realidades que ves en las noticias y que crees lejanas. A esas pateras, a esa novela donde la protagonista vive de los recuerdos del pasado, a ese peso del vacío rellenado con la música que te acompaña a través de la radio. A ese paisaje inhóspito donde dicen que no se ve a nadie, pero que puede estar pasando en la puerta de al lado de tu piso, porque Groenlandia, a veces, está más cerca de lo que parece. Historias duras que son reales y que llegan al alma y te remueven.

El elenco de los intérpretes está formado por cuatro bailarines de la compañía, tres personas mayores que provienen de la entidad social Hogares compartidos y tres jóvenes tutelados por la Generalitat Valenciana, que tienen diferentes acercamientos al lenguaje de la danza y el movimiento. La variedad intergeneracional le da al espectáculo una pluralidad de cuerpos en escena, no normativos en danza, que le hace crecer en belleza, acercando al público a esa gestualidad cotidiana transformada en danza.

El vestuario también acompaña a todo el conjunto de historias narradas: azul, rojo, marrón, verde, gris, amarillo, rosa. Un arco iris de sentimientos en escena, que acentúa la diversidad de las historias.

La escenografía, muy bien pensada, separa la escena en pequeños cubículos que referencian el espacio que cada uno ocupa en la sociedad. Su espacio, su soledad, su historia, rodeada de ese plástico que aísla de todo contacto con la piel del otro y que al final es transgredido para poder dar y recibir ese abrazo, ese acercamiento tan necesario en la vida.

Todo suma para el resultado final de esta creación que no deja indiferente a nadie. Ojalá visiten muchos teatros y cambien muchas miradas y sensibilidades.