Lydia Martín es una de las artistas más inquietas de la Región. Desde que publicara su primer disco, Laberinto (2013), la cartagenera no ha dejado de enlazar proyectos de todo tipo. Porque, sí, en su haber figuran dos álbumes más (Mi realidad, de 2015, y Mundos aparte, lanzado en 2018), además de multitud de colaboraciones, pero también espectáculos como En voz de ellas – en honor de «todas esas grandes voces de la música en español»– o Dama, dama, un tributo a Cecilia, y dos videoclips para el 25-N (Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer):Promesas, donde junta a una docena de compañeras de la industria musical, y No tengas miedo, para el que contó con la colaboración de 40 cantantes, escritoras, bailarinas, deportistas, ‘influencers’, periodistas...

Por eso, no es de extrañar que cada poco sorprenda con nuevo material; ahora, lo que quizá sea más inesperado es que cambie radicalmente de tercio, como es el caso. Porque Martín acaba de presentar Puzle (La Rosa de Papel, 2021), su primer libro. Hasta ahora, su faceta artística había estado irremediablemente ligada al mundo de la música, pero ahora –y aunque la novela cuente con banda sonora– descubre una nueva faceta como escritora en la que habla de viajes y nuevas oportunidades. Una historia entre la realidad y la ficción que presenta el jueves en la Fnac de Nueva Condomina (19 horas) y que firmará el sábado en la librería Centro (desde las 11 horas).

Hasta ahora, sabíamos de su faceta como cantante y comunicadora, pero lo de escritora ha sido una sorpresa para todos. ¿También para usted?

Pues, sinceramente, nunca tuve como sueño o meta escribir un libro. Sí que es cierto que empecé escribiendo poesía –de ahí pasé a las canciones– y que fui una de esas adolescentes que plasmaba su sensibilidad en Fotolog [risas], pero no es algo que me planteara. En cualquier caso, siempre he sido muy dada a sacar todo lo que llevaba dentro por medio de las palabras y música. Por ello, la sorpresa, más bien, ha sido convertir una de las peores experiencias de mi vida en un viaje que me cambió la vida y cuyo resultado se refleja en Puzle. 

Entonces, ¿qué es lo que le lleva a lanzarse a escribir este libro?

Mira, hace un tiempo estuve viviendo durante ocho meses en el extranjero –dos en Florencia y seis en Dublín–, y cuando vuelves de una experiencia así ya no eres la misma persona que se subió al avión, te lo garantizo... En ese tiempo conocí a muchas personas de diferentes países, pero con algo en común: historias de superación, situaciones complicadas que les habían obligado a empezar de cero y hacerlo en otro lugar. Admiraba su valentía y escuchaba sus historias, inspirándome y motivándome a seguir, porque yo misma estaba viviendo una situación parecida.

Hay dos personas que, de alguna manera, le marcan el camino a seguir: Pablo, un doctor en Periodismo que, me da la sensación, dio pie a todo lo que sería la simbología de Puzle con una foto en Facebook, y otro chico que, pese a tener un alma viajera, no podía recorrer mundo por culpa de una enfermedad. Hábleme de ellos.

Como te decía, en Dublín escuché muchas historias que me llegaron hondo, como cuando en un grupo de Facebook de españoles en Irlanda un chico que tenía una enfermedad que le impedía moverse pedía que quien viajara a un nuevo lugar se llevara consigo un peluche suyo para enviarle una foto en algún lugar representativo de la ciudad a la que iba. Esto, sumado a la publicación de mi segundo disco, Mi realidad (2015), me llevó a cruzarme a la vuelta de Dublín con Pablo, un doctor en Periodismo que viajó a Lisboa y empezó a hacerle fotos a una pieza de puzle por la ciudad para subirla a sus redes sociales y que las viera un amigo. Uní esas dos historias y empecé a escribir. 

En un primer momento, le propuse a Pablo que escribiera conmigo, y de hecho fue él quien inspiró los escenarios de Lisboa y Nueva York [los otros dos grandes escenarios de Puzle, junto a Dublín y Florencia], aunque finalmente el ritmo del libro hizo que me lo quedara yo sola y que él se desvinculara (aunque está totalmente al día de todo lo que está pasando y muy contento con el resultado). Ahora estoy intentando encontrar al chico de Dublín para contarle en qué ha quedado su historia, pero está siendo un reto bastante complicado... 

Me da la sensación de que ambos dan forma a su protagonista, pero supongo que también tiene mucho de Lydia Martín, ¿no? 

Lydia Martín está en pequeñas porciones en cada una de estas historias, aunque es cierto que uno de los capítulos es 100% real (una experiencia vital que cerró el libro y que necesitaba plasmar en esta primera novela). Pero bueno, en el resto de personajes hay un punto de locura, diversión y sensibilidad que creo, sinceramente, me representa bastante bien [ríe].

Por cierto, ¿cuándo y por qué decide irse fuera?

En ese momento estaba hecha trizas, la verdad... Volví de Guadalajara tras una ruptura, con la carrera terminada, en plena crisis y sin trabajo;vamos, ¡llorando por las esquinas! Algo que, por cierto, no era muy propio de mí... Pero bueno, siempre había querido vivir fuera y digamos que me pareció que la vida me lo ponía fácil para cumplir ese sueño. Busqué trabajo como ‘au pair’ para poder ganar algo de dinero y tener un lugar donde vivir, cogí mis ahorros y decidí que en ese tiempo iba a disfrutar y gastármelo todo, porque tal vez esa experiencia no volvería a vivirla nunca. 

Empecé en Florencia, en unas condiciones bastante regulares que me pusieron difícil el inicio de la andadura, y justo cuando decidí volver a casa porque en la familia en la que estaba no podía continuar, me contactaron desde Dublín y seguí viviendo la experiencia. Y la verdad es que en ese tiempo aprendí muchas cosas, especialmente que «cuando crees que tocas fondo, viene otra oportunidad», una idea que plasmo en mi nuevo tema, Puzle [la artista ha compuesto una canción como ‘banda sonora’ para el libro], pero también todo el aprendizaje que reflejé en Volar: «Descubrí que todo es posible si así lo deseas, que no siempre al cerrar los ojos los sueños se dan la vuelta. Comprendí que lo importante cabe en una maleta y que el tiempo marca el paso de una vida incierta».

Se lo preguntaba porque Puzle habla de personas «que se reinventan», que «rompen sus propios límites», de «segundas oportunidades»... ¿Fue tu caso? 

Por supuesto. Si algo me he demostrado en estos años es que soy capaz de reinventarme de mil maneras solo confiando en mí misma. Hay muchos momentos de dudas, de incertidumbre, pero no hay un límite de oportunidades que te va a brindar la vida; lo importante es que sepas darle la vuelta a esa situación, aprender de cada experiencia y salir fortalecida. Además, tenemos muchas creencias que romper, como que hay que tener un trabajo estable, estar en un sitio fijo, tener una familia, hijos…, eso es ahora ‘ser responsable’. Y está genial para quien lo quiera, pero hay personas que no son felices viviendo así y tienen la valentía de cumplir sus sueños y fluir con el día a día. A mí me tomaron por ‘loca’ por irme en cuestión de dos semanas a vivir esa experiencia y fue la mejor de mi vida, la que me cambió y de la que ahora recojo sus frutos. Si yo he podido sacar algo tan positivo del peor momento de mi vida, todos tenemos esa capacidad. 

Dice que escribir Puzle ha supuesto cinco años de trabajo. ¿Qué tal la experiencia? ¿Alguna similitud con componer un disco, o no tiene nada que ver?

[Ríe] Pues mira, lo he comparado mucho, la verdad. Escribir un libro me parece algo mucho más complicado en el sentido de que siempre buscas mejorar en cada página, y luego que el proceso de revisión y corrección es muy extenso... ¡No sabes lo que admiro desde ahora a los escritores! En un disco tienes productores, arreglistas, músicos… Es la fusión de muchos profesionales; aquí estaba sola con mi editorial, pero el peso del proyecto lo cargaba yo prácticamente al 100%. La responsabilidad me ha parecido mayor, pero la sensación de tener a tu ‘bebé’ por primera vez en brazos y tocarlo… [ríe] Fue como cuando me entregaron la edición física de Laberinto. 

Y ahora que ya tiene su primer libro en la estantería, ¿va a seguir escribiendo, le ha picado el gusanillo literario o piensa volver a centrarse en su faceta musical?

Creo que una vez que empiezas es difícil parar. Hace cinco meses empecé a escribir de nuevo y ya tengo las primeras páginas de la que probablemente será mi segunda novela. Es posible que se centre en uno de los personajes de Puzle, pero hay que ver cómo evoluciona todo y la acogida que tiene el libro (aunque, de momento, está siendo muy positiva).

Para terminar, una pregunta obligada: ¿qué tal lleva una persona que dice que acumula más vuelos que viajes el miedo a subirse en un avión?

Mal, ¡aún mal! De hecho, he decidido no subirme a ningún avión hasta que lo de viajar vuelva a ser una cosa habitual porque solo de pensar en todo el tiempo que han estado parados me dan temblores… ¡Fíjate que teoría más absurda!, pero es que me da pánico. Es una sensación de agobio tremenda... Lo bueno es que, como sé domesticar al miedo, me subo al avión y me centro en el destino que voy a visitar y así se me va pasando. He tenido que coger aviones por trabajo también y me ha costado alguna que otra valeriana... Con los años no me da la ansiedad que me daba al principio (ni tirones en la espalda ni en las piernas de la tensión), pero cuando desembarco es como si me hubieran dado una paliza del agotamiento que me provoca gestionar ese estrés que me da.